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Recuerdos de una vida olvidable...

¿Cerrar los ojos acalla la conciencia?

MANUEL RIVERA

Muy temprano me encara este día la vida. El sol está todavía lejos de volver a cumplir su amenaza en una tierra sin agua.

En la comodidad de un auto de tres cilindros con aire acondicionado viajo con mi perro, al que acaricio mientras en la incipiente lentitud del tránsito mi mirada es atraída por un semejante, de unos dos o tres años, quien junto a quien podría ser su madre aguarda en brazos de ella el incierto arribo del transporte público. En lugar de cabello, como si fueran caprichosos tatuajes, múltiples testimonios de un terrible accidente o de diversas intervenciones quirúrgicas coronan su inexpresivo rostro.

Minutos después camino junto a mi can en las calles de un fraccionamiento en desarrollo que depreda la falda de la montaña. Súbitamente, dejamos de avanzar para evitar que un coyote detenido en medio de una avenida huya hacia otra con mayor flujo de vehículos.

Esa imagen parece inexplicable hasta que segundos después sale desde una manzana aún no urbanizada un famélico individuo de la misma especie. Juntos reanudan su paso y pierden en una mancha de vegetación sobreviviente.

Casi al terminar la caminata sale a mi paso una cachorra abandonada de raza pit bull, pretendiendo defender los escombros que le sirven de refugio. Poco podría hacer invadida de parásitos y con la piel untada a sus huesos.

Tres casos distintos, una misma respuesta: acallar la conciencia convenciéndola de que nada es posible hacer por aquello que la lastima.

¿A qué viene lo anterior? Obedece a recordar que, hasta la fecha, no existen evidencias que demuestren que los políticos son extraterrestres.

Intentaré explicarme por medio de la siguiente experiencia:

Tras un sexenio considerado por algunos críticos como distante de los ciudadanos, una de las primeras ideas surgidas en la nueva administración de ese estado norteño fue organizar audiencias públicas semanales, "creativa" propuesta del equipo entrante de asesores que daba continuidad a una de tantas promesas de campaña.

Las audiencias tuvieron regularidad sólo durante dos o tres meses, puesto que pronto se reconoció el extenso tiempo que demandaban al gobernante, quien se vio obligado a decidir, primero, realizarlas cada 15 días y, luego, optar por celebrarlas mensualmente. En ese periodo empezaron también a flaquear algunos funcionarios, quienes afirmando tener compromisos ineludibles exigidos por el propio gobernador, designaban representantes para que asistieran a ellas.

Era cierto que estos actos se habían convertido en maratones que a cualquiera podían cansar, sin embargo, el gran tema a resolver no era el tiempo que exigían al mandatario, sino dar respuesta a las peticiones que se le hacían a este, las que, además, se realizaban bajo la aún vigente visión de que él era la única persona con poder para concederlas.

Sumaban miles las demandas ignoradas o no resueltas en un primitivo sistema burocrático que carecía de medios y voluntad para al menos decirle a los solicitantes: "Te quiero, pero habrá que esperar".

Empero, lo anterior no fue la causa de la extinción de las audiencias. Terminaron debido a una crisis existencial del mandatario, igual a la que podía sufrir cualquiera de sus adversarios o simpatizantes. Por momentos no se asumía como tal, pero era humano.

Algunos de sus cercanos tratamos de darle ánimo para convencerlo de buscar un nuevo modelo que involucrara más a sus colaboradores y a él exigiera menos horas, así como evitara falsas expectativas en los ciudadanos y mantuviera abierto un canal de desahogo para ellos.

"¿Qué voy a hacer, si casi toda la gente me pide trabajo o recursos? Me es imposible darles lo que necesitan", decía con franca pesadumbre a sus más allegados. No mentía y, además, reconocía tácitamente que la oferta de campaña fue sólo quimera. Claro, a final de cuentas optó humanamente por silenciar su conciencia convenciéndola de que hay cosas por las que nada se puede hacer.

Quizá también sea una quimera esta propuesta, pero: ¿por qué antes de suponer la existencia de políticos extraterrestres no hacemos lo humanamente posible para que la voz de la conciencia de cada uno de nosotros se convierta en acción, no en dolor acallado?

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