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Tiempos para ser claros

JULIO FAESLER

Los problemas de México, afortunadamente, tienen solución. La acumulación de corrupción que se está enfrentando a diario el nuevo gobierno podrá resolverse si hay claridad en los objetivos de las estrategias y sus programas y congruencia en su ejecución.

Todos los temas que ocupan los titulares de los medios son prioritarios como los que quedaron sin atender y abiertos de administraciones, como la del PRI que en 2012 entró con la soberbia de anunciar que sí sabía gobernar, mantienen su aguda urgencia. Lo dramático que ha llegado ser el negocio del huachicol es ejemplo de como una actividad ilegal, al principio a pequeña escala, se transforma en una magnitud inmanejable hasta exigir la acción extraordinaria de la fuerza militar. La intervención del ejército y de la armada acaba siendo absolutamente justificable, ya que, como sucede con la ola incontenida de la violencia de las mafias, está de por medio la seguridad misma del Estado y la vida diaria de toda la ciudadanía, atacada, no desde el exterior, sino más perversamente, desde el interior.

Independientemente de los que hacen negocio con el combustible que roban a PEMEX, el comportamiento de los habitantes de las zonas por las que corren los ductos petroleros es el otro ángulo que el gobierno tiene que tener una posición clara. Al igual que lo que pasa con otras muchas actividades ilícitas, la pobreza del actor no es justificación. Ello querría decir que todos los pobres son siempre buenos y todos los ricos siempre malos. La prohibición de robar al amparo de cualquiera profesión no es sólo una prohibición legal, sino moral. Sin sustento moral ninguna legislación se legitima. La legitimidad de que goza la autoridad le lleva a exigir el cumplimiento de la ley y a castigar al infractor. Podrá haber atenuantes de responsabilidad de un acto ilegal, pero no su justificación. Es aquí donde el gobierno tiene que ser claro tanto en sus definiciones sobre las obligaciones ciudadanas como en la aplicación de las consecuencias de las violaciones a las normas comunes a todos. La autoridad del gobierno actual descansa en su legitimidad.

El drama del huachicol o de la multiplicación de delitos de todo orden en el país nos demuestra la importancia de que el estado se asegure que la educación que proporciona arraigue en los alumnos una consciencia de los valores cívicos que son indispensables para la armonía en la convivencia y en los esfuerzos que cada mexicano aplica a su mejoramiento personal. Esta armonía garantiza la igualdad de oportunidades para todos.

En relación a esto último vale la pena mencionar que las ínfimas condiciones de miseria en que viven miles de comunidades mexicanas podrán ir encontrando remedio con los programas que consisten en apoyar con una cantidad de dinero a los jóvenes para que se ocupen en una actividad productiva y de esta manera encauce su vida y realice su vocación.

Los apoyos a la juventud o a los llamados "ninis" mediante pagos mensuales se justifican por su propósito de elevar al individuo de la condición de carga para la sociedad al nivel de elemento productivo. Sabemos que el tema es todavía objeto de análisis y discusión en muchos lugares del mundo y que no ha sido suficientemente ensayado en la práctica. Hay dudas respecto de la forma de financiarlo. El hecho, empero, de dotar de una cantidad de dinero a una persona que carece por completo de medios para contribuir a la comunidad a que pertenece, ni siquiera como modesto consumidor, equivale en realidad a un paso hacia nuevas demandas y a la creación de los empleos que faltan.

Es positivo que los programas ya existentes de apoyo a adultos mayores se hayan extendido a crear la actividad económica en personas que por carecer de medios no la tienen. En estos programas está también la necesidad de claridad por parte de las secretarías de trabajo y de economía para evitar que se disipen sus ambiciosos propósitos iniciales.

En la coyuntura en que nos encontramos todos los mexicanos, tenemos que ser muy claros en la definición de los problemas. Esto no lo puede hacer por sí solo el gobierno. Más que nunca se necesita la contribución de todos nosotros.

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Escrito en: Editorial Julio Faesler

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