
Cortesía / Fondo H.Miller del Archivo Municipal de Torreón
La Revolución Mexicana dejó huellas imborrables en La Laguna, pues la región fue punto neurálgico de la guerra civil. Pero en medio del estos sucesos histórico, la narrativa popular favorece la creación de mitos sobre tesoros de la Revolución enterrados en las viejas casonas del centro de Torreón o en las haciendas de los alrededores. Monedas de oro y plata, pertenencias de gran valor resguardadas bajo tierra, en parajes o almacenadas en las paredes.
En el ambiente de estos relatos aparece la figura de Francisco Villa, un hombre que tomó Torreón en dos ocasiones (1913 y 1914), cuya memoria sigue vigente en la región tanto así que se construido toda una mitología sobre el destino de sus botines.
Pero para explicar este singular fenómeno, el historiador Carlos Castañón brinda contexto. Y es que la Comarca Lagunera, en especial Torreón, fue importante motor económico durante el Porfiriato. La instalación de las vías del ferrocarril Central e Internacional propició el arribo de migrantes, negocios, bancos y un flujo de dinero sin igual. Debido a estos elementos, tomar Torreón siempre fue atractivo para los revolucionarios.
"Torreón fue el principal centro ferroviario del noreste de México. Estaba a mitad de camino y se convirtió en el gozne entre los capitales de Chihuahua y de Nuevo León. Entonces aquí había un tráfico enorme de mercancías, de dinero, de personas. Cuando empieza la Revolución siempre será atractivo tomar Torreón debido a esas riquezas".
El historiador señala que Torreón fue tomada por lo menos cinco veces, eso dio lugar a que los revolucionarios, entre ellos Francisco Villa, huyeran con grandes botines.
"Francisco Villa vino varias veces a La Laguna. La primera vez que la tomó fue en 1913 y se llevó un gran botín económico y militar (se llevó los dos principales cañones de los federales: el Niño y el Chavalillo). Entonces, imagínate, se llevó armas y se llevó dinero. En 1914 hace lo mismo: se lleva armas, se lleva dinero, se queda unos días y reúne a los principales empresarios, les impone préstamos forzosos, va a los bancos y les quita dinero, a los hacendados, a los ricos, a los españoles los reúne y les quita lo que puede, los expulsa. En 1916 va a hacer lo mismo".
Castañón subraya: "Siempre quedó en el aire a dónde iba tanto dinero". Si bien Villa destinaba el dinero para mantener sus ejércitos, repartirlo entre las viudas de sus soldados y entre los pobres, el imaginario colectivo se quedaba con la sensación de que ocultaba o guardaba su tesoro en alguna parte.
"Por eso surgió lo de los tesoros de Pancho Villa. Tan así que hay una película norteamericana de 1955 denominada El tesoro de Pancho Villa, sobre unos gringos que vienen a México en la Revolución. Es un poco todo este contexto de Villa huyendo como en 1916, con un gran botín, pero en otras triunfando como un gran héroe de la Revolución, como un gran militar, llevándose una gran cantidad de dinero".
El historiador cita el mito que existe sobre la Hacienda de La Loma, lugar donde en 1913 Villa fue nombrado jefe máximo de la División del Norte. Tal suceso propició la creencia de que el general había escondido en ese lugar alguna clase de dinero.
"A mí me tocó ver incluso algunas áreas donde escarbaron para supuestamente sacar dinero y todas estas cosas. Incluso hay grupos en la región que a lo lago de muchos años han buscado hasta con detectores de metales tesoros en estos sitios históricos. La Hacienda de La Loma es uno de ellos y te puedo decir que me tocó ver hoyancos escarbados con pala en busca del tesoro de Villa".
Castañón recalca que el mito no es sinónimo de una mentira, que incluso tiene facultades para representar una leyenda y parte de verdad, por eso el relato del tesoro de Villa escondido en La Loma resuena en los alrededores del río Nazas.
También se decía que los villistas habían guardado dinero al interior de la Cueva de las Iglesias. "Se decía que ahí los villistas habían escondido un tesoro importante para la causa. Y nuevamente, quienes vamos a ese sitio vemos otra vez los hoyancos hechos con pala de manera manual en diferentes puntos de la cueva. Es una cueva grande pero, es notable que han ido a escarbar bajo esta idea del mito de Pancho Villa".
Pero no sólo de Villa existen leyendas, el historiador menciona otro caso donde supuestamente Benjamín Argumedo escondió un tesoro en la Sierra de San Lorenzo, rumbo al ejido El Coyote, donde se ubica un cañón. Esta leyenda fue documentada por el fallecido cronista de San Pedro de las Colonias, José Reyes Mireles.
"Cierto o no, lo han buscado a tal punto que es una leyenda. Esas son algunas referencias que hemos encontrado sobre la búsqueda de tesoros. Pero también en su momento, con la misma Revolución y el temor de que te robaran tus pertenencias, a la gente le daba por enterrar sus bienes en construcciones o empalarlas en una pared".
VECES
tomó Francisco Villa la ciudad de Torreón, la primera vez en 1913
y luego en 1914.