Ni duda cabe, nuestro país tiene una cultura de usos y costumbres que nos hacen ver como verdaderos surrealistas. Lo confirma nuestra displicencia ante la pandemia, sin guardar distancias, haciendo fiestas caseras y hasta visitando playas.
Cuentan que André Breton, teórico del movimiento, llegó a la conclusión de que México era el país más surrealista que hubiera visitado en el mundo.
La anécdota narra que en 1938, cuando André Breton, visitó México, maravillado por la artesanía indígena, encargó a un carpintero una mesa decorada, entregándole un boceto de cómo la deseaba; días después, el artesano le presentó un hermoso trabajo con acabados espléndidos, pero idéntico al dibujo recibido de manos del surrealista: con solo tres patas y cada una de ellas de distinta altura, según muestra.
Breton, no dudó en proclamar a México como "el país más surrealista del mundo", dándonos la fama de tener una visión y actitud de la realidad distinta a la de otros pueblos. Salvador Dalí, el mayor exponente del surrealismo pictórico -recuerde sus relojes o el Cristo viendo al mundo- advirtió que jamás regresaría a México, país más surreal que sus pinturas.
Conforme al diccionario: "surrealismo es un concepto que proviene del francés surréalisme. Se trata de un movimiento literario y artístico que busca trascender lo real a partir del impulso psíquico de lo imaginario y lo irracional".
Nosotros, llenamos sobradamente la definición.
Somos surrealistas en nuestras tradiciones; haga memoria de nuestros días de muertos, con calaveras de dulce, catrinas y altares en memoria del finado, recordándolo con una mesa llena de alimento; el arte tiene exponentes que se ejemplifican con las obras de Posada y sus catrinas porfiristas, las pinturas de Frida o de Diego Rivera; animales mitológicos -alebrijes- de colores fantásticos; recuerde la hilaridad con la que vivimos nuestras tragedias, particularmente la muerte. Ahora, los memes del coronavirus nos hacen reír.
Dígame que le parecen las frases utilizadas en nuestra vida cotidiana para definir tiempos y espacios: "al ratito", "no te preocupes", "cualquier cosa", "mañana", que no precisan para no comprometer y dejan llenos de desconcierto a los extranjeros, no familiarizados con nuestra forma de ser.
Socialmente tenemos "la cortesía de la media hora": llegar intencionalmente tarde, para asegurar que la anfitriona no sea apresurada en su propio retardo.
En religión, nuestras mandas y peregrinaciones tampoco tienen desperdicio, colmadas de colorido y hasta con sacrificios cruentos que de verdad preocupan a los observadores extranjeros.
En política no podríamos ser diferentes y encontramos casos sobrados en nuestra historia: solo el ejército independentista pudo ser desviado en su entrada a la capital para saludar y besar a la novia sentada en el balcón -Iturbide-; entregar computadoras a indígenas que no cuentan con energía eléctrica -Fox-; o quitarle dinero a programas de salud para financiar un sueño promotor del béisbol -AMLO.
Nuestro presidente es caso sobresaliente, incluida su irresponsabilidad surrealista coronavírica.
El machismo, como fenómeno mundial y de injusticia a la mujer tiene especial manifestación entre nuestro pueblo y, así, podemos ver al golpeador de mujeres quien al ser reprimido judicialmente es defendido por la agredida; o la madre que justifica al hijo enamorado con frases como: "encierren a sus gallinitas, porque mi gallo anda suelto".
Solo en México, se permite montar una segunda representación de detención de secuestradores, para que la televisora comprometida con el gobernante pueda grabar una noticia que le incremente su audiencia y, curiosamente, la secuestradora extranjera -Cassez- quede libre y su amante -mexicano- sea refundido en la cárcel.
Así, podemos comprender cómo el pobre recibe promesas y en algunos casos prebendas limitadas -'cochupos social-políticos'- mostrando agradecimiento y euforia, aún conociendo la sobreprotección fuera de la ley a personajes acusados de grandes fraudes y la reacción de la primera autoridad al reclamo: ¡los invita a comer barbacoa!
Podemos seguir enumerando casos del muy nuestro surrealismo mexicano, que aprovechan los conocedores de mercadotecnia política y les favorece en sus planes inmorales de motivar y confundir al ciudadano votante, contraviniendo su misión de servir.
Únicamente los mexicanos podemos vivir el sorteo de un avión, solo en papel, evento ampliamente utilizado como distractor, sabedores que no se puede vender, rentar o rifar y aceptar lo mantengan guardado por dos años, sin explicación razonable del por qué o para qué. Surrealismo mexicano, abusivo y descarado.
Los ejemplos son innumerables; del ojo con sus recuerdos para que cite algunas decenas de ellos.
En esta entrega, le recuerdo que alguien dijo de nosotros: ante todas las riquezas de tierra, flora, fauna, mares, ríos y recursos mineros en exceso, que hubimos de recibir para nuestra Patria, fue compensado por la justicia Divina -de la naturaleza- al poblar tal territorio con los mexicanos, a quienes nos dotó con un sentido muy particular de surrealismo en el vivir cotidiano. ¿Qué opina?