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Ensayo sobre la cultura

Intermedio educativo

José Luis Herrera Arce

Agradecemos a Iván Berrón la referencia al libro de guerrero: El Guerrero del Alba, de Raquel Huerta Nava, de editorial Grijalvo. Hoy me voy a alejar un poco del tema que venía manejando para referirme a lo ya muy comentado; la educación a distancia.

De principio, no creo en ella; por la simple y sencilla razón de que es imposible supervisarla. Me van a decir que ya existía desde antes a niveles superiores, pero se presta para muchas trampas. Anécdota: Entre otras cosas he sido maestro de preparatoria abierta. En una ocasión alguien me buscó para que le ayudara con la preparatoria a distancia del Tec. (La preparatoria abierta se basa en libros hechos por esta institución) Yo acepté a ayudarle a comprender los temas. Él me dijo que no, que lo que deseaba era que me hiciera pasar por él y resolviera sus exámenes. Lo que le interesaba era el papelito y no el saber. Me negué.

En este sistema no sabes quien está al otro lado de la pantalla. Es muy fácil caer en este tipo de trampas.

Las clases por televisión en los setenta se usaron, la telesecundaria. Según comentan, no funcionó. También se parte de un mal principio: las televisoras a las que se les asigno el contrato, son la vil representación de lo peor de la cultura de masas. A mí me parece que es como si a las fábricas de comida chatarra se les asignara para hacer un menú nutritivo y utilizaran sus canales de distribución para llevarlos al consumidor final. Es más difícil la supervisión de los alumnos; sobre todo si se encargan tareas, ¿quién las va a revisar? ¿Los padres serán los evaluados como el caso anterior?

Para que funcione la educación basada en el alumno, que es la teoría fundamental en estos procesos a los que obliga la pandemia, el fundamento básico es el interés del alumno por aprender. Si esto no existe, no funciona. En otros tiempos se le llamaba ser autodidacta. La diferencia estriba en que aquí hay una conducción, un procedimiento que te lleva a alguna parte. Mi padre fue un autodidacta. Dejó una biblioteca, la tercera en su haber, teniendo en cuenta que muchos libros los regalaba porque ya no le cabían, de 1900 libros. El no curso ni secundaria, ni prepa, ni universidad, pero sabía. Cuanto universitario existe que se recibe con una biblioteca de cero libros. Abundan. (Buena memoria, buena técnica para hacer trampas, fotocopias y demás) Todos los trabajos del mundo están en internet, el rincón del vago es muy famoso. La bronca es para el maestro que tiene que descubrir las trampas, (entrecomillas pasajes para que te lleven a la web de donde lo sacaron) copy page, se le llama.

Lo que interesa hoy al alumno y a sus padres, es el título; para obtener un trabajo bien pagado aunque no sepa. La noción de vocación ha pasado a la historia. El sistema propuesto hoy es una mina para la trampa. ¿De qué manera van a controlar el proceso si también existen muchos maestros vaquetones que les vale que sus alumnos aprendan? (Fácil demostración: ¿Cuántos libros tiene el maestro en su biblioteca?)

Golpe a la educación privada que es la posibilidad de una educación más personalizada y sobre todo, controlada. El padre está tomando la mala solución de ahorrarse las colegiaturas e inscribir a su hijo o en ninguna parte o en la escuela federal o estatal. Particularmente tuve a mi hijo en escuelas federales, no son malas, pero si tienen exceso de alumnos, y si las atiborran, es el caos, Un maestro no puede atender a cien alumnos. Si ya cincuenta es difícil, súbele la carga de trabajo y lo haces disfuncional.

La escuela, parte de conceptos, enseña habilidades, y lo que es más importante, valores. ¿Qué tipo de valores quieres que tengan tus hijos? Esa es una de las grandes diferencias entre la escuela federal y la escuela particular.

Otro problema importante, en ciertos niveles educativos, es el libro de texto. El sistema se basa en un buen libro de texto que es donde tienes la información de primera mano; suples las deficiencias del maestro y puedes hacer las clases más activas con exposiciones de alumnos. Yo no cambio mi Baldor por nada y no doy álgebra. Con él suples la tableta, el televisor y los demás aditivos electrónicos. Ahí se encuentra el mínimo indispensable del conocimiento. El chiste es que el alumno maneje la información; la lea, la entienda, haga una sinopsis, aprenda (algo de memoria) y resuelva (examen).

Tengo setenta años, jubilado, con cáncer, recluido por la pandemia, y todavía me interesa leer, para completar mi conocimiento humano. Mi biblioteca aumenta, cada semana, en dos o tres volúmenes. Elena Poniatowska tiene una de 16 mil volúmenes. Si lees un libro por semana son 52 al año 520 en diez años, dos mil 600 en cincuenta años. Si lees dos, doblas la cantidad. En esto se basa la educación centrada en el interés y la curiosidad del alumno en todas las edades.

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