Está junto a la tapia, al fondo del jardín.
Es una pequeña estatua en bronce de San Francisco de Asís. Nos la regalaron nuestros hijos a mi esposa y a mí el día que cumplimos 40 años de casados.
La imagen es muy especial. El santo tiene a sus pies un pajarito y una pajarita en el trance de hacer más pajaritos. He aquí una florecilla de la vida que de seguro habría gustado al Poverello.
Han brotado los rosales, y las rosas ofrecen a Panchito su aroma y su color. Desde la ventana de mi habitación miro las flores, miro a San Francisco, y me parece estar oyendo su oración: "Señor, hazme instrumento de tu paz".
En ese preciso momento se produce un pequeño milagro: un pajarillo baja y se posa sobre un hombro del santo. Sonrío, y me parece que Panchito sonríe también.
La vida está llena de milagros.
Hoy he visto uno.
¡Hasta mañana!...