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El historiador Carlos Herrejón estudia al Padre de la Patria

El historiador ha publicado la tercera edición de su libro Hidalgo: Maestro, párroco e insurgente

El historiador Carlos Herrejón estudia al Padre de la Patria

El historiador Carlos Herrejón estudia al Padre de la Patria

SAÚL RODRÍGUEZ

Carlos Herrejón nació en Morelia, Michoacán, en 1942. En esa misma ciudad, cuando todavía ostentaba el nombre de Valladolid y el Siglo XVIII bañaba a la Nueva España, Miguel Hidalgo y Costilla pasó gran parte de su vida previa al estallido de la guerra de Independencia. El párroco incluso llegó a ser rector del Colegio de San Nicolás y cultivó grandes amistades entre los edificios de cantera rosa.

Estos momentos fueron los que, en primera instancia, captaron la atención de Carlos Herrejón, quien ha desarrollado un fino olfato capaz de relacionarse con la historia. Hidalgo se le aparecía en las calles de Morelia y en otros lugares que el llamado Padre de la Patria también recorrió, tales como La Piedad, Pénjamo o la Hacienda de Corralejo.

“Todo esto me inclinó, desde un principio, a tratar de escudriñar sobre Hidalgo, sobre todo viendo que su vida previa a la insurgencia no se conocía mucho. Me parecía que los datos no eran muy consistentes. Entonces, una de las cosas que me propuse, fue tratar de rescatar, en la medida de lo posible, esta vida previa de Hidalgo, que tiene muchísima más documentación que su vida insurgente”.

El historiador ha publicado la tercera edición de su libro Hidalgo: Maestro, párroco e insurgente, esta vez bajo el sello editorial Debate. Se trata de una investigación nutrida con largos años de arrastre, donde el testimonio documental moldea una crónica de vida que permite conocer las circunstancias del siglo XVIII que rodearon a Hidalgo.

Nueva España experimentaba el arribo de las Reformas borbónicas, lo que significó una segunda Conquista de México. Durante la primera mitad del siglo XVIII, los criollos lograron escalar hasta puestos importantes en el sistema político y económico. Pero estas reformas, de alguna manera, redujeron el poder de los criollos para otorgárselo a peninsulares.

“Fueron muchos elementos que se consideraron como agravios y, sobre todo, el trato despótico de parte de muchos peninsulares. Además, había gente, por ejemplo, en Querétaro, uno de los principales españoles que había por ahí, que fácilmente hacía matar a algunos de sus sirvientes indios porque no les servían o por cualquier cosa. Algo semejante ocurría en muchas otras partes. No significa que todos los españoles fueran así, pero iba en aumento el orillamiento de los criollos, de no dejarlos avanzar en sus carreras sociales y políticas”.

Reconstrucción

Cuando Carlos Herrejón revisaba los textos de algún historiador sobre la vida de Miguel Hidalgo (como Carlos María de Bustamante), solía encontrar huecos, vacíos, que distanciaban la lógica histórica. Pero esos textos se centraban en la lucha bélica de Hidalgo y arrojaban pocos datos sobre su vida previa.

“El otro hueco que traté de llenar de esa vida previa, son los estudios, porque a Hidalgo se le atribuye mucho que se lanzó a la guerra de Independencia en razón de doctrinas de los enciclopedistas franceses, de Rousseau, Mallarmé, Montainge, etcétera. Y se me hacía extraño que siendo un sacerdote católico se basara con esos escritores, porque decían: ‘Es que leía libros prohibidos’. Pero yo empecé a averiguar y descubrí que los ‘libros prohibidos’ eran de un teólogo y más bien se le prohibían por motivos de la fe”.

Herrejón señala que Hidalgo tuvo más afición por la teología que por atender los postulados de los enciclopedistas franceses. El historiador se dio a la tarea de encontrar su en algún texto de teología, habría la motivación o inspiración para iniciar el movimiento de Independencia en la Nueva España. Este motivo lo encontró en un texto de Francisco Suárez, quien daba ciertas condiciones en casos de tiranía.

El libro Hidalgo: Maestro, párroco e insurgente, plasma en sus primeras páginas una biografía profunda sobre el Padre de la Patria, en la cual resaltan sus numerosos estudios. Hidalgo era un hombre letrado, culto, que también aprendió mucho al momento de dejar la iglesia y el aula para dirigir en el campo de batalla.

Él tuvo mucha relación, previo a la guerra, con Ignacio Allende, que era militar. Ahí fue cuando empezó a ahondar más en cuestiones militares. A lo largo de la lucha, de a acuerdo a las circunstancias, fue aprendiendo más y una de las cosas que aprendió es que, a pesar de tener muchos cañones, si no tenía buena fusilería, no podía tener triunfo en las batallas”.

Paso por La Laguna

El 21 de marzo de 1811, Miguel Hidalgo fue capturado por los realistas en Acatita de Baján, actual municipio de Castaños, Coahuila. En su camino a Chihuahua, donde el 30 de julio sería fusilado, el cura paso por diversos puntos dentro de lo que hoy se conoce como La Laguna. Herrejón precisó detalles de esta última travesía a la tercera edición de su libro.

Tras permanecer prisionero en Monclova, el 25 o 26 de marzo de 1811, el grupo de prisioneros donde se encontraba Miguel Hidalgo marchó rumbo a Chihuahua. Alrededor del 4 de abril, el contingente llegó a la Hacienda de San Lorenzo, cerca de Parras de la Fuente. El 6 de abril, el grupo marchó hacia el poniente y pasó por diversos puntos, hasta finalizar su jornada en El Álamo (actual Viesca). El 9 de abril, cruzaron el río Nazas en el punto de La Concha (La Concepción), para luego llegar a un punto conocido como San Sebastián. El miércoles 10 de abril marcharon hacia Mapimí, donde Hidalgo fue recluido en una casa frente a la plaza, al costado izquierdo de la parroquia (actualmente se puede apreciar una placa conmemorativa), allí pasaron el jueves y viernes santo. El contingente que trasladaba prisionero al Padre de la Patria llegó a Chihuahua el 23 de abril.

“Por el crecimiento de Torreón, que fue espectacular, muy rápido, muchos de los puntos por donde pasó Hidalgo desaparecieron. Es una tarea de investigación de ustedes, los torreonenses, de identificar donde estaban varios de estos lugares que se mencionan, porque se consignan en los datos históricos, pero, exactamente, ¿en dónde quedaron ahora? No es fácil”.

Dentro de los mitos que se han formado en torno a Miguel Hidalgo, el historiador es claro en reafirmar que el cura sí abogaba por la independencia absoluta. Además, envió comisionados a todas partes de la Nueva España para levantar el movimiento independentista, considerándose uno de sus éxitos. No obstante, como todo personaje histórico tiene sus claroscuros y quizá uno de sus errores fue liberar a los presos de las cárceles en cada localidad que tomaba, pues aunque le devolvía libertad a gente inocente, también se la otorgaba a bandidos que estaban deseosos de sangre.

“Ellos arrastraron a Hidalgo a que se cometieran verdaderos asesinatos en muchos civiles españoles, que sacaban de sus casas y degollaban. Por más que se le quiera justificar, que los siglos de dominación, la Conquista y no sé cuánto, pues qué otra cosa más mala. Y Allende no estaba de acuerdo con eso, porque finalmente tampoco ayudaba a la causa. Muchos que estaban de acuerdo con la insurgencia, cuando supieron de los degüellos, se retrajeron. Incluso, Allende estuvo a punto de envenenar a Hidalgo. Son de las cosas que no se dicen, pero es la lucha por el poder de los insurrectos”.

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