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¿Para qué educas?

JOSÉ LUIS HERRERA ARCE.-

De vez en cuando hay que hablar de este tema porque es una de las tantas cosas de las que todo mundo habla y muy pocos entienden. Hemos reducido la educación al hecho de preparar a la persona humana para que desarrolle un trabajo.

Lo mismo educaría, entonces, un taller, que enseña un oficio, que una escuela técnica, que una universidad, que una escuela para señoritas donde se preparaba para el matrimonio. En todas estas instituciones se desarrolla una habilidad que te servirá durante la vida para sobrevivir.

Claro que el hombre no se puede reducir a eso; es mucho más. La definición es animal racional. El oficio te servirá para que sobrevivas la parte animal, la razón tiene otro tipo de necesidades, porque también el hombre es emocional, creativo, imaginativo y todo lo que queramos agregarle.

El hombre tiene necesidad de conocimiento para abatir el caos que lo rodea. Desde el principio de los tiempos, la inteligencia ha intentado encontrar un orden dentro de las cosas. Las antiguas civilizaciones aprendieron a mirar al cielo para encontrar el orden de las cosas en la tierra. Es fantástico como muchas construcciones egipcias, toltecas, mayas, aztecas, están diseñadas conforme los movimientos celestes. Cómo eso, la inteligencia alcanzó a comprender como dominar a la naturaleza para que le proporcionara sus productos.

Quiso conocer de todo, porque necesitaba desarrollar una tecnología que lo ayudara a sobrevivir. Comenzó inventándose mitos, que produjeron rituales. Una filosofía con la cual desarrollo una ética. Una ciencia que produjo tecnología, una ideología que es el fundamento de las formas de gobernarse. Mucho más que desarrollar un trabajo para comer.

No solamente la inteligencia quiso conocer, sino que a la emoción había que hacerle un poco de caso. Todo mundo es capaz de querer a alguien. Quieres a tus familiares y quieres al amigo. Te llegas a enamorar de alguien y te dispone a quererle para toda la vida. Te enseñan a querer a Dios. Si, se puede aprender a amar, no solamente a las personas, sino también a las cosas o al arte.

El hombre es emocional, por eso consume las diferentes manifestaciones artísticas, que muchas veces relacionamos con los diferentes rituales que la sociedad usa. En las antiguas religiones se mezclaba la danza, la música, la poesía, el baile. Podía llegarse hasta el éxtasis. El signo icónico sirvió para representar una nueva forma de ver la realidad, o la irrealidad que de otro modo no podíamos ver. Hay una iconografía patria, como religiosa. La palabra misma es la representación de una idea, y el sonido es la representación de la palabra escrita.

El hombre es capaz de representar de múltiples maneras para hablarle a nuestra emoción e indirectamente alimentar nuestra inteligencia. Para eso también se tiene que educar.

Pero el hombre es voluntad y es necesario adiestrarla para que se pueda enfrentar a la naturaleza y vencerla en nuestro beneficio. Antes, se preparaba para ser guerreros; y aún lo seguimos siendo. Ahí tenemos a Rusia en su intento de conquistar Ucrania. No nos gusta hablar de la guerra como tampoco de la muerte, sin embargo, si no enseñas a tu voluntad para la lucha diaria vas a ser un país fácilmente derrotado, o un hombre paja. En el deporte la regla es vencer. Juegas para ganar; a nadie le gusta ser perdedor. Tu voluntad debe de ser fortalecida. Eso ya era sabido en las antiguas culturas como la azteca que educaban a sus muchachos para que fueran fuertes. Los rituales de ser hombre, consistían en que demostraras la habilidad para serlo, por medio de una prueba.

Estar en decadencia es negar todo lo anteriormente dicho y conformarnos con definir al hombre de la forma más superficial posible. Es un hombre que come que tiene que hacer sexo, que se conforma con el producto más vil que le quieras ofrecer, que confunde el oropel con la calidad, que es un sujeto para el consumismo porque ha dejado de pensar, que no se compromete con nada ni con el mismo, que se ha conformado con ser intrascendente.

Nos han convertido en el hombre masa. A donde va Vicente, va la gente. Hemos dejado de creer en las instituciones porque nos han defraudado. Preferimos no creer en nada y nos dejamos estafar con cualquier producto chatarra.

¿Pensamos? No pensamos. ¿Amamos? No amamos. ¿Tenemos voluntad? No tenemos voluntad. Somos esclavos de nuestras pasiones.

No se trata de que te pasen de año para obtener un título. Se trata de que te preparen para ser hombre.

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