Y ahí estamos de nuevo. Otra vez la selección nacional de futbol no está jugando bien en la eliminatoria mundialista. ¿Cuál es la novedad? Esto es desesperadamente recurrente, lo increíble es que cada ciclo nosotros, medios y aficionados, hacemos lo mismo, creer e ilusionarnos en que esta vez sí tendremos un equipo competitivo, capaz de meterse entre los ocho mejores de la Copa del Mundo y otra vez como dice el ranchero "toparnos con pader".
Cada cuatro años es como seguir un ocioso script, se tienen amistosos, algunos se ganan luciendo, el técnico en turno es elogiado por el desempeño de sus muchachos, de vez en cuando se consigue un resultado positivo contra un equipo top del mundo, algunos de nuestros futbolistas se van a Europa, pocos muy pocos consiguen ser titulares indiscutibles, pero igual nos llena de satisfacción que nuestros valores se exporten y hacemos mucho ruido cacareándolo.
Pero ni eso, ni la naturalización de veteranos que no son tomados en cuenta por las selecciones de sus países nos sacan de lo mismo, ni para adelante ni para atrás, siete mundiales seguidos sin movernos, estancados, víctimas del desmoronamiento emocional, incapaces de encontrar el camino a la trascendencia, naufragando a la primera ola brava que se presenta, tronando de fea manera no tanto por el rival que puede ser Estados Unidos, Suecia, Brasil, Argentina o quien sea. El asunto es el obstáculo insalvable que significa por fin ser alguien en la escena mundial, esa cita con el destino donde siete veces seguidas se fracasa en dar el paso y meterse de una vez por todas en la élite.
Puede más la presión que vence el carácter históricamente débil de los nuestros, cada vez que se llega al momento crucial y para allá vamos otra vez, pasando por una eliminatoria típica, perdiendo incluso el liderato con los gringos, sorprendidos por un Canadá que sin complejos se paró en el Azteca para dominar al Tri, mereciendo incluso los tres puntos.
Tristemente no se ve por donde venga un cambio radical que nos dé esperanzas, como se está jugando esta eliminatoria bastará para calificar con algo de deshonra, pero calificar, el asunto es ¿a que se va a Catar? ¿A emocionarnos cantando el himno? ¿a celebrar uno o dos triunfos? ¿a echar desmadre y generar toneladas de memes? Para luego sucumbir en el cuarto partido puntualmente.
Generaciones y generaciones de futbolistas lo han intentado, selecciones como la del 94 poseía jugadores de verdadero gran nivel e igual se quedó empantanado en el mismo lugar que los demás, porque siempre aparece el detalle anecdótico a lo largo de nuestra frustrante historia, los cambios, era penal, los planteamientos, etcétera, etcétera.
Se dice que los rivales han crecido en el área y nosotros ¿por qué no hemos crecido? Estados Unidos y Canadá a como pintan las cosas pueden lograr en un Mundial lo que nosotros no, en el 2002 los gringos quedaron en octavo puesto y no pudieron continuar su buen momento. Ahora poseen una muy buena camada de jóvenes con fogueo europeo. Los de la hoja de Maple tienen una estrella que pueden seguir en el fantástico lateral izquierdo Alphonso Davis.
Sigamos con atención el camino del equipo de Martino rumbo al Mundial donde definitivamente necesitaremos de la ayuda de esa veleidosa señora llamada suerte, mucha pero mucha suerte deberá de acompañar a nuestra selección para encontrar un camino lo menos accidentado posible rumbo a la ronda de los ocho mejores.