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La educación

JOSÉ LUIS HERRERA ARCE.-

Para saber qué tipo de educación necesitamos, primero deberíamos de definir al modelo de ciudadano requerido para esta sociedad. Esto es lo difícil; diferentes ideologías pretenderán diversos tipos de hombres y mujeres que encajen en los propósitos gubernamentales. Considero que nunca como hoy, tenemos perdida la brújula y nos hemos dejado llevar por modelos educativos que ven al hombre como una somera máquina que sólo debe saber: leer, escribir, contar y tener una habilidad técnica para desarrollar un trabajo.

La anterior afirmación me hace recordar el libro de un mundo feliz de Huxley. En la primera mitad del siglo XX se dieron muchos libros de este tipo donde se hablaba de una sociedad futura donde el hombre era peligrosamente deshumanizado. Otro que podemos citar es 1984, o Fahrenheit 451, o Walden dos. El hombre se convierte en una pieza de mecanismo social que debe creer y obedecer ciegamente lo que se le dice. Hay una estratificación social desde los alfa hasta los epsilones. La historia y las noticias se manejan al antojo del poder para que todo concuerde, se anula la memoria del pasado. El hombre es un ser que produce para el estado y que se fuga de su realidad por medio del soma.

Por lo visto, no vamos a estar muy lejos de esa realidad. En el siglo XIX se tenía miedo de que el pueblo leyera porque se le podía abrir la conciencia a la realidad y eso provocaría movimientos revolucionarios. Ahora es a la gente misma a la que no le interesa leer. Los medios audiovisuales lo han hecho preferir la información emotiva a la intelectual. Esto ya estaba planteado en Fahrenheit, donde la esposa del bombero no se apartaba del televisor como huida de su realidad.

Aparte de las habilidades técnicas, el hombre tiene que desarrollar otras potencialidades como es la voluntad. Me parece que en este rubro es al contrario porque el sistema está hecho para que esta potencialidad humana sea débil. Están desapareciendo los alicientes que hacen a los alumnos esforzarse por conseguir un objetivo. Al desaparecer las calificaciones y todos los castigos, ya no hay ningún elemento que obligue al alumno al trabajo. Se está creando un derecho que no es compensado con una obligación.

Pero aparte de la voluntad, hay otras potencialidades humanas que se deben de cultivar desde la escuela, como la apreciación estética. Desde hace mucho tiempo, esas son las materias que se consideran de relleno y que se han ido eliminando. No es solamente dar la información sobre la historia del arte, sino crear un hábito de su consumo. Con las tecnologías modernas, esto es más que posible de lograr; no sólo en la escuela, sino en la ciudad misma, mas no existe el interés. Ni los medios de comunicación se abocan porque ellos están enfocados a ser empresas comerciales cuyo uno objetivo es ganar. Por el contrario, a los públicos se les acostumbra a los productos de mala calidad porque eso es más fácil de vender. Es lo que a ellos les gusta, según dicen.

Otras materias que tampoco son muy importantes son aquellas consideradas como de relleno, que lo mismo puede ser la ética, que la historia, que la filosofía porque escapa a la visión de la ciencia que desde el positivismo se ha impuesto. Son materias que más que nada te ayudan a pensar. Son como las matemáticas especializadas, desde el álgebra pasando por la trigonometría que muchos alumnos preguntan que para que sirven y la respuesta más contundente que se puede dar es para usar el razonamiento. Para lo mismo te puede servir la filosofía.

Uno de los problemas que se pueden generar son las diferentes visiones que pueda tener la familia o los ciudadanos individuales y el estado. Hasta qué punto un gobierno puede imponer su visión sobre el mundo y la vida y hasta qué punto debe de respetar las visiones individuales que las personas puedan tener sobre los mismos temas. Este es uno de los tantos conflictos que puede generar la noción de libertad.

En fin, no creo que se estén mejorando los métodos educativos; por el contrario, se está produciendo un ciudadano apático, que no está dispuesto a esforzarse por conseguir algo y quien se siente con derecho a todo sin que le cueste. Se está apostando a una utopía que no es viable.

Desde el principio del mundo, el hombre se ha acostumbrado a luchar por algo. Yeso es lo que se le quita a las nuevas generaciones, el espíritu de lucha.

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