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El Día Internacional de la Danza fue instaurado en 1982 por la UNESCO. Se decidió que la celebración se efectuara el 29 de abril en referencia al natalicio del coreógrafo francés Jean-Georges Noverre, considerado el creador del ballet moderno.
El objetivo de esta celebración es dar homenaje a la danza y reconocerla como una disciplina de arte universal. Cada año se brinda un mensaje respecto a este día, el cual es otorgado a una figura importante de la danza a nivel internacional.
Para 2022, la elegida fue Sue Jin Kang, directora del Ballet Nacional de Corea. En su mensaje, la artista hace referencia a los estragos que la pandemia por COVID-19 dejó tanto en el mundo cultural como social. Esta situación provoca que se tenga que replantear el significado de la danza y de los bailarines.
Menciona que la danza, en un pasado lejano, suponía un medio primordial de expresión que empleaba puentes comunicativos a través de los gestos; se convertía en un arte escénico capaz de conmover el alma e inspirar al público.
Su carácter efímero, momentáneo, lo caracteriza difícil de “restaurar en su forma original una vez completado, porque se crea con todo el cuerpo y el alma. La danza está hecha de momentos efímeros, lo que predestina a los bailarines a estar en constante movimiento. Sin embargo, el COVID-19 ha restringido e incluso bloqueado el arte de la danza en su forma original”.
Sue Jin Kang continúa y añade que, aunque la situación sanitaria en el mundo muestra mejora, los espectáculos de danza siguen tendiendo restricciones. “Esto nos hace atesorar los preciosos recuerdos de los tiempos en los que la danza y los bailarines brillaban como joyas e iluminaban el mundo, transmitiendo la angustia, la ansiedad humana, la voluntad y la esperanza de vivir”.
En este contexto, remite a una memoria histórica: el 28 de junio de 1841, en una réplica de la peste negra, el ballet Giselle se estrenó en la Ópera de París. La obra muestra al amor más allá de la muerte y tuvo una explosiva respuesta. Desde ese momento, el ballet Giselle se representa en el mundo para paliar los estragos de una pandemia.
“Esa es mi manera de entender Giselle, tal y como se demostró desde su primera representación: es el magnífico espíritu de una bailarina que intenta escapar de la gravedad de las penurias que azotan al mundo”.
El mensaje cierra señalando que, tras la ausencia, el público está sediento de danza y de los actos de los bailarines, pues su arte puede otorgarle valor a la gente para superar esta pandemia.