Camino de noche en la oscuridad, acelero el paso cuando noto que alguien me sigue, y el sonido de mis tacones se equipara a los latidos de mi corazón. Doy vuelta en la esquina, e intento ocultarme a la vista de alguien más. Sin embargo, ningún transeúnte recorre el área.
Soy ex campeona nacional de Jiu- jitsu, y ex peleadora profesional de MMA. SÉ DEFENDERME. Sin embargo, eso no me hace menos vulnerable a un ataque, ni me resta incomodidad ante cualquier insulto perpetuado por algún hombre en la calle.
En alguna ocasión, tuve que hacer uso de la fuerza para defenderme, es gracioso que a la mayoría de las personas les resulte imposible, pero es cierto. Sin embargo, en ningún momento dejé de sentir temor.
A lo largo de mi vida, he sido insultada, juzgada, y ofendida socialmente por el simple hecho de ser mujer. Lastimosamente, no sólo por hombres, sino por personas de mi propio género. ¿Por qué te vistes así? ¿Adónde vas tan tarde? ¡Eso es para hombres! Etc, etc.
Vivimos en un país en el que a la mujer se le aconseja no usar vestidos cortos, tacones, ni escote. "Por su propio bien".
Una vez más, camino de noche en la oscuridad, y de pronto siento una segunda presencia tras de mí. - Esta vez me será más fácil correr -pues no llevo los tacones puestos. Y descubro qué, no es la culpa de los malditos tacones, quienes siempre han sido juzgados. Porque con o sin ellos, al caminar cada noche sola vuelvo a la misma situación. Y para aquellos que no lo saben, esto es vivir en los zapatos de una mujer.