No son pocas las ocasiones en las que el futbol ha sido aprovechado como excusa para "ajustar cuentas" entre ciudadanos de países que han protagonizado guerras o enfrentamientos que poco o nada tienen qué ver con el deporte. Pero al ser el juego más practicado en el mundo, los estadios se convierten en pequeños retratos de sociedades que en sus peores momentos pueden convertirse en un peligroso ciempiés.
Las guerras dejaron en algunos países europeos un fuerte sentimiento de nacionalidad entre sus habitantes, pero también de resentimiento hacia las naciones que con sus bombardeos y ataques militares mutilaron a familias que perdieron a sus seres queridos a causa de los destrozos causados.
Como ejemplo, nos remontaremos a mayo del '90: El juego entre el Estrella Roja de Belgrado ante el Dínamo de Zagreb, fue tomado como pretexto por radicales que, envueltos en ideas nacionalistas, dieron paso a la barbarie incluso antes de que se pitara el inicio del encuentro. Apenas una semana antes, se habían llevado a cabo las elecciones en Croacia donde la mayoría eligió la independencia por lo que las tensiones regionales entre serbios y croatas habían llegado a un punto crítico. Dentro del Estadio Maksimir, los ultras del Estrella Roja comenzaron la revuelta apuñalando a los croatas que se encontraban cerca de ellos mientras que la tribuna de los hinchas radicales del Dínamo de Zagreb se vació para defender a los suyos.
La policía yugoslava -compuesta en su mayoría por serbios- intentó contener a los croatas a base de golpes, hasta que Zvonimir Boban, número 10 del equipo más laureado de Croacia, tumbó de una patada voladora a uno de los guardias. Al ver la acción, los hinchas fungieron como guardaespaldas del jugador mientras los demás futbolistas corrían despavoridos a los túneles que conducen a los vestidores. Esta batalla dentro del campo marcó el fin de la liga yugoslava y el inicio de la guerra de independencia de Croacia.
Se acerca la Copa Mundial en Rusia. Las autoridades deberán tomar cartas en el asunto para prevenir actos que pudiésemos lamentar.