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Política ciudadana

A la ciudadanía

GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

Cuando se habla de política se asocia con el quehacer de las personas que buscan poder a través de los partidos políticos o las instituciones de gobierno. Pero ¿Qué es hacer política? Es involucrarse en los asuntos públicos, en aquellos procesos que tienen que ver con nuestra vida colectiva, que asocian nuestra vida privada con la pública; los asuntos públicos son aquellos que tienen que ver con nuestra convivencia con vecinos de una colonia urbana o comunidad rural, con la escuela, con la empresa, con la oficina de gobierno, con nuestra vida gremial, laboral o partidista: son los asuntos que tienen que ver con las relaciones de poder que establecemos entre las personas, grupos u organismos de personas, con instituciones, con las decisiones que tomamos sobre cómo debemos convivir socialmente.

Cuando opinamos o nos involucramos en gestiones para solucionar algún problema que aqueja a nuestra colonia como el drenaje, el abasto de agua potable, la pavimentación de las calles, la recolección de basura, el alumbrado, la seguridad, o con otros como el cuidado del ambiente, la igualdad de género, los derechos humanos, estamos haciendo política; estamos participando como individuos que compartimos la percepción sobre el estado de alguno de los anteriores temas, porque esa percepción es individual pero también colectiva, grupal, social. Si el drenaje es deficiente nos aqueja a quienes lo usamos y al involucrarnos en la búsqueda de soluciones hacemos política, pero esta no necesariamente es política partidista o gubernamental, afín a algún partido político o gobierno: es política ciudadana.

Los partidos políticos y los políticos que nos gobiernan a través de las instituciones públicas captan esta percepción de los ciudadanos y la hacen suya, la convierten en parte de su programa político o de gobierno, la usan como bandera colectiva; muestran su sensibilidad con las demandas sociales y durante los procesos electorales prometen a los ciudadanos que de ser electos las atenderán y resolverán, saben que una sensibilidad oportuna se traduce en votos de los ciudadanos.

¿Es posible cumplir las demandas ciudadanas una vez en el gobierno? La gran decepción de los ciudadanos es que sus demandas no siempre son satisfechas, y cuando esto ocurre surge una frustración colectiva, en ocasiones porque una vez que se gobierna cambian sus prioridades, porque carecen de recursos para resolverlas o porque simplemente las olvidan, entonces los discursos de campaña se vuelven mentiras o demagogia.

El incumplimiento de las demandas ciudadanas por los gobernantes es la forma más simple de populismo, por lo que hoy en día gran parte de los políticos son populistas, hasta los que critican a los populistas son también populistas, ahí está Fox que prometió resolver el problema indígena de México en 15 minutos. Esta es una de las expresiones más burdas de un expresidente populista, quizás pensó que los mexicanos éramos tan ignorantes como él sobre este asunto público; el problema de los críticos del populismo es que tienen una percepción muy ideologizada de este fenómeno, deberían de revisarla antes de expresarla públicamente y de que les duela el pie que se disparan con sus criticas.

Precisamente es en el incumplimiento de las demandas ciudadanas donde se origina el desprestigio de los políticos partidistas y gubernamentales, sus discursos son poco creíbles aunque no se den cuenta de ello, o se resistan a hacerlo. Resulta que no solo a través de la pertenencia a los partidos o desde un cargo público se puede hacer política, los ciudadanos hacemos todos los días política ciudadana, buscamos resolver los problemas colectivos que nos aquejan como nos es posible, no somos profesionales pagados para hacer política partidista o gubernamental, somos simples ciudadanos preocupados por vivir mejor.

Para resolver dichos problemas nos tenemos que dirigir ante los políticos profesionales para gestionar sus soluciones, porque son estos quienes administran los fondos públicos que pueden aplicarse para ese fin. Lamentablemente, es común que los políticos profesionales no apliquen bien esos fondos, que los apliquen en asuntos que no corresponden a demandas ciudadanas genuinas sino a compromisos con sus socios o filiales de partido, con quienes financiaron sus campañas o con quienes hacen negocios beneficiándose del dinero público, que en ocasiones lo malversen y no pase nada.

Los ciudadanos no debemos de dejar de hacer política porque siempre habrá asuntos públicos que nos involucren, que nos afecten o beneficien, debemos de hacer política ciudadana para buscar soluciones a nuestros problemas y para dignificar la política que hacen quienes se dedican a ella como profesionales, que reciben sueldos con los recursos que los ciudadanos aportamos a través de los impuestos que pagamos, para obligarlos a que las políticas públicas que aplican a través de las instituciones gubernamentales sean políticas ciudadanas y no de partido, de grupo o camarilla.

Hoy en día una política pública que no responde al interés genuino de los ciudadanos carece de legitimidad.

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