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Sonetos de Novo en año nuevo

Para despedir el año, recordamos el trabajo del escritor Salvador Novo en estas fechas

Visita. Concluido la ceremonia, Salvador Novo, Horacio Gutiérrez y Rodolfo Guerrero, atraviesan la calle Ramón Corona entre la llovizna. (Colección del CEHM. Fundación Carlos Slim).

Visita. Concluido la ceremonia, Salvador Novo, Horacio Gutiérrez y Rodolfo Guerrero, atraviesan la calle Ramón Corona entre la llovizna. (Colección del CEHM. Fundación Carlos Slim).

DOMINGO DERAS TORRES

El laureado escritor Salvador Novo (1904-1974), acostumbró de 1955 a 1971 enviar sus buenos deseos de Año Nuevo a sus amigos mediante sonetos de su autoría que días antes del 31 de diciembre, los remitía en elegante papel membretado desde su domicilio en Coyoacán.

Eran los viejos tiempos en que las tarjetas de navidad contenedoras de nobles deseos, año tras año, se entregaban por los carteros del servicio postal en millones de hogares, el sonido de sus inolvidables silbatos tienen sabor a nostalgia y aún los escuchamos en nuestras memorias.

Talentoso dominador de la prosa y el verso, Salvador Novo hizo del clásico soneto el medio de expresión de sus sentimientos de buena voluntad a políticos, periodistas, empresarios y personajes de la vida artística con quienes cultivó amistad; ya fallecidos, en su gran mayoría. Algunos descendientes de los destinatarios de aquellas poesías las conservan en sus archivos.

Hacia finales del año de 1955, Novo, con espíritu reflexivo anuncia el final del año viejo y el nacimiento del venidero a uno de sus amigos, realiza un emotivo inventario de sucesos que ya pertenecen al pasado y cifra propósitos para un mejor futuro. El magnífico soneto que le dedica, así dice:

Un año más

Sus pasos apresura;

Un año más

Nos une y nos separa;

Un año más

Su término declara

Y un año más

Sus límites augura.

Un año más

Diluye su amargura;

Un año más

Sus dones nos depara;

Un año más,

Que con justicia avara

Meció una cuna,

Abrió una sepultura

¡Oh, dulce amigo,

Cuya mano clara

En cifra de cariño

Y de ternura

La mía tantas veces

Estrechara!

Un año más

El vínculo asegura

De su noble amistad,

Alta y preclara

¡Dios se lo otorgue

Lleno de ventura!

En 1961 compuso otro soneto, en emotiva salutación a uno de sus amigos donde se manifiesta agradecido de haber vivido un año más, así se expresó en uno de sus cuartetos:

Gracias Señor,

Porque me diste un año

En que abrí

A la luz mis ojos ciegos;

Gracias, porque

La fragua de tus fuegos

Templó en acero

El corazón de estaño.

Y en uno de sus últimos sonetos que redactó en 1971, Salvador Novo en un terceto invita al amigo a quien se lo dedicó a disfrutar las fiestas decembrinas, después de haberle deseado felicidad durante el año por iniciar:

Año Nuevo le colme

De alegría

Desfrunza ceño,

Muéstrese galante,

únase a general

Algarabía.

LOS SONETOS A ZABLUDOVSKY

El periodista Jacobo Zabludovsky (1928-2014), quien fuera conductor del famoso noticiero de televisión 24 Horas que logró la mayor audiencia de su época y que perduró por veintisiete años, invitó a Novo a ocupar un espacio en su programa cada viernes. En su carácter de Cronista de la ciudad de México, disertaba con amenísimo estilo sobre capítulos de la historia nacional, el segmento duraba tres minutos.

Zabludovsky, además, fue su amigo y Salvador Novo le demostró el gran aprecio que le tenía al dedicarle varios sonetos con motivo del Año Nuevo; se los regalaba, antes que concluyera cada diciembre.

El famoso comunicólogo expresó en una entrevista que tales poesías las perdió en el trágico terremoto que azotó a la ciudad de México, el 19 de septiembre de 1985, cuando desapareció su oficina que estaba en uno de los edificios que se derrumbaron en Televisa. "Mis papeles se fueron entre los escombros", dijo.

Y narró la última vez que vio a Salvador Novo: "Estaba internado en un hospital del Centro Médico. Fui con mi hijo Abraham usando mis influencias de periodista. Entramos de sorpresa a su habitación y ese fue mi error, hacía mucho calor y cuando nos vio tuvo un gesto de vergüenza, porque lo vimos sin bisoñé, sin dientes, casi sin vestir y nomás cubierto por una sábana".

Zabludovsky llevaba un camarógrafo para entrevistarlo, le ordenó no entrara al cuarto al comprender la embarazosa situación, conturbado rápidamente terminó el encuentro al decirle a Novo:

Maestro: Nomás quisimos

Venir a saludarlo.

Ya me voy.

Adiós Jacobo me contestó

Y a los pocos días murió.

TORREÓN HOMENAJEÓ A NOVO

En el año 2018, se cumplirán cincuenta años del homenaje que se le rindió a Salvador Novo por parte del ayuntamiento de Torreón que presidió Rodolfo Guerrero González, el escritor vivió en nuestra ciudad en los violentos días de la Revolución Mexicana de 1910.

Galardonado por el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz con el Premio Nacional de Letras 1967, Novo, hijo único, residió al lado de sus padres en una desaparecida finca de la calle Ramón Corona, entre las avenidas Juárez y Presidente Carranza. En nuestros días allí funciona una refaccionaria. Cursó la primaria en el Colegio Modelo y la Escuela Centenario.

Gestor del homenaje fue el doctor Horacio Gutiérrez Crespo, quien organizó el evento que tuvo lugar el 31 de agosto de 1968, se develó una placa que se reinstaló en la actual finca. Sobre ella aparece la siguiente inscripción: "En esta casa nació a las letras Salvador Novo. R. Ayuntamiento. 1967-1969".

Al día siguiente, en una de sus páginas El Siglo de Torreón informó los detalles de la ceremonia en honor a Salvador Novo, la que se desarrolló en medio de una llovizna. Y transcribió sus palabras de agradecimiento; "Me siento contento por estar frente a la casa de donde brotaron de mí, los poemas, y de hecho, donde se definió mi destino a las letras".

La misma nota informativa detalla que pidió permiso para ingresar a la antigua casa que habitó. Su moradora, Gloria Luz Gómez de la Vega de Flores, accedió gustosa y el literato entró acompañado del alcalde torreonense Rodolfo Guerrero González, con quien recorrería las habitaciones y el patio.

Recordó los trágicos acontecimientos que sufrió al lado de sus progenitores, cuando en 1914, los villistas allanaron su casa para luego asesinar a su tío abuelo Francisco C. Espino. Horas después entre una terrible angustia, su padre el gallego Andrés Novo Blanco, sería expulsado por órdenes de Pancho Villa junto con los españoles de La Laguna a El Paso, Texas.

Finalmente relató que durante los días de su infancia en esa desaparecida finca, se divertía en el patio con sus compañeros de escuela y vecinos, donde jugaban a montar obras de teatro que él dirigía.

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