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Avión

En tres patadas

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

En el lenguaje coloquial, "dar avión" significa ignorar. Me parece que la decisión de adquirir una lujosísima aeronave para trasladar al presidente de la República es un acto altamente representativo de la manera en que se gobierna un país en el que lo habitual es que, a los ciudadanos, se nos "dé avión".

Se nos da avión, en un primer sentido, porque el Boieng 787 Dreamliner híperequipado que ocuparán Peña y los próximos cuatro o cinco presidentes (el fabricante ofrece una vida útil de 25 años) es un bien público y, por lo tanto, es propiedad de todos los mexicanos. No se emocione; a usted y a mí la costosa aeronave de 8 mil millones de pesos, sólo nos pertenece para pagarla. Y sí, es sumamente improbable que lo vayamos a usar. Pero, tampoco se vaya a enojar, esa es la naturaleza de muchos de los llamados bienes nacionales. Son producto de nuestros impuestos, pero su finalidad no nos considera como usuarios.

De ninguna manera soy afín a las consultas populares. No creo que la decisión de comprar o no un aparato como ése tendría que depender de la realización de un plebiscito. Pero, me queda claro que, en este y otros muchos casos, sí es posible exigir a la autoridad un poco de mayor sensibilidad. Alguna señal, aunque sea débil, de que se enteran de que aquí, en el México de las mayorías, la estamos pasando muy mal. Tristemente, es también en ese sentido que nos "dan avión". Eso es así de manera casi permanente.

La compra del avión presidencial es simbólica porque se trata de una muy notoria decisión que se toma sin consideración alguna sobre su pertinencia. Y así suelen proceder desde la cúpula del poder. No es que no calculen que sus medidas generarán críticas y protestas, se trata simplemente de que no les importan. No le quiero amargar su inicio de año, pero revise en qué se suelen gastar los políticos el dinero que sale de nuestros impuestos. Entiendo, por supuesto, que la investidura de algunas autoridades amerita ciertos "excesos". Pero la desproporción total que suele acompañar las decisiones de compra que se hacen, por ejemplo, desde la Presidencia, el Senado, la Cámara de Diputados, la Suprema Corte de Justicia de la Nación y los palacios de gobierno en los estados, es totalmente ofensiva.

A la mayoría de los políticos sus dificultades para pagar la hipoteca, las colegiaturas o los gastos médicos y de alimentación los tienen sin cuidado. ¿Molesto? ¿Preocupado? ¿Indignado? No se gaste. De todas maneras le van a dar avión.

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