El miércoles pasado en Viena, Arabia Saudita y sus aliados petroleros, que ahora incluyen a Rusia en el llamado grupo OPEP+ -y en el cual participa México- se activaron para sacudir el orden energético mundial. Su decisión de recortar 2 millones de barriles por día de los objetivos de producción es un intento agresivo para aumentar los precios del petróleo y una amenaza para una economía global acosada por la inflación y la creciente ansiedad de consumidores por los precios y la escasez de energía. Y marca una nueva y quizás peligrosa brecha entre países productores y consumidores, especialmente entre EU y Arabia Saudita.
El momento de los recortes fue especialmente revelador, ya que se produjo solo meses después de que el presidente Biden, tuvo que tragar sapos en Jeddah chocando puños con el líder de facto del reino. Y se da también a solo cuatro semanas de las elecciones legislativas en EU. Si bien los precios de la gasolina han venido a la baja, comienzan a subir de nuevo, sobre todo en la costa oeste del país, donde seis refinerías en California y Washington redujeron la producción debido a labores de mantenimiento. Días antes de la reunión en Viena, enviados de la Casa Blanca habían viajado a Arabia Saudita para implorar al reino que no recortara el suministro. La respuesta, en lo que no puede ser interpretado más que como un mensaje político diáfano, no dilató: el Ministro de Energía saudí selló el acuerdo para reducir el suministro de la mano del viceprimer ministro ruso, Alexander Novak, solo días después de que EU incluyera a éste en la lista de individuos sancionados en represalia por la invasión a Ucrania. El plan de Washington de imponer un precio tope a las exportaciones de crudo ruso, un intento de reducir los ingresos del Kremlin sobre todo cuando comiencen las sanciones más rigurosas de la Unión Europea en diciembre, ha causado alarma entre países de la OPEP. Temen que la medida pueda usarse en su contra en el futuro.
Pero no hay duda que en la búsqueda por preservar y blindar precios más altos del petróleo y por ende recursos para Rusia ante el cerco de sanciones, el Kremlin está utilizando al líder de facto de la OPEP, Arabia Saudita, cuyos ministros apuestan a la futura cooperación rusa en asuntos energéticos, para hacer que sea más costoso para Occidente tomar represalias contra Rusia. Y no hay que descartar que al igual que regímenes en Brasilia, Budapest, Moscú, Ankara y la Ciudad de México, la monarquía saudí abiertamente apostó -y apuesta- por Trump. Meterle un torpedo debajo de la línea de flotación a Biden camino a las urnas en noviembre, y más allá hacia el 2024, potencialmente impactando precios de gasolina al alza y abonando a la narrativa Republicana que Biden y los Demócratas no saben conducir la economía estadounidense, podrían convertirse, desde el punto de vista electoral, en una proverbial "sorpresa de octubre" y, desde una perspectiva geopolítica, en una jugada de ajedrez.