Por fin llegó la oportunidad de estar frente al "mero mero" del changarro y pareciera que muchos afortunados lo dejaron pasar así, "como si nada".
Alejandro Irarragorri y Dante Elizalde le pusieron el pecho a las balas del "escuadrón amigo", en su división Aficionados, el sábado 11 de junio. Ese día quedará en la historia del Albiverde (el mismo "presi" comentó algo de un aniversario cercano) como el día en que el señor Irarragorri bajó de las alturas para enfrentar a una afición molesta… o al menos eso parecía. Ese día también, por la noche, la Selección Mexicana recibió a Surinam en la cancha del estadio Corona.
Durante el mencionado encuentro con los que serían 100 aficionados al Santos, el presidente del club y el presidente del Grupo Orlegi atendieron, escucharon y respondieron dudas. La idea resultó muy atractiva para los invitados: era su primera vez.
Los seguidores del equipo lagunero llegaron a la cita con sus playeras puestas y preguntas formuladas con anticipación, algunas con mejor estructura que otras. Desfilaron de tres en tres y, aunque se dirigieran a Dante, era Irarragorri quien tomaba la palabra primero (en las preguntas "difíciles"). Era la gran oportunidad para todos de "limar asperezas", de aclarar ciertos puntos, de abrir los canales de la comunicación de manera directa, sin medios de por medio.
El mentado foro tuvo sus altibajos. Puntos álgidos, emotivos, curiosos y pintorescos. Podríamos enumerar varios, como el aficionado que le reclamó a Irarragorri porque "le hacía daño" (mismo que soñaba con conocer a Dória), el ingeniero "predecible" que quiso entender los procesos del club, las lágrimas de coraje de Rafa Figueroa (para varios, palabras actuadas e innecesarias), hasta que el presidente de Grupo Orlegi puso en duda los conocimientos sobre geografía de media audiencia (cuando él mismo batalla en la redacción de un tuit), levantándose el cuello además al recordar de dónde fue a traer a un tal Gorriarán.
La charla se alargó por tres horas o más. Cansado, por momentos, pero el "presi" aguantó estoico.
Al final del día, como diría, me parece que el ejercicio tiene resultados positivos. Los aficionados se dieron cuenta que no es lo mismo reventar (u opinar) desde las redes, muchas veces desde el anonimato, a tener a escasos metros al depositario de sus reclamos. El presidente, el de mayor rango, tuvo su revancha: entre broma y broma, sarcasmo e ironía, datos, fechas y números, repartió a diestra y siniestra y puso a cada quien en su lugar. En este acercamiento, salvo una honrosa excepción, el desplazado fue el medio de comunicación… como parece ser su destino.
Fue el día del aficionado ante el máximo dirigente del equipo y su más allegado súbdito, al menos de esta parte del mapa. Se dijeron dos o tres verdades en el foro. Quedaron pendientes otras tantas. Se liberaron tensiones, se dieron abrazos, se reconocieron errores y se pidió, de una u otra forma, renovar la fe guerrera… y de paso, los abonos.
Algunos vuelven a creer. Otros quedaron más confundidos. Y ya, después de atole, solo queda repasar algunas líneas y dejar que "el hubiera" revoloteé en la mente de cada quien. No sé qué tan positivo sería tener esta práctica de manera regular. ¡Vaya!, no sé si sería redituable. Por lo pronto, hoy queda claro que ante una persona preparada, hay que prepararse también. Queda claro que Dante Elizalde está siempre a lo que primero diga el jefe. Queda claro que los aficionados entienden el futbol de diferentes formas y que, al final del día, las personas pasan y los colores son los que quedan… y el negocio, claro.
La duda que aún se mantiene en el aire es, ¿qué pasará cuando la multipropiedad llegue a su fin en el futbol mexicano (si es que llega a pasar)? ¿Cuál de los dos jerseys sobrevivirá bajo el mandato de Orlegi, Santos o el de Atlas?
¿Le seguimos? Soy Foko_54 en Twitter. También respondo en @Champs_MX.
