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Verdades y Rumores

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EL AGENTE 007

Antes de ponerse el mandil para preparar la cena de Fin de Año, que en esta ocasión llevará el sello de “bajo en calorías”, muy ad hoc con los nuevos tiempos, la supercomputadora Pony prosigue su ingrata labor de asignación de calificaciones, pero ahora en la industriosa provincia coahuilense, en donde serán revisadas las autoridades estatales y municipales. Comenzamos el recorrido en el Palacio Rosa de Saltillo, en donde el gobernador Miguel Riquelme presume entre sus logros de primer año el haber superado la meta de empleos, haber conseguido la atracción de inversiones del Lejano Oriente, con el detalle de las preferencias para la región Sureste, y haber concretado la obra del nuevo Hospital Militar de Torreón.

En materia de seguridad pública, en general el año transcurrió sin grandes sobresaltos, salvo algunos hechos que indican que el hampa se resiste a dejar la entidad, mientras que en la política el mandatario estatal mostró voluntad de tender puentes con los alcaldes de los municipios en donde su partido no gobierna e incluso con el vecino Durango, cosa que no pasaba desde hace lustros. No obstante, las grandes obras brillaron por su ausencia, en buena parte por el peso de la megadeuda que tuvo que ser reestructurada por tercera vez para aflojar un poco la soga que dejó el Profe bailarín y que heredarán las futuras generaciones, al paso que vamos. A propósito de ello, falta por aclarar a detalle cuánto costó el refinanciamiento, así como se echa de menos la explicación acerca de los sobregastos en rubros como asesorías, propaganda y viáticos y los rezagos en áreas tan necesarias como inversión pública. Los cambios importantes en el gabinete, necesarios desde hace tiempo, no han llegado, por lo que la sombra del morerismo se mantiene sobre el gobierno actual. Con el deseo de que el año que entra pueda sacudirse de los lastres y mejorar su desempeño, la Pony le manda un SIETE con el recordatorio de que La Laguna también es Coahuila, cosa que el gober debe saber porque de aquí es.

José María Fraustro, secretario de Gobierno, han intentado mejorar en el primer año algunos servicios relacionados con su dependencia, pero le ha fallado la operación política para evitar los bloqueos y atorones en el Congreso. Se oye que es uno de los que podría salir. De ser así, se iría con un feo CINCO Y MEDIO.

En Seguridad Pública, José Luis Pliego, ha aumentado las detenciones contra narcomenudistas, traficantes de personas y otro tipo de malandrines, además de que sus muchachos se han fajado a la hora de enfrentarse con los malos. Hubo una baja marginal en delitos, aunque no en homicidios. Empañan el trabajo las quejas contra los agentes de Fuerza Coahuila, que continúan acumulándose; la falta de la anunciada reestructura de la corporación, y el déficit de personal; el crimen del exalcalde Fernando Purón y la fuga de dos reos en Torreón. La va un CINCO Y MEDIO.

EL fiscal Gerardo Márquez ha trabajado en la disminución del rezago en las averiguaciones y en la adecuada aplicación del nuevo sistema penal. También se ha dado la judicialización de casos por feminicidio, algo que rara vez ocurría en este tipo de crímenes, así como la detención de presuntos homicidas. También ha avances en la atención a familiares de desaparecidos. En contraste, no hay avances en casos como el de Allende, Piedras Negras y la deuda; persiste el déficit de elementos, y falta profundizar los cambios en la estructura para hacerla más eficiente, además de que se mantiene como la número uno en la lista negra de quejas ante Derechos Humanos. Como un año es poco y el trabajo mucho, se salva por ahora con un SIETE.

El secretario de Finanzas, Blas Flores, tiene a su favor el no haber solicitado más créditos y sacar a flote la reestructura de la deuda. Sin embargo, le ha faltado transparencia en el proceso y el manejo de recursos público, además que ha tenido broncas para cubrir la nómina de los maestros. Su saldo apenas el alcanza para un CINCO Y MEDIO.

En Fiscalización, se esperaba más de Teresa Guajardo, quien cuenta con experiencia en el tema pero sólo avanzó en las capacitaciones a los funcionarios municipales para los proceso de entrega-recepción. Le falló también la transparencia en los casos de inhabilitación de funcionarios, ya que no indica la causa. Y el efecto de esto es un seco SEIS.

Jaime Guerra como secretario de Desarrollo Económico destacó en la estrategia de promoción del estado que le permitió rebasar el objetivo de generación de nuevas fuentes de trabajo gracias a la atracción de inversiones. Como puntos en contra tiene que se extrañan más propuestas, además de los viajes, equidad en la promoción para beneficio de todas las regiones y claridad en el uso de los viáticos. Con todo, obtiene un decoroso OCHO.

A Gerardo Berlanga, secretario de Infraestructura, no se le ha notado la experiencia que tiene en el área puesto que muy poco se vio de obra pública relevante, salvo el ya mencionado Hospital Militar. En Saltillo le reclaman la construcción de una torre por el daño a un área protegida y en Torreón las constantes demoras en la terminación del Metrobús. Punto positivo es que no se rezagó en el pago a proveedores, pero no le alcanza para pasar ni de panzazo: CUATRO Y MEDIO.

El secretario del Trabajo, Román Alberto Cepeda, logró mantener la paz laboral del estado al no registrarse huelgas y sostener la estrategia de ferias de colocación de empleo, incluso para personas con discapacidad. En detrimento suyo, no se ve mucha iniciativa propia, y en espera de que sea más creativo, la Pony le manda un SIETE como incentivo.

Higinio González, en la Secretaría de Educación, pasó el año sin mayores problemas y con la firma de convenios para reducir el acoso escolar y la obesidad infantil y mejorar la atención a niños maltratados, áreas en las que falta mucho camino por recorrer. Por ello también recibe un nada despreciable SIETE Y MEDIO.

Al frente de la Secretaría de Salud, Roberto Bernal, intensificó las campañas sobre problemas cardíacos y prevención de dengue e influenza. En contraste, tiene obras estancadas como el Hospital Oncológico y Materno Infantil en Saltillo y la falta de insumos continúa en todo el estado pese al cambio de proveedor, con acento en el Hospital General de Torreón. Tampoco se observa una estrategia efectiva contra la obesidad, embarazos adolescentes y los suicidios. Truena con un horroroso TRES Y MEDIO.

En Desarrollo Social, Inocencio Aguirre, ha librado el año sin escándalos propios de esta área y manteniendo los programas de la pasada administración. Le falla la transparencia en centros de distribución de ayudas sociales y levantamiento de encuestas. A ver si se pone las pilas en esto con un transparente SIETE Y MEDIO.

La secretaria de Cultura, Ana Sofía García, ha sostenido la buena proyección nacional de los festivales culturales, aunque se extrañan otro tipo de actividades que diversifiquen un rubro en el que la creatividad debe ser la huella, pero como que le gusta nadar de muertito y que no hagan olas, no vaya a ser que alguien se percate de que allí está. No le va tan mal con un SEIS Y MEDIO.

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Una vez concluido el repaso del gobierno provincial, ahí mismo en la Urbe de Adobe la Pony salta al ayuntamiento saltillense, en donde la miniadministración del alcalde Manolo Jiménez se esforzó por mantener las buenas calificaciones de la ciudad en los rankings de calidad de vida. También se creó por fin una comisión de seguridad y participación ciudadana, se aumentó la videovigilancia y la criminalidad no se ha disparado. A la par, se invirtieron recursos en pavimento, agua potable y drenajes pluvial y sanitario. Y todo esto sin aumentar la deuda bancaria. Además, para mejorar el cuidado del medio ambiente se constituyó una policía especial, y controvertida fue la decisión de eliminar el programa de fotomultas. Como puntos negros, la reestructura del transporte sigue atorada, el manejo financiero no ha sido del todo claro, ni tampoco los resultados de las auditorías solicitadas. Se observa una falta de capacitación en los elementos policiacos lo cual deriva en que los casos de varios detenidos no se sostienen. Y parece que al alcalde no le importa mucho no tener secretario del Ayuntamiento, ya que desde abril está vacante el puesto lo cual se percibe en una operación política limitada. Por lo demás, parece gozar de los beneficios de ser el munícipe consentido del mandamás provincial. Pero la Pony no lo consiente y le pone un SEIS Y MEDIO.

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Al terminar su trabajo en Saltillo, la Pony llega como bólido a Torreón para revisar el minigobierno de Jorge Zermeño, su segunda administración en 20 años, y que va para la tercera luego de haber conseguido la reelección en julio pasado. El acento de sus esfuerzos en este año único de administración estuvo en la pavimentación, rehabilitación de espacios públicos y áreas deportivas y de esparcimiento, la mejora de la videovigilancia y la capacitación de policías, a quienes les homologó su salario. La seguridad se mantuvo sin sobresaltos importantes pero al cierre del año algunos sucesos han generado preocupación entre el respetable. Como puntos en contra, la transparencia no ha sido el fuerte de la administración en cuanto a manejo de recursos, como tampoco lo ha sido la tolerancia a la crítica, venga de donde venga, aunque -eso sí- cuestionó los trabajos del gobierno estatal en obras como el Metrobús. Tuvo que sortear paros de trabajadores municipales, inconformes con los presuntos malos tratos que reciben, y pese a las promesas, el Simas continuó sin resolver los problemas heredados de la pasada administración. Otra debilidad fue la Comunicación Social, área en la que hay más voluntad pendenciera que de servicio para informar con claridad los avances que sí ha tenido la administración. Los anunciados cambios no se ven aún, a ver si ahora que comience el nuevo período. Lo que sí se ve es un SEIS Y MEDIO de calificación.

El secretario del Ayuntamiento, Sergio Lara, fue en parte víctima de la concentración de protagonismo en otros departamentos ya que se vio limitado en la operación política, prueba de ello fueron las “bombas” que le tronaron al alcalde a lo largo del año. Además le faltó mayor control dentro del Cabildo. Como puntos a favor tiene que resolvió los trámites que pasan por su oficina y algo le ha de tocar del triunfo electoral de su patrón. Como sea no le alcanza más que para un feo CINCO.

En Seguridad Pública, Primo Francisco García Cervantes, algo hizo pero pudo haber hecho más. No logró zafarse de la “ley mordaza” dentro de la administración y cambió la periodicidad de las reuniones de indicadores a 15 días en vez de una semana. Luego de varios desencuentros con las autoridades estatales y el reclamo de sociedad civil e iniciativa privada, logró establecer una estrategia de coordinación para los operativos. En su beneficio, la seguridad no se descompuso, salvo algunos hecho que de pronto generaron preocupación. Se va del cargo con un SIETE.

El por segunda vez tesorero Jaime Hernán Sirgo Ortiz, mantuvo su bajo perfil, sin meterse en broncas y optó por hacer tándem con el director de Servicios Administrativos, Antonio Loera López, conocido como “el vicealcalde”, quien terminó por operar buena parte de las funciones de la Tesorería para sacar adelante los múltiples encargos del alcalde. Si bien no hubo desajustes graves en las finanzas, sí faltó mayor apertura para informar. Como es difícil entender el trabajo de uno sin el otro, vaya una calificación conjunta de SIETE Y MEDIO.

En el caso del contralor Juan Carlos Álvarez, los logros son más bien de su equipo de colaboradoras, que fueron quienes llevaron la voz cantante a la hora de explicar en comisiones las auditorías realizadas. Su perfil fue más bien bajo y omitió hablar -¿también por la “ley mordaza”’?- de los resultados de las revisiones a direcciones, de los exámenes de control y confianza y de la falta de información en el sitio web. En aras de que al término de la sui generis entrega-recepción mejore, la Pony le pone un cinco que se hace SEIS por el esfuerzo de su equipo.

Como encargado de Obras Públicas, la virtud del exipeco Tomás Galván fue el diálogo y la gestión con funcionarios federales para liberar los recursos del Fonden cuando se registraron las inundaciones en Torreón y recientemente en la Ciudad de México a donde tuvo que acudir para presentar proyectos de obra de cara al próximo año. También lo hizo ante instancias estatales. El problema fue que, en parte, su coordinador Oscar Artigas, asumió muchas funciones y se enfrentó a dos fuegos con Antonio Loera que se ejecutó varias obras y con Alejandro Gutiérrez, de Parques y Jardines, que creó su propia dirección de Espacios Públicos. Como sea, la salva con un SIETE Y MEDIO.

El excrítico y exactivista Aldo Villarreal, en Urbanismo, tuvo el acierto de mantener a la gente de experiencia en la dirección y dejarla hacer su trabajo, que fue como salió la chamba al final de cuentas. Pero enfrentó problemas con el tema de la calzada Colón, que al final tuvo que resolver su vecino Tomás Galván, y a la escasa presencia en sus oficinas se suman los reportes cada vez más frecuentes de arreglos económicos a cambio de la entrega de licencias de funcionamiento y autorizaciones de cambios de uso de suelo. Le va bien con un TRES.

En Servicios Públicos, Eduardo Sáenz, también de la vieja guardia, dejó la mayor responsabilidad de su dirección en manos de tres personas; Fernando De la Torre Cantú en Limpieza, con una aceptable dinámica; el vicealcalde y “ajonjolí de todos los moles”, Antonio Loera, que acaparó el control de labores de imagen urbana; y el ya mencionado Alejandro Gutiérrez, quien se “separó” de esta dirección y formó su área. Sin muchas complicaciones y cumpliendo con los trámites, la libra con un SIETE Y MEDIO.

Juan José Gómez, gerente de Simas, de la vieja guardia también, tiene para su descargo la pesada herencia que le dejó la pasada administración en cuanto a deudas con CFE, por ejemplo, pendientes de obra, como drenaje, cartera vencida, y la planta tratadora. Pero si bien este lastre algo explica, no justifica todo lo que no se hizo para mejorar el abasto de agua, como tampoco las inundaciones del centro por olvidos en cárcamos, o los cortes de luz, o la falta de inversión, o las fallas de supervisión para que no se arrojen aguas negras a los canales de riego (responsabilidad que comparte con Conagua). Por todo esto, la Pony le da un sucio CUATRO Y MEDIO.

El director de Vialidad, el polémico Pedro Luis Bernal, participó en varios desaguisados por su tendencia al protagonismo, lo mismo en el estadio de futbol que en la calle persiguiendo a conductores con un trato, digamos, poco amable. No logró frenar acabar con los eternos reportes de enjuagues de mandos medios aficionados a cuotas de subordinados. Sus mayores méritos fueron atender a los regaños de su jefe y bajarle al protagonismo y no hacer de la corporación un desastre. Como sea, apenas llega al CINCO.

Sandra Mijares, directora de Movilidad y Transporte, quien no es nueva en el área, fue una de las más críticas de las problemáticas y retrasadas obras del Metrobús, a cargo del gobierno estatal, y logró establecer un buen nivel de comunicación con los transportistas. El problema es que su nivel crítico y buena relación no le alcanzaron para mejorar el trato de los choferes a los usuarios o cumplimiento de los horarios. Tampoco frenó el “pirataje” en el servicio de taxis y le falló la supervisión de sus inspectores que, dicen, andan de traviesos. Con todo, saca un SIETE.

En Atención Ciudadana, Claudia Álvarez, ha contribuido a hacer avanzar el programa de rescate de áreas públicas canalizando las quejas a las áreas correspondientes y como parte del ya famoso grupo de “Los Inseparables”, conformado por ella, Loera, Carlos de Lara, de Plazas y Mercados, y Rolando Anaya, de Inspección. Además, es la voz amable de las comparecencias radiofónicas oficiales de su jefe el alcalde todos los martes. No obstante, le falta más tacto para atender a las ciudadanía y dirigirse hacia sus colaboradoras, y no ha logrado desactivar protestas de vecinos por reclamos diversos. La Pony le reclama con un SEIS Y MEDIO.

El director de Desarrollo Económico, Fernando Jaime, alejado de los reflectores de pronto parece que tiene una intensa labor de promoción con viajes y reuniones fuera de sus oficinas, pero los resultados son magros: no hubo grandes ni abundantes inversiones para Torreón. También pesa sobre él la mácula de haber autorizado la licencia para el casino, asunto después del cual se ausentó aún más de los reflectores. Le va un feo CUATRO.

Por último, Rogelio Cuéllar, de Desarrollo Social, es identificado como el principal operador político de Zermeño, con un bajo perfil y ajeno al golpeteo político, lo que le ha permitido manejar los programas sociales sin sobresaltos. A él se le debe buena parte de la reelección del alcalde y, sin ostentación, va a las colonias y atiende a los viejos y nuevos liderazgos. Su falla, como la de sus antecesores, es la transparencia. Aún así, le va bien con un OCHO Y MEDIO.

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Una vez visto Torreón, nos vamos al vecino Matamoros, en donde el alcalde Juan Carlos Ayup supo establecer buenas relaciones con el Cabildo para evitar dolores de cabeza. Un año de administración le alcanzó para darle una manita de gato a los espacios públicos, mantener en nivel decente el servicio de limpieza, no dejar caer el Simas, realizar algunas obras, ninguna muy significativa, y remediar un poco el deteriorado pavimento. En seguridad, pese a contar con una de las corporaciones más completas de la región, hubo varios sucesos como homicidios y enfrentamientos que alteraron la paz del municipio. En el papel quedaron algunos compromisos que durante su campaña hizo con los productores de melón. Pero el “talón de Aquiles” de la administración fue la nómina municipal, en donde aparecieron familiares y amigos del alcalde y aumentó el número de trabajadores. Tal parece que pesó más lo negativo y la falta de control político, lo cual, aunado a la ola lopezobradorista, le hizo perder la reelección para irse con un SEIS.

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En Francisco I. Madero, Modesto Alcalá muy a medias pudo cumplir con su proyecto de administración, pues durante los primeros seis meses siempre se cuestionó que no tuvo autonomía para hacerlo, ya que su antecesor, David Flores, influyó en todas las decisiones y fue hasta después del proceso electoral que logró marcar un poco de distancia. Le faltó alcanzar la cobertura completa en el servicio de agua potable, pero tampoco hubo tanto problema. Pocas obras se concretaron, principalmente las de los caminos rurales, y se extrañó la mejora de los espacios públicos. Se mantuvo el servicio del limpieza y en materia de seguridad, Madero se mantuvo más o menos estable ya que los delitos de alto impacto no se “dispararon”. La injerencia le provocó dolores de cabeza en el Cabildo como la petición de una auditoría a la administración, y las diferencias sólo se resolvieron al final. Las sombras principales fueron las obras inconclusas de la presidencia municipal, la planta tratadora y en la Unidad Deportiva, así como la opacidad en las que se adjudicó el proyecto de alumbrado público. Tampoco logró la reelección y con todo lo anterior, le va peor con un CINCO.

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Así es como a punto de que se le exploten los bulbos, la Pony concluye su ardua e incomprendida tarea de evaluación no sin antes recordar que ni son todos los que están ni están todos los que son, y que la mejor calificación, como siempre, la tiene el respetable; y decir a los evaluados, más allá de los números, que piensen más en la ciudadanía que en ellos mismos el próximo año, y a usted, amable y paciente lector, los mejores deseos para el año 2019 que está por iniciar. ¡Felicidades y hasta pronto!

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