El 1° de julio de 1980 estalló un paro de peloteros de la Liga Mexicana de Beisbol (LMB), malhadado movimiento que marcó un punto de inflexión en el deporte rey de nuestro país. A partir de ese año el beisbol no volvió a ser el mismo. De manera notoria declinó el número de aficionados y su entusiasmo por el juego de pelota, principalmente en el área metropolitana de la Ciudad de México. Legiones de ellos jamás regresaron al parque ni volvieron a mostrar interés por el beisbol.
El paro tuvo su inicio en un clásico Diablos-Tigres, en el inolvidable parque capitalino del Seguro Social, que ese 1° de julio registró un lleno “hasta las lámparas”, y la multitud de fanáticos se fue a su casa con enorme frustración. Era entonces presidente de la LMB el Lic. Antonio Ramírez Muro, cargo que venía desempeñando con eficacia y gran tino desde 1962. Pero le tocó hacer frente a ese extraño movimiento y se vio en la necesidad de dejar la responsabilidad un año después, en 1981.
Nunca como en los tiempos de don Antonio tuvo el beisbol mexicano el impresionante desarrollo y gran organización como en las dos décadas de su presidencia.
Cuando él tomó el mando de la Liga, ésta se integraba por media docena de equipos. Poco a poco se fueron incorporando nuevas plazas, entre otras las tres de Coahuila. En 1970 Laguna –que tenía diecisiete años fuera de la LMB— y Saraperos de Saltillo, y en 1971 Piratas de Sabinas, franquicia que luego pasaría a Monclova. Para 1979 la LMB se integraba ya por veinte equipos, número que jamás ha tenido en nuestro país liga profesional alguna de ningún deporte. Hasta que se presentó la huelga de 1980, y empezó el declive.
Anteayer, en la Cd. de México, falleció don Antonio a la edad de 93 años. Se fue el caballero del beisbol, el presidente de la expansión del rey de los deportes en México, el hombre bueno, noble y sencillo, la persona que dio solidez al deporte profesional mexicano, hasta que apareció un conflicto que lo echó a perder todo. En particular la tarea que con tanto esmero, dedicación e inteligencia él desarrolló como nadie más ha realizado hasta la fecha.
Hace nueve años, en 2011-2012, gracias a los buenos oficios de un amigo común, José Luis Gutiérrez, muchos años gerente de los Tigres capitalinos de Alejo Peralta, fue posible sostener un par de extensas entrevistas con don Antonio. El propósito de esas conversaciones –pasajes de las cuales tengo grabadas-- fue obtener información de primera mano sobre el paro de peloteros de 1980, para un libro que desde entonces tengo pendiente de concluir y publicar. Pero que ya tiene título: “Que se pare la bola”.
Lo que él me comentó entonces sobre los orígenes de ese movimiento me sorprendió, me dejó confuso y perplejo. Me dijo que se trataba de una hipótesis que él tenía, aunque sin poderla demostrar. Pero que con una investigación seria y profunda, la lógica pondría al descubierto, para demostrar lo que él personalmente suponía.
Descanse en paz Antonio Ramírez Muro, hombre bueno, generoso, responsable, merecidamente miembro del Salón de la Fama del Beisbol Mexicano desde 1987.
Juan Antonio García Villa//[email protected]