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De política y cosas peores

ARMANDO CAMORRA

"Y el padre de la criatura ¿está dispuesto a casarse contigo?". Tal pregunta le hizo el severo genitor a su hija cuando ésta les anunció a sus padres que estaba levemente embarazada. "Sí, papi -respondió la chica-. Ya tengo la formal promesa de cinco de ellos". Decía un sujeto a propósito de su matrimonio: "Mi mujer y yo jamás tenemos ni un sí ni un no. El puro qué te importa". Caso muy diferente al del tipo que comentaba: "Mi esposa y yo discutimos acerca de todo. Sólo hay una cosa sobre la cual no discutimos". Preguntó alguien: "¿Cuál es?". Respondió el tipo: "El colchón". Don Languidio llegó a su casa muy apesadumbrado después de su visita al médico. Le contó a su señora: "El doctor me dijo que no puedo fumar, que no puedo beber, que no puedo hacer el amor.". La doña se apresuró a aclarar: "Eso último no se lo dije yo ¿eh?". Sir Galahad iba a partir a la Cruzada, e hizo que le pusieran a su esposa, lady Hogface, un cinturón de castidad. El segundo en el mando, sir Leotard, le dijo: "Perdóname la franqueza, amigo mío, pero tu mujer es tan fea que no necesitabas ponerle cinturón de castidad. Aunque estés tú ausente nadie se le acercará". "Lo sé -reconoció sir Galahad-. Pero el mío es plan con maña: a mi vuelta le diré que los turcos me robaron la llave". Mañana habrá elecciones en seis estados de la República: Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas. Por las encuestas que se han hecho se conoce ya con aproximación el rumbo que tomará el voto de los electores en cada una de esas entidades, aunque ya se sabe que en la política no debe darse nada por seguro, pues lo mismo que en las cosas del amor y la guerra en esa difícil rama del quehacer humano priva la inseguridad. Por virtud de esa incertidumbre, de la cual tengo una absoluta certidumbre, no me atrevo a hacer ningún vaticinio. Las únicas profecías en las cuales he acertado son las que he hecho después de acontecido el suceso que profeticé. Soy, como quien dice, profeta a posteriori. Tres cosas espero, sí, de esos procesos electorales. La primera: que los votantes acudan a las urnas y venzan a ese enemigo de la democracia que es el abstencionismo. La segunda: que la delincuencia organizada no tenga presencia ni influjo de ninguna clase en esos actos. Y, finalmente, que las elecciones sean limpias y no se vean manchadas por maniobras turbias, acciones fraudulentas o impugnaciones sin razón tendientes a alterar o anular la voluntad de la ciudadanía. Lo que sucederá mañana podrá servir de incipiente indicador acerca de la elección presidencial del 24, seguramente la de mayor importancia en la historia actual de México, pues se enfrentará en ella el anhelo de preservar la democracia, tan trabajosamente conseguida, contra el intento de establecer un maximato que sería en verdad una reelección enmascarada. A los cuatro lectores que tengo en aquellos seis estados de la República los exhorto humildemente, respetuosamente y encarecidamente a ir a las urnas. El que no vaya a votar no tendrá derecho a protestar. Dos lindas chicas salieron a pasear en bicicleta. El regreso lo hicieron por una calle empedrada. A poco andar una de las jóvenes ciclistas comentó: "Nunca me había venido por aquí". "Yo tampoco -dijo la otra-. Ha de ser por las piedritas". (Nota. Cuando me contaron este chiste no lo entendí, y aún no capto su sentido pese a que lo he leído varias veces con atención reconcentrada. Me dicen, sin embargo, que es bastante rojo. Yo pienso que el color de un cuento está en la mente de quien lo lee. Esperaré a entender este relato para determinar su tono). FIN. 

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