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Elección en Coahuila, un primer balance

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Coahuila vivió ayer la jornada más compleja y competida de su historia. Al cierre de edición, las cifras que arrojaba el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) al cierre de edición no permitían dar por certero el triunfo de ninguno de los dos principales contendientes en la elección para la gubernatura. No obstante, ambos candidatos, de forma irresponsable, cantaron su victoria menos de diez minutos después de las 6:00 de la tarde, incluso cuando todavía había votantes haciendo fila para emitir su sufragio, quizás empujados por el triunfalismo de Ricardo Anaya, presidente nacional del PAN, quien desde la Ciudad de México cantó victoria en tres de los cuatro estados en donde hubo elecciones, sin tener los elementos para hacerlo.

Del proceso que ayer tuvo su clímax, mas no su conclusión, son varios los puntos que vale la pena destacar, más allá del resultado que aún está por confirmarse. En primer lugar, es preciso señalar que el árbitro, el Instituto Electoral de Coahuila, no estuvo a la altura del enorme reto que representaba esta elección. Los señalamientos de distintos actores políticos y ciudadanos fueron la constante, las fallas en la organización -palpable ayer, por ejemplo, en la tardanza en la apertura de varias casillas-, además de que la demora en los resultados del PREP abrió la puerta para que los candidatos punteros confundieran al electorado con sus proclamas triunfalistas.

La complejidad en la elección radicó también en la cantidad de partidos participantes. Coahuila es la entidad con mayor número de institutos políticos en todo el país, 15, los cuales postularon un total de 618 candidatos para los distintos cargos de elección popular. A esta situación se sumó la dificultad inherente al nuevo método de conteo fraccionado por partidos coligados, en el afán de evitar el trasvase de votos que antes se hacía para que partidos pequeños pudieran conservar su registro aunque no contaran en realidad con la votación suficiente. Testimonios de propios funcionarios de casilla dieron cuenta que ni siquiera ellos entendían del todo el nuevo procedimiento.

La alta competitividad se manifestó en factores negativos como una campaña sucia que dejó más de 40 denuncias penales, principalmente entre los partidos de los candidatos punteros, y otras tantas públicas que enrarecieron el clima electoral. Pero también propició factores positivos, como un interés extraordinario por la elección en ciertos sectores de la entidad. Respecto a este último punto, sin duda es de destacar que frente a la renuncia del IEC en su labor de promoción del voto hayan sido organizaciones de la sociedad civil las que llenaron ese vacío con campañas agresivas para incentivar el sufragio.

Al final, queda la sensación de una jornada con una participación ciudadana de consideración -habría que revisar los números finales-, pocos incidentes lamentables, un clima de civilidad entre los electores, pero un comportamiento reprochable de los candidatos que adelantaron vísperas y un árbitro electoral que no estuvo a la altura. Ojalá que la participación de la ciudadanía sea un buen augurio de transitar hacia una democracia más consolidada en Coahuila.

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