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Las palabras tienen palabra

Quino fuera de serie

Juan Recaredo

A mi hermana le habían regalado esa pequeña “loncherita” —así le decía yo— de color rojo, que, por cierto, no tenía ningún lonche adentro. Era, más bien, como una mochilita rectangular que contenía unos libros pequeños que me llamaron mucho la atención.

La curiosidad me venció rápidamente —tendría yo unos seis o siete años— y, sin avisarle a mi hermana, tomé esa mochilita y saqué los libritos. Eran los libros de Mafalda, un personaje creado por “un tal Quino”, al que yo, obviamente por mi edad, jamás había escuchado.

Como nos sucedió a todos, Mafalda me cautivó, no solo por su acidez —que yo ni siquiera sabía qué significaba eso— sino también por mostrar un humor inteligente que yo no conocía. Me enamoré perdidamente del talento único de don Joaquín Salvador Lavado Tejón, ese argentino conocido por todos como Quino desde que era muy pequeño… dicen que para distinguirlo de su tío, que era ilustrador y que también se llamaba Joaquín, quien fuera su inspiración para volverse dibujante.

Nunca más dejé a Quino y él jamás me dejó. Durante el resto de mi infancia y parte de mi adolescencia, cada visita a la librería era para buscar sus libros; cuando los encontraba, ahí me “hacía loco” viéndolos… y si acaso traía suficiente dinero, compraba uno y luego, lo disfrutaba prácticamente a diario.

Libros como: A mí no me grite; Déjenme inventar; Quinoterapia, Hombres de bolsillo y Humano se nace, entre muchos otros, fueron lo que definieron, en gran parte, mi sentido del humor actual… y eso lo agradezco.

Porque ese estilo de Quino te atrapa, con sus dibujos aparentemente simples, pero que transmiten un mundo sorprendentemente realista. Luego, su sentido del humor, muy agudo, pero con claridad y la pulcritud que muy pocos tienen para mostrar una idea chistosa y al mismo tiempo contundente en lo que critica. Eso es de admirarse y a lo que aspiran todos los “moneros”. Recientemente, el gran Quino partió de este mundo terrenal a los ochenta y ocho años. Se quedan aquí tantos premios, reconocimientos y galardones que recibió a lo largo de su carrera, incluyendo el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades que le fue otorgado en el año 2014.

Nos dejó también a Mafalda, que, con sus amiguitos, nos regala desde el año 1964 —año en el que Mafalda se empieza a publicar formalmente en el semanario Primera Plana— sus ingeniosas frases, divertidas y reflexivas a la vez, que nos hacen pensar sobre lo que estamos haciendo con nuestro sufrido planeta, independientemente del país en el que vivamos.

Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios. [email protected] Twitter: @donjuanrecaredo

ME PREGUNTA:

Alberto Medellín: La palabra “has”, ¿en qué casos se escribe con “ese” y en cuáles con “zeta”?

LE RESPONDO:

“Has” con ‘s’ es forma del verbo haber: “¿Has hecho la tarea?”; “haz” con zeta es imperativo del verbo hacer: “Haz la tarea, o no sales”. También haz con zeta se refiere a un manojo o atado: “un haz de rayos o un haz de leña”.

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA:/b>

Dijo Mafalda: “El problema es que hay más gente interesada que gente interesante”.

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