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Columna

En la báscula camino a noviembre

ARTURO SARUKHÁN

La sabiduría popular, anclada en datos duros y la historia, sugiere que el Partido Demócrata está frito para este otoño. Pero crecientemente, voces y análisis contestatarios subrayan que 2022 no es un año normal y que lo que ocurra camino a las urnas el 8 de noviembre tampoco se desarrollará de manera normal.

Los agoreros de una debacle demócrata quizá no se equivocan. Empecemos con la aprobación de Biden, que como promedio oscila entre los 30 y 40 puntos porcentuales. La percepción acerca de la economía es sombría y los votantes creen que aún viene lo peor. Solo 10% cree que el país está en el camino correcto. Si las encuestas parecen letales para los demócratas, la historia político-electoral del país también es ave de mal agüero. Desde 1945, el partido en el poder casi siempre cae durante las elecciones intermedias, perdiendo un promedio de 26 escaños en la Cámara y cuatro escaños en el Senado; cuando hoy los demócratas tienen una mayoría de 8 escaños en aquella y el voto de la vicepresidenta desempata éste, la prognosis no es halagüeña.

Quienes hoy postulan un escenario menos sombrío no cuestionan estos datos duros. Pero su optimismo ponderado se basa en un argumento diferente y a la vez plausible: después de la presidencia salvaje de Trump y la radicalización del GOP, hay razones para creer que 2022 no encaja del todo en viejos paradigmas. Trump no se ha ido, y uno de sus legados más importantes es una Suprema Corte escorada a la derecha. La primaria en Kansas este mes demostró que su decisión de rescindir Roe v Wade en materia de aborto está movilizando al voto demócrata e independiente. En un estado profundamente republicano, los ciudadanos le propinaron una derrota mayúscula a una ley estatal que buscaba restringir brutalmente el derecho al aborto. Y las primarias hasta ahora son un recordatorio de otro factor que opera a favor de los demócratas, particularmente en contiendas clave por el Senado: los republicanos se han decantado por muchos candidatos de extrema derecha y, por lo tanto, potencialmente vulnerables. Esto podría marcar la diferencia para que los demócratas retengan la mayoría en el Senado.

Es por esto que la campaña a partir de ahora será importante. ¿Qué señales habrá que observar? Me enfoco en cinco. ¿Podrán los demócratas hacer de la elección un referéndum sobre el papel que juega el GOP en la vida democrática, institucional y social del país? Segundo, la buena política pública no siempre se traduce en buena política: Biden debe mejorar su capacidad para comunicar sus logros de las últimas semanas. Tercero, los cambios sociodemográficos en ambos partidos son quizá la historia política más importante de nuestro tiempo en EUA: los republicanos se están volviendo más de clase trabajadora y ligeramente más m ultirraciales. Los demócratas se están volviendo más elitistas y un poco más blancos. Cuarto, el Partido Demócrata debe confrontar una realidad: la mayor vulnerabilidad del partido hoy es asumir que las prioridades de los activistas progresistas son las mismas que las de los votantes de la clase trabajadora y moderados que los apoyaron en 2020. Y quinto, mientras que el 37% de los estadounidenses tiene una opinión muy desfavorable de Biden, el 46% tiene una opinión muy desfavorable de Trump. Cuanto más esté Trump en el centro de la conversación, peor es para el GOP, y últimamente aquel ha estado en el ojo del huracán mediático.

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