Urgen a unidad de hospitalización ante alza en consumo de cristal

"¡Ay padre Santo!, ¿cómo va a ser justo que mijo haya agarrado ese vicio?, tengo un dolor de corazón al verlo como anda, yo estoy mala de la presión y estoy batallando. Ya van como dos cobijitas que le doy y me las quema, me puede ver como está durmiendo entre la basura", dice entre lágrimas doña Carmela, al recordar que su hijo José, de 34 años "anda todo echado a perder" por su adicción al cristal.

Al hombre lo dejó su esposa y se llevó a sus hijos, luego de que el consumo de dicha sustancia dejara en él notables cambios físicos y efectos cognitivos destructivos. Tiene ansiedad, paranoia, estados de alteración y violencia. José duerme donde lo agarra la noche, la última vez lo hizo en unas tapias y se conforma con que sus padres de la tercera edad "le estén dando la gorda".

Carmela ya no sabe qué hacer o a quien recurrir y su angustia es cada vez mayor, pues desafortunadamente un tratamiento integral que incluye el internamiento para su hijo, resulta costoso, además de que son pocas las opciones que tiene.

En los últimos siete años y tres meses creció de forma alarmante el consumo del cristal en La Laguna, por lo que el Centro de Integración Juvenil (CIJ) de Torreón urgió a los tres ordenes de gobierno a la apertura de una unidad de hospitalización en esta región.

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Entre 2015 y 2021, el consumo se incrementó 34 veces. Según datos oficiales del Sistema Integral de Información y Estadística en el CIJ, la cifra de pacientes atendidos que refirieron el uso de esta droga, pasó en dicho periodo del 1.8% al 62.04%. En 2021, se reportaron a 548 pacientes en este Centro y 340 manifestaron el consumo de cristal. En los grupos de edad, un 34.85% tenían entre los 18 y 25 años; un 22.99% entre 13 y 17 años; un 22.08% entre 26 y 34 años y un 15.33% tiene 35 años o más.

"Las circunstancias nos han llevado a ese punto donde ya se tendría que estar consolidando la idea de que se requiere una unidad de hospitalización aquí en la región, porque ya para nosotros es muy complicado. Incluso los grupos de autoayuda ahorita están saturados, muchos ya de ellos ya no tienen cupo, la verdad es que el cristal ha tenido un impacto muy fuerte", señaló el director del CIJ, Rafael Mora Garza.

Dijo que el consumo de metanfetaminas como el cristal, en muchas ocasiones lleva a los usuarios a una necesidad de un internamiento y añadió que más de la mitad de los pacientes que llegan al Centro de Integración Juvenil fácilmente requieren hospitalización.

TRATAMIENTO

"En ningún consumo de drogas es sencillo el tratamiento, pero con los usuarios de cristal, pues el tratamiento es muchísimo más complicado y las opciones que tienen son pocas.

Cuando esos pacientes por alguna circunstancia dejan de consumir, el síndrome de abstinencia es muy fuerte, la necesidad física de la droga y la necesidad psicológica es muy fuerte, entonces hacen que el mismo organismo presente situaciones de ansiedad o depresión muy fuertes o intentos de suicidio", apuntó.

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El cristal tiene un alto potencial adictivo, es relativamente barato, de fácil acceso y el deterioro a la salud se presenta en muy poco tiempo. Afecta al sistema nervioso central y además de las consecuencias graves para la salud, trae afectaciones al entorno social y familiar, llevándolos incluso a delinquir. Hay rompimiento de las relaciones familiares, trastornos mentales, relaciones sexuales de alto riesgo, delirios paranoicos que conducen a comportamientos agresivos repentinos y psicosis, que da lugar a pensamientos homicidas o suicidas.

Las unidades de hospitalización brindan servicio las 24 horas del día y están conformadas por un equipo multidisciplinario, que en promedio puede atender a unos 50 pacientes. Las personas reciben el mismo tratamiento profesional que les ofrecen en los Centros de Día, donde hay atención psicológica, médica, de enfermería, trabajo social.

Para Rafael Mora Garza, en una primera fase que tiene una estancia aproximada de 15 días, se podría manejar el síndrome de abstinencia. Después se trabajaría en la parte psicológica. La permanencia varía de acuerdo al tipo de sustancia que se consume y a las escuelas pero en promedio, el tratamiento es de entre 3 y 6 meses.

Se calcula que el costo estimado anual para la operatividad de estas unidades de internamiento es de unos 12 millones de pesos. En años anteriores, el CIJ ya había destacado la necesidad de uno de estos espacios en la Comarca Lagunera, pero hasta ahora no se ha tenido respuesta por parte de las autoridades municipales, estatales y federales.