
Ante un lleno total en la Plaza de Toros de Acho, el lagunero se doctoró en su carrera taurina y se convirtió en el primer torero mexicano que toma la alternativa en el legendario coso.
Ha nacido ya, un nuevo Matador de Toros lagunero. Arturo Gilio Quintero tomó ayer la alternativa en un marco esplendoroso, la bicentenaria Plaza de Toros de Acho, en Lima, Perú, un escenario lleno hasta las banderas, donde el torreonense paseó una oreja y entró a la historia de la tauromaquia nacional, al ser el primer mexicano que toma la alternativa en ese escenario, el más importante de Sudamérica.
TORERO MADURO
La tarde con la que Gilio había soñado durante toda su vida taurina, llegó ayer para un joven que partió plaza junto a dos auténticas figuras, pero jamás se amilanó y dio muestras de una gran madurez, malogró una oreja más con el acero, ello le habría permitido salir a hombros junto a los otros dos alternantes, pero de ninguna manera opaca las muy buenas sensaciones que logró dejar en los espectadores. Alrededor de 150 laguneros hicieron el viaje hasta la capital peruana para acompañar a "Arturillo" en esta histórica tarde, la cual marca el inicio de una nueva era para el joven surgido de la Academia de Cultura Taurina del Coliseo Centenario de Torreón.
Arturo Gilio Quintero alternó con el madrileño Julián López "El Juli", quien cortó dos orejas y dictó cátedra, además del peruano Andrés Roca Rey, ídolo total en su tierra, figura del toreo mundial y quien paseó tres orejas en una tarde redonda. Se lidiaron tres ejemplares de la ganadería El Puerto de San Lorenzo y tres más de San Pedro, de juego variado y en general, faltos de bravura, pero la maestría de López y Roca Rey les sirvió para sacar agua de la roca y cortar apéndices bien merecidos y muy aplaudidos en la última corrida de la Feria del Señor de los Milagros.
FAENAS
Arturo Gilio Quintero entró a la Plaza de Toros de Acho como novillero y salió como Matador. Vestido con un terno en blanco y oro, tuvo el honor de abrir plaza para recibir a "Sabueso", herrado con el número 159, procedente de la ganadería El Puerto de San Lorenzo, ejemplar de estampa, negro zaino, cornidelantero. El lagunero lució ante el toro de su alternativa, con caleserinas y medias Verónicas, de pie y con rodilla en arena, causantes de las primeras palmas bien sonoras, para ceder el lugar al picador, quien cumplió con una buena puya, seguido de buenos pares de banderillas.
El momento esperado llegó, cuando el padrino Julián López "El Juli" y el testigo Andrés Roca Rey, irrumpieron en el ruedo para realizar la breve ceremonia de alternativa, desearon éxito a Arturo, quien a las 15:07 horas de la Comarca Lagunera, 14:07 de Perú, se convirtió en Matador de Toros. Más emotividad aún, se vio en el brindis que el naciente Matador realizó a su padre, el Matador en retiro Arturo Gilio Hamdan, quien recibió la montera, besó en la mejilla a su vástago y al verlo regresar al ruedo, dejó correr lágrimas sobre sus mejillas.
Con la muleta, Arturo citó de rodillas, el toro se fue hasta los medios y el naciente Matador lo siguió para ejecutar buenas tandas de derechazos, una arrucina y un largo pase de pecho que hizo entrar en calor al tendido. El toro mostró nobleza y atendió a la cita con la muleta, culminó Gilio con bernadinas para dejar el ayudado y tomar el acero, pero su estocada fue muy tendida y en una segunda oportunidad apenas pinchó hasta la mitad, se escuchó un aviso, pero la espada cumplió su cometido, aunque con ello se perdió al menos una oreja, Gilio se despidió escuchando palmas.
Fue hasta el sexto y último toro de la tarde, que Arturo regresó a tomar los trastos, recibió a "Buen Mozo", de la ganadería de San Pedro, de 486 kilos y herrado con el 267, enmorrillado, al que el lagunero recibió con Verónicas que calaron hondo en el respetable. Luego de que sus alternantes habían cortado orejas, el lagunero sintió el compromiso de sumarse a la tarde triunfal, pero jamás mostró desesperación y toreó con temple y elegancia, fiel a su estilo, para ceder al picador y a los banderilleros.
El brindis de este segundo ejemplar fue para la señora Liliana Quintero, madre del ahora Matador, cuyo rostro mostró emoción al ver cristalizarse el sueño perseguido por su hijo y por verlo representar a todo un país, pues no faltaron desde el tendido los gritos de "¡Viva México!". Aunque el toro mostró poca calidad, el torero mantuvo siempre voluntad, le exprimió buenas tandas de derechazos y se mantuvo con los pies firmes en la arena, dechado de valor que fue reconocido por el tendido, para atestiguar una magnífica estocada justo en la cruz, fulminante, el toro rodó sin necesidad de puntillazo y los aficionados solicitaron una oreja, el juez de plaza, o "presidente", como le llaman en Perú, no tardó en conceder ese premio, el cual paseó Arturo Gilio, luciendo también una bandera de México, para entregar esa imagen que quedará para la posteridad y marcará el inicio de su carrera como Matador.