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El mundial de Qatar, espejo del mundo

JORGE ÁLVAREZ FUENTES

El fútbol soccer es el único deporte global. No hay ninguna otra actividad recreativa que tenga su importancia. El balompié se juega en todos los rincones del orbe. Es de lejos, el más popular y extendido de los deportes, al que siguen 5 mil millones de personas y se practica en América Latina y el Caribe, África, Europa y Asia, y, cada vez más, también, en las naciones del Medio Oriente. Esto último explica, en parte, que la vigésima segunda Copa del mundo -el evento deportivo de masas con la mayor cobertura mediática- se esté jugando en un país árabe de cultura, tradiciones y costumbres islámicas, por primera ocasión desde que se iniciaran los campeonatos mundiales en 1930. No es casualidad el que tenga lugar en Qatar; a pesar de las prevalecientes sospechas de corrupción en la elección realizada hace 12 años en la sede de la FIFA, la poderosa Federación Internacional de Fútbol Asociación. Acusaciones que Qatar ha rechazado enfáticamente.

El hecho es que, en más de 200 países, cientos de millones de hombres, mujeres y niños se relacionaban y asocian entre sí, se aficionan individual y colectivamente con sus equipos de futbol, sean estos nacionales, locales o mundiales. Siguen a sus jugadores hasta convertirlos en ídolos, haciendo del futbol un componente significativo en sus vidas. El interés y la afición por el fútbol crecen de manera exponencial, gracias al conjunto de los medios de comunicación mundiales y locales, que día con día transmiten de manera directa y continua partidos, noticias, crónicas y resultados, alimentando mil y una historias y narraciones que se reproducen cientos de veces alrededor del globo terráqueo. Basta con apuntar que la FIFA tiene un mayor número de asociados de países miembros que el total de los estados nacionales que conforman la Organización de las Naciones Unidas.

El fútbol es también, uno de los grandes y exitosos negocios globales, una formidable industria de entretenimiento que involucra a las más grandes y poderosas empresas del mundo las cuales participan, poseen, patrocinan e interaccionan, teniendo a billones de personas a las que les gusta e interesa el fútbol soccer. Estimaciones recientes indican que tiene un valor de mercado superior a los 3 mil billones de dólares. Cada cuatro años, la FIFA, organiza la más importante competencia deportiva internacional, una verdadera fiesta de billones de dólares que moviliza a decenas de millones de aficionados, tras un prolongado proceso de clasificación fincado en las distintas confederaciones regionales, hasta llegar a las 32 selecciones nacionales, las cuales se dan cita para competir en una nueva sede. Este año, en Qatar, por primera ocasión, el mundial de futbol se celebrará en la temporada de invierno del hemisferio norte, precisamente por razones climáticas. Habrá 139 jugadores de un total de 831, que no habrán nacido en el país cuyos colores y bandera representarán, ya sea por ser o descender de inmigrantes, o bien por haber obtenido u optado por una nacionalidad diferente.

El Estado de Qatar es una singular nación por un conjunto de razones. Ciertamente no realizará un campeonato mundial como los anteriores; primero porque es un emirato único, una nación de identidad árabe musulmana, pequeña en extensión, localizada en una estrategia península desértica sobre el Golfo Pérsico, que ha sabido desarrollar las más grandes capacidades de proponer cambios de modelos, que tiene la visión, y sobre todo posee y dispone de los recursos financieros que provienen de su lugar protagónico en la cadena energética mundial, gracias a la gestión de sus enormes reservas de petróleo y sus vastos campos de gas natural, los cuales comparte con Irán. Eso hace que sea una de las naciones más prósperas y ricas, con el ingreso per cápita más alto del mundo, teniendo una población con una composición única: los nacionales son apenas poco más de un cuarto de millón de personas, habiendo más de 2.5 millones de expatriados.

Un país diferente y pujante, que ha sabido insertarse en la comunidad internacional, gracias a sus cuantiosas inversiones, al outsourcing y las innovaciones tecnológicas. Que por años ha ejercido una política exterior independiente incluso frente a sus dos poderosos vecinos y socios: Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, los cuales, junto con Egipto, pretendieron, sin éxito, imponerle un boicot por sus diferencias geopolíticas. Qatar se ha distinguido por tener una conducta internacional propia, construida sobre la base de un conjunto de empresas de clase mundial. Ahí están la poderosa cadena de información Al Jazeera, la aerolínea y la empresa de gas de Qatar, entre otras. Una nación líder gracias al anterior emir Hammad bin Jalifa Al Thani, que enfrenta el presente construyendo el futuro.

El mundial de Qatar está llamado a romper y a cuestionar todos los paradigmas. No sólo por la prohibición de la venta de alcohol en los estadios (6 de los cuales se reciclarán), sino porque conectará y comunicará el mayor juego de entretenimiento planetario de muy diferentes maneras. Sin querer ni pretender, tampoco, eludir los altísimos costos, ni la falta de respeto de los derechos humanos de los trabajadores migrantes que lo hicieron posible. Será un campeonato mundial que pondrá al mundo frente al espejo de nuestro tiempo: del abismo del presente a la empecinada esperanza del futuro, del hiato y la desigualdad entre naciones ricas y pobres hasta el flagelo de las guerras, la crisis de las migraciones y la emergencia climática.

@JAlvarezFuentes

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