
Grande. La tumba es un referente en la arqueología mundial.
Cuando el arqueólogo griego Kostas Sismanidis empezó, en 1990, las excavaciones en la antigua ciudad de Estagira, el lugar de nacimiento de Aristóteles, no le pasaba por la cabeza encontrar la tumba del filósofo, cuya obra constituye uno de los fundamentos del pensamiento occidental.
"Yo no busqué la tumba de Aristóteles, fue ella la que me encontró a mí", dice en una entrevista el veterano arqueólogo, que dirigió las excavaciones a Estagira durante una década, desde 1990 hasta 2000.
De hecho Sismanidis explica que, mientras todos sus colegas creían que en realidad buscaba la tumba del filósofo, él estaba molesto con este comentario porque su único objetivo era "reconstituir la antigua ciudad".
"Me decían que sería feliz, como todo arqueólogo, si hallaba la tumba de Aristóteles, con sus ajuares funerarios, y yo les contestaba que, si la descubría, lo que verdaderamente me gustaría encontrar en ella era una obra suya que se hubiera perdido", detalla.
Fue en 1996 cuando Sismanidis y su equipo hallaron las ruinas de un edificio situado entre una galería del siglo V a. C. y un templo de Zeus del siglo VI a. C., dentro de la antigua ciudad, cerca de su ágora y con vistas panorámicas, en cuyo suelo descubrieron un rectángulo de 1.30 por 1.70 metros que correspondía a un altar.