Festejamos a la muerte y no a la vida; eso me parece sumamente erróneo. Pretendemos la felicidad en la otra vida; pero nos olvidamos de tenerla en la única que estamos seguros de vivir: ésta. No es que no tenga fe en la otra, pero me parece que no nos estamos adecuando para vivirla; rechazamos toda la preparación que significa gozarla. Como si por un acto de magia fuéramos a obtener las habilidades para hacerlo. ¿Vamos a ser felices, así nada más, sin que nos hayamos puesto a pensar en que consiste esa felicidad?
¿Disfrute sensorial? Sólo con el cuerpo existe esa capacidad. ¿Disfrute intelectual? La mente es la apropiada, y esta se habilita para ello. Hay que proveerla de información y de una habilidad de razonar; un espíritu crítico y un espíritu lógico. ¿Disfrute emocional? También a la emoción se le puede encauzar. Darle la educación para apreciar la estética, aparte de cultivar su capacidad de amar, más allá de lo que entendemos por el amor sensorial; que trascienda hacia la comprensión espiritual y la comunicación perfecta con el otro. ¿Disfrute metafísico, o espiritual? Si no logramos el físico, el natural, el que poseemos ahora, mucho menos vamos a obtener éste que sería conectarse con todo lo trascendente.
En esta vida, por lo general, nos conformamos con los productos de baja calidad. Basta con hacer un recorrido por los medios de comunicación masiva para darse cuenta de ello. En aras de la comercialización, nos venden el producto estético desechable. Buscar el arte, no vende. Bueno, hay que reconocer que muchos artistas, como Van Gogh, se mueren de hambre y los que ganan con su obra son quienes la comercian. Lo mismo pasa en todo lo que hacemos en nuestra vida cotidiana, nos dejamos vender el producto desechable porque lo ponen de moda. Así amoldamos nuestra inteligencia a que no piense y nos dejamos llevar por lo que nos dicen que es lo más conveniente. Nuestra mente no está preparada para criticar, analizar, discernir. La hemos enseñado a repetir, imitar, obedecer, para no crearnos problemas con el mundo. No buscamos información para tener criterio. Huimos de esta realidad de múltiples formas porque con lo último que queremos encontrarnos es con los otros, la naturaleza y nosotros mismos.
¿Te has preguntado en que consiste la felicidad en el otro mundo? Cualquier respuesta que me des, irremediablemente será, siendo nada. Cuando no deseas, eres feliz. La máxima felicidad será no deseando nada. Cuando deseas, eres infeliz porque tienes conciencia de que careces; al carecer buscas suplir, obteniendo algo; si no lo logras, eres infeliz.
El imaginario colectivo te dirá que como lo obtienes todo, no te falta nada. La única forma de obtenerlo todo es siendo lo que llamamos Dios. Nunca lo seremos; ni siquiera pudimos llegar a ser el superhombre Nietzscheano. Lo que si podemos llegar a ser es hombres en busca de su plenitud. Lo primero que tendríamos que hacer es preguntarnos en que consiste esa plenitud. Cada quien se lo responderá de diferente forma; no es lo mismo la respuesta de Van Gogh que la de Slim. Unos ya gozan de la vida eterna porque influyeron en la civilización, con su arte. Lo hemos visto en la agresión estúpida a sus girasoles. El otro influye en la vida cotidiana de los negocios y ha impuesto una forma de hacerlo; pero también nos ha demostrado que la riqueza puede servir para darse gustos estéticos y culturales, con el museo construido a la memoria de su mujer; la entrada es gratis: Un acervo sorprendente.
Si no sabemos construir la felicidad en esta vida; en la otra será mucho más difícil. Si no sabemos ver lo que la naturaleza nos da, mucho menos vamos a preciar el mundo metafísico. Es necesario el esfuerzo; es más, lo que te hace feliz es hacer un esfuerzo para lograr algo. Es la felicidad de quien juega futbol o de aquel que corre un maratón; ha entrenado toda su vida para lograrlo. Desde ahí nos engañan; el trabajo es un premio, no un castigo. El ganarse la vida con el sudor de la frente es lo mejor que nos pudo suceder. Lo contrario es la nada, volver al mundo mineral, ni siquiera el animal.
Tienes que buscar tu vocación; aquello con lo que te vas a sentir realizado. Cuando das prioridad a ganar dinero; te conviertes en un hombre en la desdicha. Los que en realidad son felices no necesitan ganar mucho; sólo lo necesario para obtener aquello que los hace felices; tienes que responderte: ¿Qué te hace feliz?
En esta vida puedes serlo; es más: Debes serlo. Un buen matrimonio, una buena familia, una buena comunidad, un buen trabajo, un buen sentido de la vida.
No te esperes al otro mundo, en éste es posible.