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¿En qué se parecen Román y Zermeño?

YOHAN URIBE JIMÉNEZ

Aun cuando son dos administraciones antagónicas, al menos ideológicamente hablando, y entendiendo por supuesto que la del actual alcalde priísta de Torreón, Román Alberto Cepeda; debería ser más cercana a los sectores populares, y en eso radica la principal diferencia con su antecesor, el panista Jorge Zermeño; curiosamente a los dos les ha interesado invertir en arreglar la Calzada Colón, hacer algo en la Alameda y mantener limpia, pintada y verde, una colonia de clase alta en la ciudad.

Después de una fracasada socialización del proyecto, el propio alcalde Román Alberto Cepeda, ya dijo públicamente que no se hará la obra en la Colón y los recursos se asignarán a otras obras, sin embargo no deja de llamar la atención que en una ciudad, con un centro sin banquetas para el peatón, parques abandonados y cientos de colonias en el olvido en materia de pavimentación, drenaje e infraestructura, rezago de años aclaro, se siga pensando en arreglar una arteria vial que guste o no, es funcional.

Los desaciertos en la socialización del proyecto han sido más del director de Obras Públicas, que de la administración municipal en general. No se puede presumir abiertamente que mantiene las barredoras y cuadrillas de mantenimiento vial en el Bulevar La Nogalera porque los habitantes de ese sector si pagan el predial, como sostiene Juan Adolfo Von Bertrab; o argumentar que el proyecto de la Calzada Colón si está bien planeado a diferencia del paseo Morelos, como lo ha dicho el propio encargado de obras públicas, para justificar un proyecto.

La intención no es que sea mala, es solo que lo que tanto criticó el PRI como oposición en la administración de Jorge Zermeño no se debería repetir. Que invirtió en la Colon teniendo tantas colonias en abandono; que arregló Torreón Jardín y se olvidó de los demás sectores, principalmente los populares; que realizó obras en la Alameda mientras decenas de parques en la ciudad se caían del abandono. Es decir, que la ciudad no es solo un pequeño sector; y que cada vez que llueve, los ciudadanos recuerdan que antes de hermosear un lugar, se deberían resolver rezagos que desde hace décadas siguen siendo asignaturas pendientes en materia de obra pública.

Más allá de cualquier bemol, si algo se reconoce, por ejemplo, a la administración municipal de Torreón del actual gobernador Miguel Riquelme, fue haber realizado obras de gran calado en sectores populares tras el abandono en que dejó la ciudad su antecesor el también priísta Eduardo Olmos, y ahí siguen de pie La Jabonera, La Línea Verde, y los Centros Deportivos. Obras que cambiaron no solo el paisaje urbano de los sectores donde se ubicaron, sino que contribuyeron a ese concepto del que tanto se habló, la reconstrucción del tejido social. Incluso la propia avenida Morelos. Proyectos que ni siquiera los sectores de derecha se atrevieron a criticar por su sentido social.

Los colectivos, colegios, consejos e integrantes de la sociedad civil que han estado en contra del proyecto, han levantado la voz, para señalar más otras necesidades que para criticar el proyecto en sí. Creo que nadie se podría oponer a solucionar de una vez por todas el problema vial que representa el crucero Villa Florida. Como tampoco nadie se podría oponer a otra Línea Verde que cambiará la vida a los ciudadanos de un sector marginado.

Por eso, criticar, cuestionar y dudar de la opinión de esos sectores es erróneo, más si lo hace un director de obras públicas que se dice un luchador social que "ha puesto su vida en riesgo" por hacer activismo. Quienes han cuestionado el proyecto han aclarado que no quieren trabajo, ni obras, sino que se consulte, se les tome en cuenta de origen, que se socialicen los criterios e instrumentos que se utilizaron para la generación de un proyecto, y no simplemente se socialice una propuesta en la que ya se invirtió, al menos en lo que se refiere al proyecto ejecutivo que ha presentado el arquitecto Alberto Siller.

Querer hacer de la Colón un Paseo Reforma, como lo dice el arquitecto Siller, no estaría mal, si la ciudad no tuviera necesidades urgentes. Y, aun así, ha quedado demostrado en la propia ciudad, que los beneficios de invertir en los sectores menos favorecidos llegan incluso a los sectores privilegiados, cuánta violencia se ha detenido en Torreón, no gracias al aumento en los cuestionables grupos policiales, sino en la posibilidad de que miles de niños y jóvenes hagan deporte, cultura o simplemente habiten los espacios públicos de sus colonias gracias a La Jabonera, la Línea Verde y los Deportivos.

No se trata simplemente de estar en contra de todo y a favor de nada, sino de reflexionar la ciudad con quienes la habitan y eso incluye por supuesto a los ciudadanos, arquitectos, ingenieros, ambientalistas, colectivos, consejos y demás integrantes que hacen comunidad. De nueva cuenta se ve cómo organismos como el Implan se han vuelto más institutos decorativos que verdaderos órganos rectores que generen el diálogo y entreguen instrumentos y herramientas a quienes gobiernan para que tomen las mejores decisiones sobre los asuntos públicos.

@uyohan

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