
Nueva dinámica. Especialistas señalan que la búsqueda de pareja a través de estas aplicaciones forma parte de una 'evolución' del establecimiento de vínculos sociales.
La tecnología ha ido modificando la experiencia del romance. Se volvieron extrañas las cartas y declaraciones de amor por correo postal, ya no son comunes los pañuelos perfumados ni es necesario estar frente a frente. Los requerimientos sentimentales modernos han cambiado a partir de las herramientas tecnológicas actuales. Para expertos, la gente está buscando parejas en Internet a través de algoritmos de compatibilidad entre perfiles. El amor se busca a la carta: se eligen las características físicas, de personalidad, gustos, lugar de residencia o profesión de la otra persona.
Ahora no es raro que una relación se construya a partir de las coincidencias. Internet parece estar ayudando a que encontrar el amor sea algo más pragmático que una "larga lista de equivocaciones"; sin embargo, para investigadores como Helen Fisher nuestros cerebros continúan enamorándose como ocurría miles de años atrás.
En México, según el reporte que se consulte, se estima que existen 53.9 millones de personas que tienen acceso a Internet, de las que nueve de cada 10 están registradas en alguna red social, con Facebook, Twitter e Instagram como las de mayor presencia. El estudio "Hábitos de los usuarios de internet en México 2015" dio como resultado que 85 % de los internautas usa la web para acceder a redes sociales, y son mujeres de entre 19 y 24 años quienes tienen mayor presencia.
El tiempo que los mexicanos dedican a Internet sigue creciendo cada año, y el principal motivo de uso son las redes sociales, básicamente para que el usuario se comunique con sus amigos, seguido del querer estar informado.
En tiempos de la tecnología, y por ende del mundo virtual, se están presentando nuevos modelos de relación, particularmente por la forma en que las parejas se demuestran o buscan el amor.
Las historias de romances envuelven las redes sociales, rodeadas de un halo de misterio, impulsadas por encontrar el amor de la vida en el gran catálogo virtual.
Para especialistas es difícil concluir si Facebook, Whatsapp, Skype, Tinder y otros han facilitado o complicado la vida amorosa, lo que es un hecho es que la han cambiado. Otros difieren y dudan ante la posibilidad de un impacto positivo de internet en el amor.
EL CELULAR DE LA DISCORDIA
Cada vez es más frecuente que las personas acudan al consultorio de la especialista Adriana Ortiz Barraza, de la Sociedad Psicoanalítica Mexicana, con la queja de que los smartphones, o teléfonos inteligentes, y sus diversas aplicaciones están operando como un tercero en discordia entre las parejas, llegando incluso a divorcios. "Acuden al consultorio culpando o responsabilizando a las redes sociales de sus problemas maritales, debido a que se convierten en el tercero en discordia. Es frecuente que uno de los miembros de la pareja haga alusión a sentirse excluido por una queja tipo: 'yo te escribí y no me respondiste enseguida' o 'me dejaste en visto' en Whatsapp o por descubrir que su pareja le puso un like a alguien más. Para muchas personas las relaciones sólo son válidas cuando los miembros de la pareja deciden oficializar esta relación a través de Facebook.
"A veces lo que inicia en la red como un juego de seducciones deviene en romances pasajeros o en amores verdaderos; sin embargo, en otras ocasiones deviene en situaciones poco deseadas e inesperadas, como ser un espacio propicio para la infidelidad, como si el hecho de mantener una relación a través de las redes sociales representara una deslealtad equivalente a una traición amorosa, sea cual sea el nivel de intimidad alcanzada o el contenido erótico de los mensajes intercambiados", comenta Ortiz.
"Más allá de las fantasías que puedan surgir en estas relaciones virtuales, aquel amor de la pantalla está satisfaciendo necesidades, supliendo carencias, llenando huecos y espacios que los protagonistas de las mismas no alcanzan a encontrar en sus parejas reales. Quizá porque las relaciones cara a cara son más complejas, requieren de compromiso, de mayor tolerancia a la frustración y de habilidades para comunicarse, mientras que una relación virtual no exige nada, no hay compromiso, es una relación vacía, aunque proporciona la ilusión a la persona de ser comprendida", afirma.
Hoy día es común encontrar parejas en un lugar público revisando su celular, cada uno en su propio mundo virtual. Acompañados, pero finalmente solos. ¿Acaso entonces le tememos a la intimidad? El psicoanalista Andrés Gaytán considera que se está invirtiendo una gran cantidad de energía psíquica en la actividad virtual, corriendo el riesgo de separarnos de quien tenemos cerca, lo cual nos condena a la soledad.
"En este juego virtual cualquiera puede ser anónimo o mentiroso, escribir lo que alguien jamás se animaría a decir en persona, permitiendo la expresión de cualquier combinación de verdades y mentiras, de realidad o fantasía, decir cosas que en ningún otro contexto se escribirían, lo que da por resultado seres irreales que se relacionan entre sí como si fueran reales", dice.
Para el psicólogo italiano Nardone G. Cagnoni, dedicado a las adicciones, Internet se ha convertido en una adicción más para quien está cautivo en las redes. "La tecnología es indudablemente beneficiosa, pero es como las medicinas, que mal administradas pueden resultar un veneno".
Para la especialista Sohovales de Litvinoff, autora del libro "El sujeto escondido en la realidad virtual", asistimos a la proliferación de amistades y enamoramientos virtuales, en una realidad virtual que afecta a los sujetos de esta época con avances de la tecnología que potencian la ilusión de que todo lo que se desea es posible. En una época donde predomina lo práctico, donde las relaciones entre las personas siguen muchas veces las reglas del mercado de consumo, se ha visto emerger a través de Internet amores apasionados y románticos que parecen de siglos pasados. Los e-mails se han trasformado en cartas de amor similares a aquellas envueltas en papeles perfumados, aunque, por supuesto, en otras oportunidades la intimidad se ha visto develada a través de distintas formas de intrusión.
El deseo se potencia en las pantallas. Los vínculos virtuales tienen algo de juego y en ese sentido se puede considerar que las infidelidades virtuales son menos riesgosas en sus consecuencias, pero los efectos que pueden generar son tan fuertes que a veces la pareja real no resiste el avance de la pareja virtual.
Para Ortiz Barraza muchos incluso checan su celular e interactúan con él antes de voltear y darle los buenos días a su pareja aún en la cama. "Con los teléfonos inteligentes parece que todo lo podemos, todo lo sabemos y estamos en todas partes. Somos cada vez más voyeristas. Y a través de las redes se cumplen tres fantasías: el hombre y la mujer se convierten en omnipresentes (estar en todas partes), omniscientes (lo sabe y lo conoce todo) y omnipotentes (lo pueden todo). Tenemos Internet, Dios ha muerto".
Los pacientes llevan al consultorio sus diversos conflictos por "culpa" de Facebook o Whatsapp y comentan sentirse celosos o traicionados, escuchando de manera frecuente frases como: "Discutí con mi novio por lo que vi en Facebook", "le dio like a otra mujer" o "tomé su teléfono y vi sus mensajes", explica Ortiz Barraza.
Tal fue el caso de Manuel, paciente que llegaba a consulta quejándose de que su novia lo engañaba. "Al preguntarle por qué creía eso, contestó que ella ya no le escribía tantos mensajes vía Whatsapp o Twitter o que era muy cortante, y pensaba que estaba mensajeándose con alguien más y que, a pesar de haberse despedido de él diciéndole que se iba a dormir, seguía 'en línea'. Esto generó niveles importantes de angustia, desesperación y frustración en mi paciente", afirma Ortiz Barraza.
El Ciberligue
Las manos le sudaban y no dejaba de mirar el reloj, Daniela se preguntaba a sí misma si habría elegido bien su vestimenta, aunque quería verse bien no quería mostrarse glamorosa ni causar la impresión de que se había esmerado demasiado en su imagen, pese a que había tardado más de dos horas en arreglarse.
Tras probarse una y otra vez toda la ropa que tenía se decidió por un vestido azul que llegaba al ras de las rodillas, unas medias y botas negras fueron el atuendo para llegar a la cita pactada en el Zócalo capitalino con el hombre a quien apenas llevaba cinco días de "conocerlo".
Nuevo en la ciudad, originario de Londres, Inglaterra, amante de los gatos, el cine y la literatura, 27 años de edad, su nombre era William, tenía un perfil atractivo, pero lo mejor de todo era que le había dado like a su foto en Tinder, y tras intercambiar likes se generó un match, requisito que establece la aplicación para conversar con la persona.
Daniela forma parte de 83 % de los usuarios de Internet que cuenta con una aplicación para conocer personas y de 22 % que se ha enamorado a través de Internet, indican datos de The Competitive Intelligence Unit (CIU).
Según la Asociación Mexicana de Internet (Amipci) en México existen 65 millones de personas con acceso a la web, por lo que 83 % de usuarios con una app para conocer gente representa 54 millones de usuarios.
Especialistas dicen que la búsqueda de pareja a través de estas aplicaciones forma parte de una "evolución" del establecimiento de vínculos sociales que es reflejo de nuestra época y de la importancia que ha tomado el uso de las nuevas tecnologías; indicaron que la diferencia entre establecer una relación por aplicaciones y hacerlo "frente a frente" radica en la mediación de la tecnología y en el riesgo que puede existir al desconocer quién es la persona que está detrás del celular.
Personas entrevistadas relatan sus experiencias en el uso de aplicaciones para conocer pareja, coinciden en que estas apps facilitan la interacción entre las personas, generan un comportamiento más desinhibido, se puede conocer a más personas, mientras que el riesgo de que la relación funcione o no es el mismo que de manera "convencional", aunque el peligro de no saber quién es la otra persona y del uso de la información personal siempre está ahí.
El match que hicieron Daniela y William fue uno de los 3 millones que se realizan en México al mes, además de que al día se hacen más de 16 millones de swipes, que son los deslizamientos para ver las fotos de las candidatas, mientras que diariamente se registra más de 1 millón de chats entre los matches, con lo que México se ha convertido en el país con más usuarios de Tinder en América Latina, seguido de Argentina y Brasil, según datos proporcionados de la aplicación.
Luego de hacer match en Tinder, Daniela y William intercambiaron números, migraron la conversación a WhatsApp, tras cinco días de hacerse las preguntas básicas sobre ocupación, pasatiempos, gustos y disgustos, acordaron verse en persona.
En México la mayoría de usuarios de aplicaciones para encontrar pareja son los millennials, datos de Tinder señalan que 85 % de sus usuarios tiene entre 18 y 24 años.
Citas por Internet, romance anónimo
Para Federico, abogado de 44 años de edad, las formas de ligar han cambiado. "Si quiero sexo voy a un bar y lo consigo, pero en esta etapa de mi vida no estoy buscando sexo, sino tener una pareja formal. Es por esta razón que entré a una página que se llama SpeedDating para conocer a otras personas que como yo quisieran también ampliar sus redes de amistad. El sistema consiste en que 10 hombres nos sentamos frente a 10 mujeres y tenemos entre cinco y siete minutos para hablar con ellas en vivo; si hacemos un match (la pareja te elige a ti y tú a ella), entonces la fundadora de SpeedDating, Larissa de la Concha, nos conecta y salimos. Nos piden identificación personal, una membresía anual y todos los miembros del club pasamos por un cuestionario. He asistido a 12 eventos y el resultado es que he salido con aproximadamente 10 mujeres, pero ninguna me ha gustado para ser mi pareja, sólo somos amigos. Ha sido una buena opción para abrir mis círculos y sigo inscribiéndome a eventos de esta compañía", dice.
La historia de Blanca, financiera de 38 años, es diferente. Fue a SpeedDating, tuvo dos parejas por seis y tres meses, y con la tercera pareja se casó. Después de dos años se divorciaron y ahora Blanca continúa asistiendo a los eventos que organiza esa empresa. "Lo que me gusta es que cuando llegas eres totalmente anónima, nadie te conoce, pero sabes que todos hemos pasado por un riguroso proceso de evaluación y comprobación de la veracidad de los datos personales que hemos dado al inscribirnos. Pagamos una membresía y también por cada evento al que asistimos. Durante el evento, estamos en un lugar público y hablamos con la persona cara a cara; aquí nada es virtual, como en Tinder", comenta.
SpeedDating, o citas exprés, está por cumplir 16 años, con más de 9 mil socios, en gran parte porque ahora la gente no permanece casada tantos años y a los 30, 40 o 50 años comienzan a buscar una relación por segunda vez. No entran casados, una psicóloga nos asesora: "pero se trata de conocer a alguien real, no en un chat virtual donde la persona podría pasar meses invirtiendo tiempo en una relación que no va a ningún lado, tales como Tinder, Hater (la aplicación que une a parejas de acuerdo con las cosas que odian) o la aplicación Happn (una app para ligar con quien te has cruzado por la calle; guarda un registro de todas las personas con las que te has cruzado a lo largo del día, con el requisito de que también tenga instalada la app). Otras apps para citas amorosas pueden ser: Kickoff, Flirt, Plus U, Bumble, Match y Badoo, entre otras.
"Lo que ocurre con este tipo de aplicaciones es que fomentan la irrealidad, la inseguridad; yo que estoy en este mercado de hace tantos años diría nunca sabes quién es el o la psicópata que está conectado. El soltero es una persona muy vulnerable que puede dar sus datos personales de inmediato con tal de dejar de ser el forever alone. Hará lo que sea necesario para conseguir una pareja, aunque ponga en riesgo incluso su seguridad.
"Nuestra dinámica ayuda a que la persona que está buscando pareja salga de su casa, se arregle, salga de su rutina para ir a conocer a otros que están en la misma frecuencia que ella o él", dice Larissa de la Concha.