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JORGE MARIO GALVÁN ZERMEÑO.-

La música y la tauromaquia van íntimamente ligadas, exponentes de ambas partes llegan a tener una entrañable relación basada en una admiración mutua, en esta ocasión sin desligarme por completo del tema taurino les comparto que el fin de semana pasado tuve la oportunidad de disfrutar uno de los conciertos de la gira de despedida de Joan Manuel Serrat, un concierto representa una encerrona en la que aunque el repertorio es de sobra conocido volvemos a disfrutar la metafórica lidia que da el cantante en cada interpretación a los temas que hemos escuchado tantas veces, el concierto fue impecable el cantautor asumió el papel de director de lidia cerrando una actuación de puerta grande, mi afición a la música del catalán viene desde mi pubertad en la que mi hermano Rubén Darío ya adolescente me llevó al encuentro del canto nuevo y a sus composiciones mediante el emblemático y nostálgico acetato "Dedicado a Machado" adaptación musical de sus poemas que fue su carta de presentación en nuestro país, así siempre de inmediato viene a mi mente "Retrato" "españolito". "Mi Niñez" y obviamente "Cantares", su estandarte que noche tras noche se escucha en cualquier sitio de trova y que es cantada por los jóvenes de aquellos tiempos y los actuales, en su música Serrat hace referencia al mundo taurino describe el tablao del "Lacio" gitano o payo como el "Tío Alberto", a la España devota de Frascuelo y de María, genial al traducir a nuestro Sabines al catalán, o de compartirnos por medio de su música  a León Felipe quien compartió con los nuestros en estas benditas tierra de mi querida Laguna, de Benedetti, de Miguel Hernández. 

El concierto inició con su "Dale que dale" importante muestra de su obra y como los buenos toreros nos fue llevando con su muleta poderosa hasta escuchar su repertorio aprendido a fuerza de su poderosa atracción y profundo contenido y a golpe de diccionario en mi pubertad, adolescencia y juventud, como las "Moscas" de Machado me hizo evocar todas las cosas, me llevó a los momentos de amor y romance, me hizo seguramente como a todos viajar al hermoso "Mediterráneo" y desear descansar en la ladera de un monte más alto que el horizonte como mi cerro de las Noas para tener buena vista, añorar los momentos junto  mis hijas con "Aquellas pequeñas cosas", recordarlas y amarlas aún más con "Lucía" y recordar los vivido con "Es caprichoso el azar" vivir la fuerza de "Fiesta" despedirse como los grandes Procuna y Manolo Martínez con las nostálgicas "Golondrinas", apreciar que nuestro país surrealista es apreciado desde fuera  ¡gracias maestro, blaugrana y torero! ¡Que gane el Betis fuera y el Brasa en casa! Que se siga cantando a los grandes culés en "Temps era Temps". 

La anécdota  

¡Vaya que es caprichoso el azar! En el restaurante del hotel contiguo al Auditorio Monterrey coincidí con su prodigioso grupo de músicos y al mencionar que fui desde mi Torreón a disfrutar el concierto la cara de Lucy Amargós violinista que le acompaña magistralmente y que interpreta junto al nano la canción "Es caprichoso el azar" se iluminó y nos dijo ¡yo viví en Torreón! Formé parte de la Camerata y viví en Torreón Jardín, perdón por la distracción que también se vale. ¡Hasta la próxima!  

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