Cuatro años después de su primera publicación, en 1980, El pobrecito señor X apareció en un mismo volumen junto con La oruga, mismo año en que Ricardo Castillo (1954) fue galardonado con el Premio Carlos Pellicer, posteriormente obtuvo el Premio Paula de Allende de la Universidad de Querétaro.
El pobrecito señor X se plantea desde la circunstancia de un joven anónimo en los años setenta; su problemática, sus entusiasmos y caídas, reflejan a la familia mexicana. Pero lo sustancial de todo esto no es el tema, sino la forma de abordarlo, desde el lenguaje que expresaba la experiencia inmediata de ese joven. Varias cosas se podrían afirmar de El pobrecito señor X, como el uso de ciertas palabras ordinarias, usadas comúnmente para ofender o para mostrar la exaltación del ánimo; palabras altisonantes, que son consideradas vulgares, bajas y ofensivas. Hay un poema,
“El que no es cabrón no es hombre” en el que aparecen nueve palabras de ese tipo (chingar, cabrón, pendejo, puto, pinche, etc.). Se puede argumentar que en las palabras árbol, jazmín, aire y hojarasca anidan las posibilidades de algo poético. ¿Por qué en las palabras puto y pendejo no?
El uso que Castillo hace del lenguaje no es desde la “bella expresión”, sino desde la ironía y el humor.
Repitamos por enésima vez el conjunto de contraseñas que singularizan esa poesía “como alguien me lo dijo una vez: Valgo Madre”; “la realidad es una broma que ya me está poniendo nervioso”; “yo sólo quiero ser el meón más grande de la existencia”, etc. Es desde este filón antioxidante que las “malas palabras” entregan una experiencia y una visión del mundo. El pobrecito señor X registra en lenguaje poético los estados de ánimos, las coordenadas políticas y ciertas preocupaciones culturales de los jóvenes de finales de los ’70, pero sobre todo de los ’80. Es el mundo de la generación inmediata posterior a las revueltas estudiantiles de los ’60. Ricardo Castillo fue el primer aviso de que hace cuarenta años algo se gestaba.
La vigencia de ese aviso poético lo demuestran los jóvenes que todavía se identifican con la ética de El pobrecito señor X. Entre sus obras se hallan: Concierto en vivo (1981), Como agua al regresar (1983), Nicolás, el camaleón (1989), Borrar los nombres (1993), Islario (1996), El reloj de arena (1966) y La máquina de instante de formulación poética (2001).
Datos
-Editorial: Fondo de Cultura Económica (Letras Mexicanas).
-Género: Poesía.