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Una perspectiva optimista sobre una crisis

Circunstancias

FRANCISCO PINEDA

En ya casi 10 meses el mundo ha visto enfermedad, muertes en cantidades similares o superiores a algunas guerras, pérdidas inesperadas de seres queridos, devastación económica, desolación, confinamiento, desinformación perversa, y una incertidumbre por el temor al contagio lo cual ha generado confusión y ansiedad. La combinación de estos factores justificadamente tiende a reforzar un efecto negativo a millones de personas a través del planeta. Desde el anuncio sobre la pandemia, estamos siendo testigos de una época que indudablemente será parte de la historia de la humanidad, y que está marcando una huella permanente. Con la disponibilidad de las vacunas parece existir un sentido de dirección en términos de solución, aunque no se sabe con certeza cuando llegaremos a una "normalidad," lo que quiera decir la palabra en este caso. No obstante, este fenómeno tiene el potencial de crear algunas oportunidades de aprendizaje y desarrollo social. Es decir, y sin menoscabar el impacto que el desastre sigue creando a muchas familias, el fenómeno puede producir, o ya está produciendo, una concientización en varios aspectos de la vida diaria.

Información sobre el tema de la pandemia abunda en los diferentes medios de comunicación. Algunos con muy buenas intenciones de educar y orientar, otros de desinformar sin empatía y con intereses ideológicos y absurdos, o de plano ingenuidad o ignorancia. Y otros con la firme idea de estimular reflexión y curiosidad. Este último aspecto es la idea de este artículo, ya que intenta presentar una perspectiva optimista con respecto a una crisis. Pensar de manera optimista tiene aspectos muy positivos, sin embargo, y dependiendo de nuestras circunstancias, los resultados no siempre son los esperados. Ser optimista es una condición mental en donde una persona tiene buenas expectativas sobre el futuro, con la esperanza de que las cosas estarán bajo control, y con una apariencia de actitud positiva ante otros. Esto incluye una actitud de confiar en que una crisis se afrontara con ánimo y perseverancia, y una convicción de reducir probabilidades de contagiarse, accidentarse, enfermarse, o ser víctimas de algún asalto, por medio de medidas creativas de protección. En ciertas situaciones, una perspectiva optimista tiene sus ventajas, pero a veces puede ser impráctica o no productiva, ya que también es muy posible evaluar la realidad de manera errónea, por ejemplo, asumir que el contacto con una persona de confianza no terminará en contagio, o que el uso del cubrebocas no es necesario en ciertos ambientes.

Henry Nasrallah, psiquiatra con amplia experiencia clínica, escribió un artículo interesante sobre este tópico (Insight Matters, enero 2021). El Dr. Nasrallah sugiere que un hecho negativo puede tener aspectos positivos. En este artículo él se refiere específicamente al impacto negativo de la pandemia. Sin subestimar lo destructivo de este virus, el galeno menciona el surgimiento de una concientización sobre la salud en general, e interés sobre las ciencias relacionadas al tema de la salud. En particular, una mejor conciencia de que la salud individual y pública se asocia a una vida estable, y a cierto grado de felicidad; una situación de pandemia en donde mucha gente, como consecuencia de la educación adquirida, está erradicando la mistificación de las vacunas, y su temor a ellas. Sobretodo, un entendimiento de que esta contribución científica tiene el potencial de ayudar en la prevención de enfermedad, y muerte en cantidades masivas; una situación de pandemia que ha dilucidado la esencialidad de las diferentes especialidades y funciones médicas; la esencialidad de una industria farmacéutica que ha trabajado duro para lograr en nueve meses lo que regularmente tarda años (a pesar de las críticas); y principalmente, la esencialidad de una cooperación de la comunidad para protegerse de infecciones.

No hay duda de que la pandemia ha afectado seriamente el comercio y servicios, por ejemplo, la industria restaurantera y la de espectáculos de entretenimiento y deportivos, y muchos otros negocios y celebraciones o actividades de tipo social. Sin embargo, creo que existen razones para sentirse optimista a pesar de la falta de esos servicios, y las sensibles pérdidas humanas que muchos han adolecido, y la sensación de desolación que muchos están viviendo. Esperemos que, con el advenimiento de las vacunas, la concientización genuina sobre protegerse de infecciones, y más opciones de tratamiento para aquellos que se han contagiado, las esperanzas de salir adelante ante esta pandemia sean realistas. Gracias por su interés en esta columna.

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