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La libertad de la que gozamos en la UNAM

ALFONSO PÉREZ DAZA

En días pasados, nuestra Máxima Casa de Estudios estuvo en el centro del debate debido, principalmente, a señalamientos que la acusan de haber permanecido pasiva y acrítica durante buena parte de su historia reciente. En el fondo de estos planteamientos subyace la idea de que la Universidad fue "cómplice" o aliada de algunos gobiernos de cierto signo político. De entrada, como egresado y profesor universitario, considero que la crítica siempre es bienvenida, ya que es el punto de partida para el debate. Sin embargo, creo que en aras de llevar a cabo un diálogo informado y objetivo, es necesario destacar las cualidades que la UNAM ha sabido mantener a lo largo de los años.

En primer lugar, sería poco acertado referirse a la Universidad Nacional como un ente de pensamiento monolítico. Si bien el espíritu universitario es común a todas sus autoridades, investigadores, personal académico y estudiantes, la base de este espíritu es precisamente la pluralidad. El número de entidades académicas y planes de estudio, además de su amplio claustro académico hacen prácticamente imposible que exista uniformidad en las ideas, posiciones políticas o puntos de vista respecto a la realidad en la que vivimos. De hecho, esta diversidad científica e ideológica es una de las principales fortalezas de nuestra institución.

Por otra parte, los profesores y estudiantes podemos dar fe que el principio de libertad de cátedra e investigación, consagrado en la Ley Orgánica de la UNAM, es una realidad cotidiana en sus aulas. Como ha señalado el Dr. Abraham Pérez Daza, la idea que se tiene de dialogar no solo depende de la buena voluntad de las personas, sino que también debemos tomar conciencia de lo necesario que es un ambiente de desarrollo sensible al diálogo, así como una cuidadosa formación que permita comprometernos en su totalidad al momento de dialogar. Quizá como ninguna otra institución en nuestro país, la Universidad Nacional no solo garantiza la libertad de pensamiento y de expresión necesarias para alimentar el diálogo; también provee del ambiente adecuado para hacerlo y, más aún, de las herramientas éticas, analíticas y teóricas para que, quienes hemos pasado por sus aulas, podamos entablar un diálogo informado, tolerante y comprometido socialmente.

Ejemplo de lo anterior fue el II Congreso Internacional Virtual de Derecho Penal, realizado en memoria del Dr. Carlos Daza Gómez, en donde participaron más de 150 ponentes de México, Latinoamérica, Europa y Estados Unidos. Desde luego, en este como en otros eventos académicos, cada persona ha sido libre para expresar, desde su área de conocimiento, las posiciones teóricas o ideológicas que prefiera. Incluso, como es común en los congresos académicos organizados por nuestra universidad, se busca reunir especialistas con diferentes puntos de vista para nutrir el diálogo.

Paulo Freire, en su obra Pedagogía del oprimido, afirma que "nadie libera a nadie, ni nadie se libera solo. Los hombres se liberan en común". Ciertamente, la educación tiene una vital función liberadora, que nos permite enfrentar la realidad y proponer soluciones sin dogmas, pero con un profundo compromiso con nuestra sociedad. La Universidad Nacional Autónoma de México representa ese espacio de diálogo y pluralidad de ideas que nos permite, a todos sus integrantes, liberarnos en común.

Académico de la UNAM

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Escrito en: editorial ALFONSO PÉREZ DAZA

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