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El Pueblo Mágico de Viesca y la conservación de su biodiversidad (I)

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

Llegamos temprano a la ciudad de Viesca, un adornado y enjardinado portal nos dio la bienvenida. Tuve la impresión de que todo se veía más claro y luminoso, la limpieza del aire era evidente, la nata obscura a la que ya nos hemos acostumbrado en la zona metropolitana, aquí no existe. Mientras nos adentrábamos a las primeras calles de esta hermosa ciudad rural, observamos los primeros beneficios de visitar un pueblo mágico: las calles muy limpias y las casas bien pintadas. Esta excelente imagen de calles angostas y adornadas se combina con la calidad del aire originada en la casi ausencia de vehículos automotores. Algunas personas que nos encontramos caminaban por las banquetas y otros pocos pedaleaban en sus bicis.

En el transcurso de nuestro camino, vi en el centro de una plaza un gran árbol seco, que de alguna manera ha sido ayudado para evitar que se derrumbe, acaso se trata del árbol en el que fue atado en 1811 Don Miguel Hidalgo y Costilla, padre de la patria e iniciador de la independencia de México que estuvo en calidad de detenido en Viesca y que posteriormente fue llevado a Chihuahua donde fue fusilado. Al pasar la plaza vimos una casa modesta, pero bien conservada en la que había una placa con una leyenda sobre Don Benito Juárez. El presidente Juárez Se refugió en Viesca en 1864 con su Presidencia itinerante, la casa donde vivió se encuentra muy conservada y se ha convertido en un pequeño museo llamado La Casa Juárez.

Cuando llegamos a nuestro destino, fuimos recibidos por nuestro anfitrión en una casa austera que desde afuera parecía ser una casa pequeña. Una casa antigua construida de adobe que tiene un primer espacio en la entrada llamado zaguán, seguido por un amplio patio rectangular, con techumbre y piso de cemento. Al final otro patio con gran cantidad de plantas, principalmente cactáceas. A los lados del primer patio se encuentran todas las habitaciones, los techos son muy altos y están construidos con losetas de madera y tierra en la parte superior. Fuimos invitados a desayunar a una casa que se está restaurando con la finalidad de establecer un restaurante y un hotel. Un menudo y un buffet basado en huevo, chicharrón y frijoles fue la oferta gastronómica en aquella casona de amplias habitaciones con cenefa pintada que promete ser una buena opción de hospedaje y alimentación. Este último aspecto es una limitante del pueblo mágico de Viesca, desarrollar la infraestructura de hospedaje y alimentación a través de hostales con servicio de alimentación puede ser una posibilidad. Existen muchas casas grandes con muchas habitaciones que pueden prestar este servicio.

Después de desayunar recorrimos los alrededores de la ciudad y nos dirigimos con rumbo a las salinas, pasamos por el ejido Venustiano Carranza y a lo lejos se apreciaba La Ex Hacienda de Hornos, un símbolo emblemático de la historia económica de Viesca. Una historia llena de altibajos y claroscuros con períodos de abundancia y prosperidad agrícola e industrial, y dificultades internas y/o externas que finalmente terminaban minando el desarrollo del municipio. Pocos sabemos que cuando la hacienda fue dotada de los Talleres de Hornos, se fundía una gran cantidad de metal y que se construían locomotoras, carros de ferrocarril de gran lujo y tranvías. Pero, el éxito de esta empresa se vio obstaculizada por la firma de los tratados de Bucareli en 1923, que condicionó la aceptación del Gobierno de Obregón por parte de los Estados Unidos, al cese nacional de la producción industrial pesada y a la importación de aquel país. Ya entrada en franca decadencia, hacia 1950, un incendio terminó con los talleres de fundición y al parecer un rayo impactó en la hacienda.

Nuestro recorrido por las salinas de Viesca fue muy breve, no obstante, aún quedan las huellas de lo que fue la empresa Sulfatos de Viesca. Una compañía que tuvo gran éxitoproduciendo primero sulfato de sodio y posteriormente cloruro de sodio, que llegó a tener una nómina de 400 empleados, pero que dejó de funcionar en la década de los ochenta, cuando se colapsó la economía mundial y se empezó a extraer la sal marina. Para colmo dejó de pasar el tren por Viesca en 1990, terminando con cualquier expectativa.

Nuestro recorrido local finalizó en un estupendo balneario llamado Juan Guerra, ubicado cerca del hilo de agua que aún corre hacia la ciudad y que representa un verdadero oasis en medio de la resequedad provocada por la radiación solar y las bajas precipitaciones. Las instalaciones están muy bien conservadas y se encuentran rodeadas por una arboleda de pinabetes, debajo de la cual se encuentran bancas y asadores.

La vocación de Viesca como Pueblo Mágico es el turismo, no se trata de una nueva orientación, como leí en alguna parte, Viesca nació con la magia que encanta a quien lo visita y que seguramente resurgirá siempre.

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