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Laguna: Nueva normalidad de viejas prácticas

ÉDGAR SALINAS URIBE

Hace algunos años las agencias de autos no tenían reparo en llamar "autos usados" a los vehículos de esa condición que ponían a la venta en locales alternos. Por mercadotecnia, los sitios donde se venden autos usados ahora utilizan el nombre de "casi nuevos". En la percepción de un comprador no es lo mismo adquirir un auto "casi nuevo" a uno "usado", aunque en ambos casos se compre un auto con tiempo y kilómetros en su haber, o sea un auto usado. Pero igual y se siente mejor comprar un auto "casi nuevo" a uno "usado".

Algo semejante ocurre con el desafortunado uso del término "nueva normalidad", como se ha dado en llamar a la etapa que inicia con la reapertura gradual de actividades económicas "no esenciales", una vez que la combinación de factores permitiría augurar suficiente capacidad hospitalaria para tratar a las personas que, cada vez en menor porcentaje, se contagiarían de COVID-19. Pero la nueva normalidad en México ha significado un crecimiento en los nuevos casos por día tanto en contagio como de fallecimientos y una ocupación hospitalaria que no mengua. Así lo muestran los datos oficialmente reconocidos.

Con la nueva normalidad ocurre lo mismo que con los autos casi nuevos: es una frase más que una realidad. La nueva normalidad no es nueva ni normal. Los cubrebocas, cuarentenas, confinamiento e higiene personal se han utilizado para contener contagios masivos en múltiples ocasiones en la historia humana. La aplicación de esas prácticas no es nueva. Lo nuevo habría sido acatar con disciplina y comunicar con eficacia. No ocurrió. Y no es normal porque la normalidad implica prácticas estables en el tiempo, no a coyunturas.

¿Qué ha significado nueva normalidad en el contexto metropolitano de La Laguna? Primero un crecimiento en los contagios del doble. Hace una semana en este espacio escribí a propósito de los mil primeros contagios confirmados. A la fecha, se acumulan más de dos mil personas contagiadas y también el doble de fallecidos ¡en solo dos semanas!. Segundo, una inconsistencia comunicacional y de coordinación entre autoridades estatales y municipales. Tal parece que ni una emergencia sanitaria es capaz de anular la lógica partidista y electoral con que analizan el entorno y toman decisiones en la esfera gubernamental. Tercero: Una narrativa para los municipios laguneros del lado de Durango y otra para el de los comarcanos coahuilenses. Empresas con sucursales en ambos lados, a veinte kilómetros de distancia, sometidas a dos lógicas. Y cuarto: fiestas, fiestas, fiestas. Sesenta y cinco fiestas detectadas solo en Torreón el fin de semana. ¿Es esto a lo que llamamos "nueva normalidad"? Yo la veo muy viejita.

¿Qué pudo significar nueva normalidad para La Laguna? Más allá de cubrebocas, sana distancia, higiene personal y no conformación de aglomeraciones mientras recuperamos gradualmente actividades, esta contingencia pudo ser detonante de prácticas institucionales y sociales que efectivamente calificaran de nuevas y buscáramos convertirlas en normales.

Salud, seguridad y protección civil son tres esferas en las que la coordinación entre los dos estados y los municipios comarcanos no deberían supeditarse a lógicas electorales y partidistas. Pudo ser esta ocasión para avanzar en los primero y tercero, considerando el ejemplo de lo hecho en el segundo tema. Imaginemos un protocolo unificado en estos temas incluyendo un manual de comunicación. La población recibiría mensajes consistentes y ordenados. Se privilegiaría la integridad de las personas del conglomerado urbano conectado por los miles de viajes laborales, comerciales, familiares diarios entre las ciudades que la conforman.

La nueva normalidad pudo incluir mecanismos de participación social que ayudaran a transmitir mejor los mensajes a la población. Era un buen momento para que la colaboración de la sociedad civil organizada no tuviera que ser a cuesta arriba en los temas que enuncié. Y especialmente nunca en el tema de salud pública. Sin duda puede haber magníficos especialistas en los gobiernos y legalmente tienen atribuciones y responsabilidades, pero hay temas en que grandes expertos están del otro lado, en los colegios profesionales, en organizaciones gremiales, en las cámaras.

Al término de la primera guerra mundial se habló de una nueva normalidad. De entonces a la fecha aconteció una segunda y miles de conflictos. No usemos frases solo por convivir, mejor atrevámonos a construir prácticas que efectivamente puedan ser conocidas como nuevas normalidades.

@letrasalaire

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Escrito en: editorial Edgar Salinas Uribe

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