Atlas quedó campeón, 70 años después de la última vez. 2021 se convirtió en el año de los milagros, con dos monarcas en el futbol mexicano de los que tal vez ya pocos esperábamos ver levantando un trofeo. Primero lo hizo Cruz Azul, a costa de los Guerreros del Santos (carrilla infinita); hoy le tocó el turno al hermano rojinegro.
Daniel Guzmán lo dijo un desayuno con los medios en la Comarca: Atlas no está hecho para ser campeón. Mentiras no dijo; el ADN atlista era jugar bonito, formar jugadores y hacer sufrir a sus seguidores. Tuvo que llegar un señor empresario para cambiarle la cara al equipo, rodeado de suspicacias.
Que si el futbol es una mafia… sería bueno que alguien tuviera pruebas y las presentara. Atlas ganó en la cancha, con la ayuda de muchas situaciones "circunstanciales" y la ayuda (en apariencia) de las respectivas ternas arbitrales. En todas las series apareció ese factor: contra Monterrey, un penal "inventado". Ante Pumas, un penal "perdonado". Contra León parecía que la historia sería distinta, pero dicen algunos que el gol del empate global fue en fuera de lugar. Luego, los malditos penales, la pesadilla del 99. Bien dijo Roberto Gómez Junco; ante la duda en el VAR, el Atlas. Así fue la liguilla.
Atlas lo resolvió con clase y futbol; León, un digno contrincante. Lo mejor: la fiel afición. Sabedores de que su equipo no compite torneo tras torneo, los seguidores atlistas son apasionados. Saben que en su casaca va implícito el sufrimiento y lo asumen con gallardía y estoicismo. Hoy les toca celebrar y disfrutar un campeonato que tardó 7 décadas en regresar y que, si no hacen algo realmente memorable en Guadalajara, durará muy poco.
Furch se convierte hoy en el héroe del rojinegro al marcar el penal decisivo. Algo así como lo hizo "Cabecita" Rodríguez el torneo pasado, precisamente ante los Guerreros. Y las miradas en La Laguna rápido voltean hacia los directivos, ¿qué están haciendo con el Santos?
La multipropiedad nunca me pareció buena idea en el futbol mexicano. Suena a… suspicacias. Da material para la crítica, para "pensar mal". Pero lo hecho, hecho está. Y está claro que en México no hay nadie que pueda parar a los dueños del balón y del billete. Esto es un negocio. Por eso no importa que cada seis meses, el Club Santos anuncie con bombo y platillo la renovación de sus mejores jugadores; todos sabemos que eso significa que ya hay ofertas sobre la mesa por ellos y que no durarán mucho en el plantel.
No importa en México la ética, aquí manda el dinero. El futbol se convierte en circo y nosotros, el público perfecto.
Dice mi amigo el Pollo que ya no cree desde el 12 de diciembre de 2021 deja de creer en el futbol mexicano. A mí me cayó bien el título del Atlas. Que lo goce su gente hoy y que poco les importe lo que se diga alrededor. Solo ellos saben lo que tuvieron que esperar para volver a vivir algo así, la gloria efímera que brindan los torneos cortos del futbol mexicano. Y quién sabe cuánto tenga que pasar para que vuelvan a dar la vuelta, una vuelta más.
En La Laguna, está de regreso Caixinha. Sin equipo, aceptó volver a tratar de levantar un barco al que no se subirán grandes figuras y, aun así, se le pedirá que gane "Concachampions". El trofeo que falta en la vitrina del "presi". La presentación, exclusiva para algunos. De cualquier forma, parece que no tenía mucho que decir; "Aquí todo sigue igual, como cuando estabas tú". Incluso el inconcluso metrobús.