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Azucena Acevedo

El arte actoral de Azucena Acevedo

Conversa sobre los relieves más profundos de su profesión

Orgullo. Azucena Acevedo actuó en Sweet potatoes (2020) corto ganador del Oscar Estudiantil.

Orgullo. Azucena Acevedo actuó en Sweet potatoes (2020) corto ganador del Oscar Estudiantil.

SAÚL RODRÍGUEZ

Bertolt Brecht pensaba que en cualquier persona se daban todos los tipos de carácter y que el actor tenía la obligación de cultivarlos para que el público pudiera apreciarlos en él y, así, aproximarse al ser humano como materia prima.

En este tenor, el conocimiento de sí mismo y de la realidad social son fundamentales para quien pretenda adentrarse en el arte de la actuación. Además, se trata de una dialéctica que le permite al propio intérprete sincerarse y sentirse libre sobre el escenario.

"El actor debe incorporar, entonces, a su creación artística, una crítica de índole social que atrape al público", plasmó el propio Brecht en sus Escritos sobre teatro.

La visión de la actriz lagunera Azucena Acevedo es algo similar, pues la escuela teatral que la formó le inculcó adentrarse en sí misma para reconocer sus emociones. Esta profundidad que exige la actuación para su estudio y ejecución, la llevó a observarse como un ser humano capaz de interpretar su mundo.

PRIMERAS LÍNEAS

La infancia de Azucena Acevedo fue una etapa donde su talento actoral afloró por medio del juego. Los pasatiempos con sus primas consistían en filmarse con una videograbadora y simular que se encontraban dentro de algunos programas de televisión.

Esa interacción con lo lúdico fue fundamental para que, a los 10 años de edad, se inscribiera a un curso de verano en el Teatro Isauro Martínez (TIM) y terminara por apreciar la totalidad de su vocación. Participar en la obra El rey león, se puede decir, abrió el telón de su carrera.

En la primera ocasión que subió al escenario del legendario recinto, fue abordada por la adrenalina. Los ensayos le dieron bases para mostrarse frente al público, pues pudo recomponer la obra al rescatar las líneas de una de sus compañeras, quien había titubeado por los nervios.

"Lo disfrutaba mucho. Recuerdo que me ponía muy nerviosa pero que me encantaba estar ahí. A partir de eso fue cuando le dije a mi mamá: 'Es que quiero volver a hacerlo'. Entonces me metió con Juanjo Carrillo en la Academia Talentos y estuve ahí durante la primaria y la secundaria".

Y es que su llamado al escenario parecía escribirse de forma natural en su guion de vida. Jamás se dijo explícitamente que quería ser actriz, sólo lo hizo y la diversión recompensó a su disciplina.

Ya la Academia Talentos le había instruido en el teatro musical. Por eso, durante la preparatoria, decidió continuar con su afición actoral y moldearla poco a poco hasta convertirla en la antesala de una profesión.

"En la preparatoria estudié teatro con Carlos Ruiz, que ya no era teatro musical. Amo el teatro musical y me dan muchas ganas de hacerlo, pero siempre me incliné por el teatro de texto. Y ahí fue cuando dije: 'Sí, esto es lo que quiero'. Y como que siempre me dio la curiosidad de que yo podía aprender más".

El apoyo y la instrucción de Carlos Ruiz son marca perpetua en sus cimientos. Su maestro fue el guía que le mostró camino y contactos en ese sendero oscuro que conduce a la luz del escenario.

"Me enseñó las bases, desde la disciplina, llegar a ensayos temprano hasta atreverme. Fue el primero que me dio un texto donde teníamos monólogos largos, cosa que nunca había tenido y el me iba guiando".

EL VIAJE

Al terminar la preparatoria y con una concepción clara de la actuación, Azucena decidió trasladarse a Ciudad de México. Sabía que los conocimientos que empacaba en su maleta no bastaban para construirse una carrera. Necesitaba añadir más materiales y fabricar las fórmulas precisas para unirlos.

"No sabía que hay un estudio mucho más profundo que tenía que ver conmigo como ser humano. Como que en la carrera descubres la importancia de conocerte a ti mismo, porque ese es tu material de trabajo. No sabía que para ser actriz necesitaba saber qué me dolía, qué me gustaba o a qué le tenía miedo. Ese fue el gran cambio".

Su arribo a la capital del país se realizó sin dudas. La magnitud de su vocación le permitió afrontar los retos de la gran ciudad. Ni el miedo ni la soledad inquietaron su pensamiento, pues su mirada estaba enfocada en poner a sus estudios en primer plano.

"Lo recuerdo muy gozoso, porque entré directo a la escuela, a la carrera en Casa Azul. Mis días eran despertarme a las ocho de la mañana, ir a clase y volver a las cuatro de la tarde. Lo recuerdo como un momento de todo nuevo. Recuerdo que llamaba a mi mamá y le decía: 'Es que estoy muy feliz. No puedo creer lo contenta que estoy aquí'".

La lagunera comprende bien que su proceso de maduración actoral es infinito. Cada día aprende cosas nuevas y las añade a su libreto personal. Si la materia prima del actor es uno mismo, se debe estar consciente de que el ser humano siempre evoluciona y, por consecuencia, su trabajo también.

"Es verdad que, conforme más experiencias tienes en la vida, más nutres tu capacidad de imaginar y tus referentes en la actuación".

EN EL SÉPTIMO ARTE

Imaginar es la acción que le permite generar vínculos con sus compañeros sobre el escenario y también fue crucial en su llegada a los sets cinematográficos, pues el séptimo arte es otra rama que la ha acompañado desde su estancia en la preparatoria.

"La actuación sí parte de ti, pero tiene que ver con la imaginación y cómo desarrollas la creatividad".

Para ella, teatro y cine tienen más similitudes que diferencias. Si bien la base es el ejercicio actoral que enseña a conocerse a sí mismo, también es pilar en la actuación cinematográfica, donde una toma close-up puede delatar el pensamiento de un actor.

"Pero sí son diferentes para el actor en cuanto a proceso mental. En el teatro es acción y te vas y te vas hasta que se acaba el telón. Y en el cine hay cortes, tienes que aprender dónde dejaste la toma, para que en dos semanas que vuelvas a grabar eso estés en ese punto, o para qué la toma ocho te vuelva a salir igual. Tiene que ver con el viaje emocional del actor, que no se vea interrumpido por los cortes de cámara. Y eso se traduce en energía".

Una de sus recientes participaciones cinematográficas ocurrió en el cortometraje Sweet potatoes (2020), dirigido por Rommel Villa, producido por Andrea Porras y realizado por estudiantes de la University of Southern California, proyecto que resultó ganador en los Oscar Estudiantiles de este año, en la categoría de Narrativa.

Este material audiovisual aborda la vida de Luis Ernesto Miramontes, científico mexicano que en 1951 fue pionero en sintetizar los componentes de las pastillas anticonceptivas. Aquí Azucena Acevedo interpreta a Lilia, pareja del inventor.

"Me encantó, porque desde que leí la historia no lo podía creer. La verdad no tenía ni idea de este científico, ni idea de que fuera mexicano y propulsor de un invento tan importante. Desde ahí era un sí, a mí me interesa contar esta historia".

Recientemente, la actriz participó en un conversatorio realizado dentro de la Muestra de Cine Coahuila 2020, donde compartió su experiencia en este cortometraje.

"Cuando leí el personaje, vi un reto, un reto muy grande de no sólo el proceso de ser madre, sino de perder un hijo. Y lo que le pasaba a Lilia, es que ella se tomó personal el avance científico. Creía que él no quería tener hijos por ella, porque ella no amaba a su familia. Entonces se me hizo muy humano, muy noble, quizá ingenuo el pensar: 'Claro, es porque tú no me amas'. Y todo el proceso que tuvo que hacer ella para decir: 'Ya te entendí y tienes razón'"

Por último, la actriz manifestó que el reconocimiento internacional que ha obtenido este cortometraje, ha sido aliciente para no bajar los brazos y seguir firme en su profesión, pese a la crisis que el sector cultural está experimentando debido a la pandemia.

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  • Instagram: @azucenacevedo.
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