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Thanatos y Eros

Diálogo

YAMIL DARWICH

Estos días se prestan para dialogar sobre la vida y la muerte, considerando nuestra muy particular cultura mexicana, de la que debemos sentirnos muy orgullosos.

El comportamiento ante la muerte es el reflejo de nuestros reales sentimientos -conscientes o inconscientes- sobre el hecho de que habremos de morir.

Tal vez generan temor, al menos al dolor físico que se pueda llegar a sentir en el trance.

Ante todo, le pido que diferenciemos los significados de: civilización, las manifestaciones sociales de nuestro desarrollo científico y tecnológico, aplicado a la vida comunitaria; y cultura, referente a lengua, costumbres y tradiciones de alguna sociedad en particular. En el último caso, la nuestra es extremadamente rica.

Como humanos, buscamos por todos los medios satisfacer nuestros deseos -buenos o malos- y es el reflejo de estar vivos; al no alcanzarlos, quedando insatisfechos, nos generan sensaciones que nos acercan a la muerte.

Por otra parte, vivir satisfaciendo nuestras necesidades -que es un derecho humano- nos mueve hacia lo positivo, incluyendo al amor, el erotismo y la felicidad. Eso lo conocen los que abusan de nosotros, provocándonos lo que los psiquiatras llaman "pulsiones".

Desafortunadamente, alcanzar esa satisfacción por vivir -escribo en términos de verdadera libertad- es a cada día más difícil de atender por lo desarrollado de la "civilidad" que ha detonado alternativas con la ciencia y su hija la técnica, incluidas todas sus manifestaciones -electrónica, computación, vehículos motorizados, diversiones, servicios varios-.

Poseer, acaparar, controlar, dominar, son particularidades inherentes al hombre; queremos disfrutar de salud, casa, comida y otros bienes, -algunos verdaderamente sobrantes- estimulados por nuestro instinto dominante, que nos invita a poseer cosas y acumularlas, luego personas para atesorarlas y, en caso de no alcanzarlo, nos quedan sensaciones de insatisfacción, e infelicidad: nos acercan a la muerte.

Es esa la constitución que tenemos como humanos y, por ello, buscamos reflejos de vida -atención a nuestras necesidades y placer- buscando alejarnos de la muerte -insatisfacción, dolor, etc.

Los mexicanos reflejamos esa realidad a través del comportamiento: festejando, riendo retadoramente ante la muerte, caricaturizándola -la catrina-. Amamos la vida y rechazamos la muerte, como todos los seres vivos.

Esa sensación de muerte -pérdida de lo que se tiene, se posee y/o domina- nos causa dolor psíquico y es entendible que deseemos eludir a toda costa.

Perder un ser querido es sufrir su ausencia, -la posesión personal- amenazando nuestra capacidad de vivir y convivir en nuestro medio social.

Por otra parte, la pérdida del ser querido resta nuestras sensaciones de seguridad y hasta las de placer, de dominio; disminuye nuestra confianza personal y social ante la posible merma material -sustento, economía-, posibilidad que padecemos con malestar emocional que denominamos dolor psíquico.

Esa alteración del estado de salud la manifestamos con expresiones de sufrimiento, lamentos y llanto.

Seguramente ya habrá concluido en los porqués tenemos esas malas sensaciones con la muerte de alguno de nuestros queridos y, en otros casos, de cercanos que influyen y hasta nos hubieron generado dependencia en la esfera social: es la inseguridad generada por el temor, calculando las posibles pérdidas con la muerte del cercano.

Me temo que a estas alturas llegue a molestarle el "Diálogo" al manifestarle mis ideas del dolor que expresamos con llanto: es por nosotros, aunque lo manifestemos con duelo por el finado.

Probablemente me responderá -me duele por que lo amo, y tiene razón, aunque me atrevo a preguntarle, siguiendo las ideas de Fromm: "¿lo necesita porque lo quiere o lo quiere porque lo necesita?".

Temo escribir que, en lo general, es por la pérdida de seguridad personal, muy importante emocional y también material. Le declaro que yo, aún pasados muchos años extraño a mis padres, la seguridad emocional y el enorme disfrute compartido con ellos.

Vivimos en una permanente lucha entre la vida -Eros- y la muerte -Thanatos-; en ello estriba nuestra fortaleza para accionar en el día a día, dándonos energía para enfrentar los retos que nos presenta esta "selva de asfalto".

A la mismísima muerte la rechazamos con nuestros actos de vida y alegría, compartiendo el pan, la sal y hasta bebidas espirituosas; visitando tumbas, recordando al fallecido y la vida compartida, narrando aprendizajes que nos dejó, anécdotas -alegres y tristes- que nos unen por encima de su muerte.

Nos dan energía emocional para seguir adelante y buscar mantenernos alejados de la línea media que separa a la muerte de la vida.

Siendo así, le deseo la mejor de las catarsis -liberación, eliminación de recuerdos que alteran a la mente- de sus emociones y las de sus seres queridos.

Es una excelente oportunidad para platicar con los menores de la familia sobre la descendencia y herencia que recibimos de los familiares y hasta amigos, ahora difuntos.

Le deseo que disfrute estos días de los "Todos los Santos y Difuntos".

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