Ayer acudí a la inauguración de la Casa de Agua Toño Simón, en el ejido Lequeitio, municipio de Francisco I. Madero, Coahuila. Es una potabilizadora como las que vemos a diario en diferentes partes de las ciudades y algunas comunidades rurales laguneras, donde la población se abastece llenando garrafones para su ingesta directa y elaborar sus alimentos, ya que el agua que se extrae de los pozos en su mayoría no es potable por la presencia de substancias y elementos tóxicos para su salud, donde particularmente destacan el arsénico y el flúor.
Lo que distingue a esta casa de agua son varias cosas. La primera es que es una casa de agua cuya inversión para instalarla provino de aportaciones privadas que recaudó la Red Nacional Agua para Todos@Agua para la Vida, es decir, no son fondos públicos sino de origen privado canalizados a través de una red ciudadana que los donó para que la comunidad rural de Lequeitio tenga una fuente de agua subsidiada, accesible comparativamente con las casas de agua comerciales que proveen este recurso a precios mayores que en las ciudades.
En segundo lugar, donde aunado a que existen problemas de abasto porque las redes de distribución de agua doméstico-urbana son insuficientes o deficientes para proveer el vital líquido a la población, esta comunidad rural está ubicada en una zona donde los abatimientos del acuífero principal son marcados y las concentraciones de arsénico están disparadas, en ese municipio se han registrado valores de hasta 90 veces el estándar internacional (10 mg/L) o 36 veces arriba de lo estipulado por la caduca NOM-127-SSA (25 mg/L), esas cifras escandalosas ausentes en las campañas electorales o en los informes de gobierno, por la omisión existente en los tres niveles de gobierno y en los tres poderes de la Unión, de las que durante más de medio siglo han jugado al avestruz.
En tercer lugar, el donativo de la red ciudadana se destina para crear un proyecto comunitario que sea operado por un Comité de Agua del ejido Lequeitio, lo que se trata no es de hacer negocio con la venta comercial del agua, sino de prestar un servicio a la población con una empresa comunitaria que opere en forma autónoma y rentable, que provea agua de manera más accesible ya que a la mayor parte de quienes residen en las comunidades de esa zona se les dificulta adquirir el garrafón en las casas de agua comerciales, por lo que también se abastecen para la ingesta directa de los chorritos que salen del agua entubada o de los pozos agrícolas de los ejidos o de los ranchos privados, poniendo en riesgo su salud por la exposición a que se someten. Sería pertinente se replicaran ejercicios como este en tanto se concreta el programa Agua Saludable, particularmente en comunidades donde el hidroarsenicismo sigue haciendo estragos en la salud de la población.
Comunidades como Lequeitio se ubican en la franja donde mayormente la población se expone a las afectaciones de su salud por el Hidroarsenicismo Crónico Regional (HACRE), donde la comunidad médica académica ha realizado durante medio siglo sistemáticamente estudios sobre los padecimientos derivados de la ingesta involuntaria de agua, donde los especialistas en salud pública han señalado, también sistemáticamente, la gravedad de la situación de esta población vulnerable, y se han convertido en los voceros de las personas afectadas, aquellas a las que el Estado mexicano no ha atendido y que deambulan por los hospitales buscando esa atención que se les brinda como casos individuales, cuando es un problema de salud pública.
La inauguración de la Casa de Agua lleva el nombre de Antonio Simón Zamora, un luchador social lagunero originario de Lerdo, Durango, asesinado en 1991, en Pátzcuaro, Michoacán, durante el gobierno de Salinas de Gortari, por ello se invitó al evento a sus hermanos, reivindicando su nombre tres décadas después.
Para quienes vivimos en nuestra región, este ejercicio tiene un significado simbólico porque no solo son ciudadanos foráneos los que donan los fondos para la instalación de esta casa de agua comunitaria, recordándonos que en La Laguna hay un grave problema de salud pública que ha afectado a miles de personas por la ingesta involuntaria de agua contaminada, pero también que este problema se deriva, en gran parte, de la sobreexplotación del acuífero principal, otro asunto que también se ha postergado resolver y sobre el cual se omite atender.
En el marco del Día Mundial del Agua que se celebró ayer, es importante que los laguneros tengamos conocimiento de este esfuerzo ciudadano y de él derive una reacción para que desde las oficinas de gobierno, desde las empresas privadas, principalmente las agropecuarias que utilizan los mayores volúmenes de agua en sus procesos de producción y donde se identifica la mayor extracción de agua que ha provocado los abatimientos y la contaminación del agua subterránea, y en particular desde la óptica ciudadana, ya que finalmente todos nos vemos afectados por el desabasto, por cierto cada vez más grave, y la contaminación que sufre el agua con las ya documentadas afectaciones a la salud pública, hagamos algo para remediar esta problemática. Ojalá en el futuro, porque en el presente resulta imposible, volvamos a tomar agua de la llave, pero agua potable.