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Arcadi Palerm

El cine de Arcadi Palerm extrapola la realidad en su primer largometraje

Como su personaje Oliverio, él también perdió a su padre, aunque no cuando era adolescente

(CORTESÍA)

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SAÚL RODRÍGUEZ

La lluvia ha caído en León. Es el segundo día de actividades del vigésimo quinto Guanajuato International Film Festival (GIFF) y, en un espacio del Forum Cultural Guanajuato, el director mexicano Arcadi Palerm ha dado entrevistas durante dos horas y media. El abordaje de la prensa no es para menos, el cineasta está a unas horas de que su primer largometraje se estrene a nivel nacional.

Oliverio y la piscina (2022) es un filme que toma a la muerte como su arranque narrativo. Oliverio (Alejandro Aerán) representa a un adolescente de 13 años que enfrenta la pérdida de Rómulo (Jacobo Lieberman), su padre. Durante el proceso, Oliverio decide refugiarse en un camastro de la alberca de su hogar, donde pernoctará e, inconscientemente, dejará que sea el mismo tiempo onírico quien lo guíe.

No obstante, los personajes a su alrededor, quienes viven su propio proceso ante la muerte de Rómulo, intentarán irrumpir en su refugio. Por ejemplo, Lili (Mónica Huerta), su madre, lo aborda con razonamientos científicos propios de su profesión como psicóloga. Cabe destacar que este personaje está inspirado en la abuela de Palerm, quien también fue terapeuta.

Así, Palerm decidió dar el salto del cortometraje al largometraje y filmar una historia desde lo que conoce, desde su universo interior. Como Oliverio, él también perdió a su padre, aunque no cuando era adolescente. Además, las raíces de los otros personajes se alimentan en el propio entorno social del director, quien luego extrapola esa realidad a la ficción y logra construir temples convincentes.

El elenco de Oliverio y la piscina se complemente con las actuaciones de César Troncoso, Jorge Zárate y Camila Calónico, mientras que en el guion colabora Gibrán Portela. Antes de su estreno en México, el filme ya ha cosechado frutos en Estados Unidos, sobre todo en el World-Fest Houston 2022, donde se adjudicó los premios a Mejor Director, Mejor Película y Mejor Actor.

-Sé que el proyecto de esta película parte de la pérdida de tu padre. ¿Cómo fue extrapolar este suceso personal hacia la ficción?

Sí, la semilla viene de la muerte de mi padre. Yo no perdí a mi padre a los trece años como Oliverio, es cómo dices, la extrapolación de llevar una vivencia que tuve de adulto a un chavito, porque la adolescencia es de una intensidad brutal. Me parecía el contexto perfecto para darle mi experiencia a este personaje. Le presto un sueño y luego mezclo ciertos personajes de mi familia para hacer roles distintos en ficción. Es hacerle caso a los maestros que dicen que es contar desde lo que uno conoce. Me sirvió mucho en el trabajo, sobre todo con Mónica Huarte, que ella hace a Lili, la mamá de Oliverio, su personaje está basado en mi abuela paterna. Me sirvió muchísimo tener esa referencia, poderle estar contando a Mónica y poder ver cuando estaba dándole valor a las emociones y no, ¡espérate! Tú desprecias las emociones, aléjate, acuérdate. Ayuda mucho tener referencias concretas, lo que conoces bien se vuelve más fácil de poder comunicar.

-Oliverio enfrenta el proceso de la muerte de su padre. La muerte nunca se va, pero lo que cambia es la perspectiva del protagonista.

Absolutamente, y lo dice Mariana (el personaje que hace Camila Calónico): “Vas a ver cómo esto que estás pensando ahora tan intensamente, todo se va a ir apagando y vas a pensar en las mismas tonterías de antes”. Y es eso, la muerte, al igual que otras tantas experiencias, te fuerzan a ver la vida de otra manera, a valorizarla de otra manera. Creo que el COVID nos forzó, a la mayoría de la población del mundo a conectar todos a la vez, a revalorizar y repensar la existencia de otra manera. Pero igual con el COVID, vuelves luego a inercias cotidianas, mundanas, cambios de perspectivas, vuelves a meterte en las mismas tonterías de antes. Sí, creo que este personaje tiene su sabiduría. Ya lo vivió, a final de cuentas es algo que revela ese personaje en la historia.

-En todas las historias existe un elemento simbólico. En este caso, ¿por qué decidiste que la alberca fungiera con esa labor?

El agua tiene un montón de simbolismos y lo evidente es el origen de la vida; venimos del agua, pero también el agua es sueño, es subconsciente. Está eso y también la riqueza visual que te da el agua, tener ahí un cuerpo acuático y poder sumergirte, te da una riqueza visual enorme. Entonces, es ganar/ganar toda esta parte de simbolismos, de eso que estás contando y que está conectando con el espectador, pero de manera no racional muchas veces. Hay quien sí logra tener esa capacidad intelectual y de análisis, pero luego está el que sumerge y nada más. Los símbolos están contando. La elegí para tener ese beneficio y la ganancia visual padrísima que es también alejarnos de la posible teatralidad de un espacio limitado. Estar en un espacio ilimitado te da construir desde la imagen y no nada más desde el texto, desde lo que se dialoga.

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(SAÚL RODRÍGUEZ)

- Me llama la atención que no sólo muestras el proceso de duelo de Oliverio, sino también de los personajes que lo rodean. Plasmas sus sueños, alucinaciones, traumas, respecto al deceso de Rómulo. Destaco la evasión de Lili a través de querer enfrentar la muerte a través de sus conceptos científicos.

Claro, es eso. Los manuales son manuales y sirven hasta un punto. Quise que hubiera comedia, muchísimo humor. Hablamos de la muerte, del duelo, de cosas serias, profundas, pero también nos reímos. Yo disfruto mucho a esos guionistas que una vez que te meten un elemento, le van a dar seguimiento. Si ya te presenté un telescopio, va a tener desarrollo dramático. Va a tener, no una, sino finalidades dramáticas, el telescopio, la piscina, cada elemento que va y cada personaje. No voy a dar muchos detalles del personaje que construye Jorge Zárate, atípico en él, pero una vez que lo elegimos, decidimos enriquecernos, que tenga su historia. Cada uno de estos personajes está viviendo su proceso: el hermano, el esposo, el amigo-patron, compañero de… hay una relación, aunque es muy corta, entre Rosita y Rómulo, el padre, que están en el huerto, al inicio, ves que comparten un día a día entre ellos, que hay una comunicación. Entonces, sí, cada uno de ellos vive su propio proceso. Le damos más tiempo al de Oliverio, pero no dejamos de atender el proceso que vive cada uno de los otros personajes.

-¿Qué papel tiene el humor en la tragedia?

Catarsis, poder aligerar… y es algo físico. En este caso, hablábamos de la razón y las emociones, aunque puede haber humor estético, pero hay una parte que es pura física: sueltas, sueltas aire, sueltas el cuerpo, una risotada te aligera y te permite volver a construir, poder tensionar otra vez para volver a aligerarte. Y está la idea de no tomarnos tan en serio todo, a ratos, también. Si no reímos, entonces ¿para qué? Hay que reírnos, tratar de pasarla bien cuando sí se puede, porque hay ratos que no se puede.

-En tu obra, el perdón resulta de suma importancia, ¿por qué decidiste darle un lugar en esta ficción?

Yo digo que hay esta cosa que vivimos, que aunque te hagas consciente, vuelves a caer en la trampa, en la inercia de la cotidianidad, de olvidarte de la impermanencia de “sí, todos estamos muriendo aquí”. Sin embargo, no nos podemos poner de acuerdo, no podemos construir juntos, somos pura contradicción. Es el perdón no sólo al otro, sino a uno mismo. Oliverio, como buen adolescente, era intolerante, grosero con su papá y de repente, su papá ya no está ahí. Revisas cómo te portaste con tu papá la última semana y es como… Él lo saca ahí en forma de sueño, vuelvo a eso, los sueños nos permiten afrontar dramáticamente, son otro recurso narrativo para contar qué le está pasando a este personaje o a otros personajes, como el doctor Mata. En ambos es la culpa. Entonces, al aligerarse, al perdonarse a uno, puedes perdonar al otro y acercarte. A fin de cuentas, entiendo la película como un ejercicio humanista, como una mirada de “¡hey, platiquemos! Perdonémonos, acerquémonos”, no hay de otra.

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Escrito en: Guanajuato International Film Festival GIFF Arcadi Palerm

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