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Entender nuestro momento

JULIO FAESLER

Son los sociólogos los que mejor pueden entender lo que está sucediendo en el proceso electoral actual. Ni los abogados ni los economistas tienen una visión clara. Menos los políticos profesionales.

Los primeros porque tienen siempre la mirada puesta en las leyes y los reglamentos y por esta razón no acaban de apreciar las razones más profundas que explican el devenir de los acontecimientos. Los formalismos los ciegan a lo que está atrás de lo más importante que es el elemento emocional siempre presente.

Los segundos, economistas, porque viendo la eficiencia como único criterio para evaluar las combinaciones de los factores dejan a un lado la equidad y justicia en sus propuestas.

Al final de cuentas, el sociólogo es el que puede penetrar y explicar el intricado complejo de elementos históricos, psicológicos, demográficos, de familia, las correlaciones de fuerzas que determinan el comportamiento de los individuos y de las comunidades en un momento dado. Lo jurídico y lo económico son sólo una parte de una visión integral, "holística" del acontecer social.

Armados de una visión sociológica del proceso electoral actual podemos empezar a entender el comportamiento de la comunidad mexicana en estos pocos días que faltan para llegar al primero de julio en que vamos a definir quién llevará las riendas del gobierno en los próximos seis años hasta 2014.

De lo que resulte del interés de los 80 millones de empadronados dependerá la contribución que hagamos los 130 millones de mexicanos como uno de los países más importantes en la nueva configuración internacional a la paz y la prosperidad mundial. Lo contrario será ser sólo un simple componente en el tablero internacional.

No hay que temerle mucho a lo que pueda decidir el electorado nacional en un proceso limpio y directo sin desviaciones de corrupción. Incluso tomando en cuenta nuestras impreparaciones cívicas y escaso nivel educativo, el que emerja como Presidente de la República tendrá que entender que no irá solo en el ejercicio de su poder muy especialmente si el gobierno se constituya, como ya está claro por las alianzas que apoyan a los tres candidatos principales, en una coalición de partidos participantes.

Siendo ya un hecho la composición plural del Ejecutivo, son evidentes las limitaciones que sujetarán al jefe de ese Poder, circunstancia que no se había visto antes.

La posibilidad de un ejercicio autoritario es baja si consideramos que el Poder Legislativo tiene su propia posibilidad de actuar, como ya se está viendo en el presente gobierno. El Congreso ha operado con relativa autonomía respecto del Presidente de la República.

De lo anterior se desprende que las elecciones en proceso son importantes por la configuración del Congreso en sus cámaras de Senadores y Diputados en cuanto sean sumisas o no a los dictados del jefe del ejecutivo. Son trascendentes las elecciones de este año. Los nuevos legisladores podrán apoyar un programa de gobierno que trace un rumbo enteramente distinto, incluso opuesto a las estructuras conocidas. Es obvio que la variada integración política hace de lo anterior un enigma por resolver. La elección de legisladores no ha recibido en los medios la importancia que tiene. El que el futuro gobierno pueda actuar en su totalidad respaldando o no lo que proponga el Presidente es una eventualidad que depende precisamente de ello.

Hay otro asunto que hay que prever respecto al comportamiento del gobierno después del primero de julio y que es la afiliación política de los gobernadores estatales con sus compromisos e inercias que deciden la ruta que cada entidad toma en asuntos locales y federales.

Ninguno de los simultáneos procesos que ahora se desenvuelven está fuera del control ciudadano. Todos los sectores empresariales, organismos de la sociedad civil u otras organizaciones distintas a los partidos participan y pueden influir en ellos.

No hay que tenerle miedo a ninguna eventualidad por inquietante que parezca. Hoy día hay muchos países donde los ciudadanos están teniendo que enfrentar con valentía y sentido patriótico retos hondamente dramáticos. Los nuestros, afortunadamente, no llegan a tales extremos.

Los sociólogos nos enseñan a entender todos los hechos analizando cada una de sus partes. Haciéndolo así, no hay nada que temer.

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Escrito en: Editorial Julio Faesler

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