La realidad es una ficción que han tejido alrededor nuestro; se llama cultura. Son todos los paradigmas a los que nos referimos para comprender la realidad. En el principio de los tiempos, los poetas inventaron las mitologías para comprender al mundo y de ahí surgieron los sentidos de la vida de los pueblos antiguos. En el transcurso de los tiempos, otras metodologías suplantaron a los poetas: los filósofos, los científicos, hasta llegar a nuestros días en donde las sociedades se intentan construir con herramientas más reales. De eso se trata el materialismo y el liberalismo, las antípodas. Para desgracia, ninguno de los dos ha encontrado la manera de realizar las sociedades perfectas. ¿No han rebasado el mundo de la ficción? Es lo que este columnista cree.
El futurismo no es de ahora, desde los griegos se inventaron maneras de gobierno y de organización social a las que generalmente se les han dado en llamar utopías. La república y las leyes son los ejemplos más claros. La ciudad de Dios, las utopías del renacimiento, los socialismos del siglo XIX, el Marxismo, el liberalismo; todas son utopías y unas se han tratado de realizar en algunos países donde no se con creta la igualdad, la justicia, el triunfo sobre la corrupción y la felicidad total del hombre; la vida asegurada desde el nacimiento hasta la muerte; y sin embargo, el costo ha sido sacrificar la libertad humana de los hombres en aras de un final feliz que por definición no se puede dar.
Lo que propone el liberalismo sólo lleva a la lucha constante del hombre contra el hombre donde la ley del más fuerte se va a imponer y los débiles sucumben. Dejar hacer, dejar pasar. (La Esclavitud)
En el comunismo es una casta la que se vuelve el pensamiento de todos y no permite que ninguno desista de esos principios, ni tampoco permite que se genere la crítica. El de la fuerza se impone, no es el pueblo quien gobierna, sólo obedece. Sistemas de este tipo no evolucionan, se estancan o desaparecen. Eso ya pasaba con la iglesia y la santa inquisición. Una única forma de pensar con pena de muerte, o de eliminación, para quien no esté de acuerdo. (Stalin vs Trotsky) Las internacionales que sacaron de su seno a los intelectuales críticos.
Los sistemas democráticos tienen muchas deficiencias; el juego de fuerzas permite su evolución. Mientras existan, por lo menos en el papel, la libertad de expresión y de pensamiento, artículo sexto constitucional, hay posibilidades de crítica, de remediar los males.
Cada uno de los sistemas es propuesto como la panacea del mundo. La realidad los contradice. Se han convertido en la ficción cotidiana con la que se manejan los pueblos que viven en la inercia hacia ninguna parte.
Los ideólogos, quienes se creen realistas, alejados de los poetas y del mundo de la ficción a quienes han tildados de mitómanos, no quieren reconocer que pertenecen al mismo mundo y que en éste, una manera de huir de las decepciones cotidianas es precisamente los inventos con los que combaten la realidad. Puede llamarle religión, puede llamarle arte, o puede llamarle del modo que usted quiera: Aficionado deportivo, promotor del divismo, defensor de una camiseta, miembro de una secta. Son huidas de la realidad para defenderse de la realidad misma. Son cultura para defenderse de las formas culturales que no resuelven los problemas cotidianos de los hombres.
Los muy científicos han perdido la perspectiva. En la otra parte de la cultura, la fe, la ficción, el arte, han sido elementos humanos riquísimos. Son las antiquísimas piedras que nos hablan de aquellos pueblos que se sintieron elegidos de los dioses y que también supusieron tener un sentido de la vida de relevancia y trascendental. (Preferible al mundo feliz, a 1984 y Fahrenheit).
Para que la búsqueda exista, deben de existir los caminos. La fantasía es un elemento muy importante. Da Vinci fantaseaba con sus aparatos para volar o para hundirse en el agua. Las novelas de Julio Verne son fantasía; ambos son el antecedente de las realidades científicas de nuestro siglo. En la edad de piedra, el hombre fantaseaba en cazar un mamut y dejo su huella en Altamira.
La fantasía es parte integrante de la realidad humana. La sal de la vida. No hay que dejarnos imponer sociedades insípidas. Viva la ficción. Feliz año.