A la inmensa mayoría de las personas no le importa participar activamente en la construcción de su entorno social. Esta afirmación se sostiene en los datos de participación ciudadana en actividades comunitarias. Pero antes de traer esos números a la conversación me remito a una charla acontecida recientemente. Tenía yo esta plática con un sacerdote que amargamente se quejaba de quienes se identifican con el catolicismo "o bautizados", dijo, pero que no participan en las actividades de su iglesia. Su experiencia en diversas parroquias y con algunas encuestas eclesiales como referencia le permitían calcular en "dos de cada diez" el número de feligreses del catolicismo que suelen participar en acciones eclesiales más allá de una misa ocasional de cuerpo presente, una boda o un bautismo. Este número me llamó la atención porque para el caso de la participación ciudadana en actividades comunitarias- al menos para La Laguna- suele ser un número semejante.
Esas cifras no distan mucho de las que en general miden el involucramiento de la ciudadanía en temas comunitarios. Las preguntas utilizadas en las encuestas para medir la participación en actividades comunes suelen referirse a la participación concreta en los últimos doce meses previos a la realización de las encuestas. La encuesta nacional de cultura cívica trabajada conjuntamente por el INEGI y el INE mostró que solo el 22 por ciento de la población de 18 años y más se había involucrado en actividades públicas de carácter común. Un porcentaje similar al mencionado por aquel sacerdote y también al que señalan diversas encuestas en La Laguna.
En aquel ejercicio realizado por dos de las instituciones con mayor prestigio técnico en el país, dentro del ámbito de sus atribuciones, se encontró que los eventos con mayor participación fueron: solución a problemas relacionados con servicios públicos, con un 28 por ciento; eventos religiosos, con un 27% y organización de fiestas, con un 25%. Ahora bien, respecto a actividades comunitarias realizadas por quienes dijeron haber participado en algo en los últimos doce meses, la encuesta reveló que, del 22 por ciento de participantes activos, 11 por ciento lo había hecho firmando alguna petición y 10 por ciento había trabajado con otras personas para resolver algún problema de la comunidad. En resumen, 1 de cada diez personas mayores de 18 años había realizado un trabajo concreto y común con otras personas en la resolución de algún problema colectivo.
Puede haber múltiples motivos que expliquen los porcentajes tan bajos de participación por parte de la ciudadanía en la mejora de sus entornos comunitarios. Sería interesante que alguna de las encuestas pudiese preguntar sobre los incentivos de participación y los motivos para no involucrarse y, con esa información, comprender mejor los resortes que mueven a las personas para involucrarse o no en asuntos que se supone le deberían importar porque le impactan directamente. Mientras se cuenta con esa información con los datos que se conocen se puede afirmar que la ocupación e incidencia ciudadana en temas colectivos recae en dos de cada diez personas. Aunque la deducción no es precisa para todos los casos, podríamos suponer que en una asociación de padres y madres de familia de una escuela, pese a que el cien por ciento colaborara con cuotas lo más probable es que solo dos de cada diez se involucraría en actividades específicas para el mejoramiento de la escuela.
Lo que comentó el sacerdote para su ámbito lo corrobora para la generalidad de la participación cívica la encuesta realizada por el INEGI y el INE. Esto nos lleva a suponer que la participación gremial también motiva solo a un reducido porcentaje de quienes hipotéticamente deberían estar interesados en involucrarse. Piénsese también en los organismos empresariales, muy probablemente integrados activamente por una porción pequeña de quienes podrían participar. Más allá de algún juicio de valor adicional, los datos refieren que solo un pequeño grupo participa activamente en la solución de problemas comunes.
@EdgarSalinasU
