La representación artística del mundo natural podría remontarse a los albores de la especie humana, siendo posiblemente el arte rupestre una de sus expresiones originarias que ha evolucionado en las diferentes disciplinas artísticas a través del tiempo, hasta conformar una parte fundamental de la cultura de las diversas sociedades. Sin embargo, la época actual requiere que la creación artística despliegue todas sus capacidades para sensibilizar y potencializar una relación más armónica entre el binomio sociedad-naturaleza.
La época actual ya es calificada como el Antropoceno, destaca por las alteraciones que el hombre ha realizado de gran parte de los sistemas y procesos que rigen el orden natural. La visión o cosmovisión que se ha construido durante gran parte del período civilizatorio desde hace varios milenios se ha caracterizado por la concepción antropocéntrica de la vida, esto es, pensar que la especie humana es el centro de ella donde el orden natural debe sujetarse a satisfacer sus necesidades, facultándola para extraer indiscriminadamente recursos que le permitan "progresar".
Lo cierto es que nuestra especie no se ha conformado con destruir o desplazar otras especies de su propio género, u otras de género distinto, desde que acaba con la mega fauna terrestre hasta las guerras de colonización que aún realiza, ha demostrado incapacidad de racionalizar su existencia. Basado en supuestas "leyes naturales" que rigen desde las sociedades primitivas hasta las modernas, equivocadamente aplica esta concepción para justificar el sometimiento de un gobierno sobre sus ciudadanos, de élites sobre mayorías, de un país a otro, o de explotación de una clase social sobre otra. No se ha entendido que no hay clases superiores e inferiores, sino diferencias entre unos y otros individuos o clases de individuos, sean biológicas, económicas, sociales, políticas o culturales, que responden a condiciones y procesos de evolución cultural o desarrollo social distintos, y por tanto no ha aprendido a convivir, no competir, en la diversidad cultural que históricamente ha construido.
Esa aberración cultural evolutiva la replica en su relación con la naturaleza. No conforme con autodestruirse ahora ha intensificado la destrucción del orden natural, alterándolo y desequilibrándolo, rebasando los umbrales que le rigen. Esa visión antropocéntrica y extractivista que adopta ante si como especie y frente a la naturaleza, le ha conducido a una crisis civilizatoria que amenaza su existencia porque destruye las fuentes y los medios que la hacen posible.
Revertir esta cosmovisión antropocentrista requiere un gran esfuerzo individual y colectivo orientado a construir una nueva cosmovisión o paradigma, que implica cambios en los sistemas económicos, sociales y políticos para transitar de una contracultura subalterna a una nueva cultura que reinterprete las relaciones sociales y la relación sociedad-naturaleza. Hay opciones para hacerlo, quizás la educación formal sea la más sólida de ellas, pero los sistemas educativos replican la visión de las élites dominantes, cambiarlos implica sustituir las élites que hoy toman decisiones por otras que se propongan transformar la educación y convertirla en una vía para transformar la cultura dominante.
Otra opción es el arte, menos dependiente de los intereses de las élites y la forma creativa más inteligente para cambiar los valores culturales en las sociedades actuales, su producción se origina en la creatividad original del artista y como tal puede presentar una visión diferente. Este tipo de creación ya no está sujeta, o no debe estarlo, al patrocinio condicionado como ocurrió con el arte sacro, puede y debe expresar esa nueva visión del mundo que contradiga y revierta la concepción antropocéntrica de este, presentar a través de la música, la prosa literaria, la poesía, a la pintura, la escultura, la fotografía, el cine y demás manifestaciones, una opción diferente de ver el mundo, una nueva forma diferente de ver las relaciones entre la sociedad y la naturaleza.
Impulsar dichas expresiones hoy en día es una encomienda de toda sociedad, valorar y respetar la diversidad cultural que esto representa implica reconocer la otredad, construir o reconstruir la identidad de las personas y las colectividades. En regiones como La Laguna, nuestra región, es importante construir esa identidad, que esta no solo se base en la visión mercantil de la vida donde las personas y los recursos naturales nos vemos como mercancías, como entendemos corresponde a una región en la que su población creció en un entorno mercantil, pero que necesita crear y retomar nuevos valores, aquellos que refieren a nuestro origen como habitantes del desierto y los ríos que le atraviesan, dando sustento a una singular biodiversidad y a nuestra propia singularidad como sociedad.
Hoy en día el arte ya no puede verse desasociado de la naturaleza. Es y será durante un buen tiempo, una opción de reconstrucción de nuestra visión de ella, un medio para frenar el deterioro a la que le hemos sometido, de revertir y cambiar las prácticas que trastocan que le trastocan. Es tarea de los artistas crear el arte sobre la naturaleza, como de todos promoverla.