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Ucrania: los mensajes que Putin quiere comunicar

MAURICIO MESCHOULAM

Putin no se siente escuchado por Occidente. La crisis que se ha estado construyendo en Ucrania tiene mucho que ver con eso. Hay varios otros factores influyendo, sin duda. Pero en esencia, Putin siente que sus preocupaciones y exigencias no están siendo consideradas con seriedad. Y lo está haciendo saber. De ahí la importancia de la videollamada Biden-Putin del martes, a pesar de las muchas diferencias que se expresaron.

Considere este ejemplo del libro Dereliction of Duty, de H.R. McMaster: Durante la crisis de los misiles de 1962, el secretario de defensa estadounidense McNamara quiso mantener un férreo control sobre cada buque, cada submarino y cada aeronave que mantenía el bloqueo sobre Cuba. Temía que los militares malentendieran el objetivo del bloqueo. El Almirante Anderson, jefe de operaciones navales, irritado, dijo a McNamara que la marina estadounidense sabía cómo llevar a cabo bloqueos exitosos desde el siglo XVIII. McNamara respondió que esa operación "no era un bloqueo, sino un medio de comunicación entre Kennedy y Kruschev".

La actual acumulación de casi 100 mil tropas rusas en sus fronteras con Ucrania-y el mensaje de que una invasión rusa a ese país pudiera ocurrir dentro de las próximas semanas-podría entenderse también como un "medio de comunicación".

Efectivamente, el conflicto ucraniano permanece irresuelto desde 2014. Hay muchos elementos confluyendo. Además de los propios componentes de un conflicto latente, están ahí los efectos devastadores por la pandemia, las situaciones políticas internas tanto en Ucrania como en Rusia y, por ende, la necesidad de dar fuerza al sentimiento nacionalista ante sus propias audiencias; está ahí el tema del gas. En fin, todos esos y muchos otros factores importan y suman.

Pero hay un tema crucial que Putin viene repitiendo una y otra vez desde 2014 y que, a decir suyo, no ha sido escuchado por sus contrapartes occidentales: Ucrania no es un "espacio de influencia rusa", sino su zona más próxima de seguridad. Ucrania no es Siria. Ucrania no es, ni siquiera, Afganistán que también tiene frontera con Rusia. Ucrania, histórica, cultural, lingüística, política y geopolíticamente, forma parte del círculo vital de estabilidad para el Kremlin. Ucrania, en la visión de Putin, no debería ser siquiera tocada por Occidente.

Lo que sucede con el movimiento Maidán del 2013-14, y más concretamente tras el derrocamiento del presidente ucraniano Yanukovih, es que Ucrania, en la percepción de Putin, rompió con una firme línea histórica y se escapó de esa zona de seguridad de Moscú, situación que, desde su perspectiva, estaba siendo motivada por Occidente.

Para Putin, las líneas rojas que sus contrapartes "no han querido escuchar" o entender, tienen que ver con sus sospechas de que la OTAN -la alianza rival- sigue queriendo integrar a Ucrania. Tienen que ver con la presencia de esa alianza atlántica para armar y entrenar a Kiev, y construir "infraestructura" para, desde ahí -en su visión- amenazar la seguridad rusa. Tiene que ver con los ejercicios navales conducidos por Washington y sus aliados en el Mar Negro, cerca de Ucrania.

Esa es la relevancia de una llamada como la ocurrida el martes pasado entre ambos presidentes. En efecto, los temas permanecen sin resolverse. Pero una comunicación más directa, permite a ambas partes señalar de manera clara cuáles son sus demandas, sus intenciones, sus límites, las consecuencias si es que esos límites se rompen, y, sobre todo, ofrecer incentivos o vías de salida para evitar el conflicto, las cuales posteriormente ambas partes deben sopesar. De eso va a depender lo que suceda en las siguientes semanas.

Twitter: @maurimm

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Escrito en: Editorial Mauricio Meschoulam

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