No hay en México un solo precedente que muestre la indignación por los periodistas asesinados.
El atentado terrorista contra el semanario Charlie Hebdo ha marcado definitivamente la vida de los franceses y replanteado las políticas de seguridad europeas. Al resto del mundo nos ha ofrecido suficientes lecciones para replantear las reacciones que después de asesinatos masivos se generan en los diferentes ámbitos sociales.
Primero hay que reconocer el valor que se tiene en las comunidades democráticas por el respeto a la laicidad, la claridad con la que se comprende que la libertad de expresión está plenamente vinculada con la tolerancia a la pluralidad, así como la determinación colectiva de defender el derecho de hablar, dibujar, escribir o hacer explícita cualquier idea sin temor alguno a ser lastimado.
La solidaridad social en Francia no se tropieza con absurdas confusiones que polemizan entre la irreverencia del medio, la falsa idea de discriminación religiosa y el indefendible argumento de provocación. Para la sociedad francesa y en general para Europa, los periodistas son una expresión de sus propios derechos, representan en gran medida el acceso a la información, la creatividad de presentarla y la libertad plena de compartir públicamente una postura. Atentar contra la integridad o la vida de alguno de ellos representa un agravio contra sus valores colectivos.
Guardando la debida proporción y la diferenciación de los casos, no hay en México un solo precedente que muestre la indignación en todos los sectores sociales por la cantidad de periodistas que han sido asesinados en nuestro país. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos tiene en sus registros, de 2010 a enero de este año, 97 muertes de periodistas o trabajadores del sector periodístico, asesinados presuntamente en razón de su trabajo, además de 433 expedientes de queja por agresiones a periodistas o medios de comunicación.
El despliegue de fuerzas francesas y su eficiencia para capturar a los asesinos es otra muestra de cómo el atentado representa una agresión directa a su espíritu democrático. En contraste, de acuerdo con el reporte del Comité para la Protección de Periodistas, en México 88 % de los casos de agresiones contra comunicadores permanece en la impunidad. El poco interés que muestran las autoridades nacionales por proteger y saldar las agresiones contra los periodistas en México nos dice mucho de lo alejados que estamos de un sistema que concentre su energía en el respeto a los derechos y las libertades.
Los medios franceses también nos han dado una lección. Grard Biard, jefe de redacción de la revista Charlie Hebdo, confirmó saldrá el próximo miércoles con una tirada de un millón de ejemplares, contra los 60 mil de la última edición. "Será una edición de los sobrevivientes". Una mayoría de medios franceses apoyó la iniciativa, incluyendo France Televisions, Radio Francia y Le Monde, a los que se sumaron RTL, Europe 1, JDD, Elle, AFP , Le Parisien, L'Équipe, RFI, France 24.
En México, los medios locales que más bajas de colaboradores tienen son Veracruz, Tamaulipas, Guerrero y Sinaloa, sin que esto haya ocasionado alguna reacción contundente de articulación mediática para exigir una respuesta eficiente a las autoridades. ¿Cuánto nos falta para asumir colectivamente los valores democráticos en México? ¿Podremos algún día aspirar a que las reacciones institucionales frente a las agresiones a las libertades sean de la talla que una sociedad democrática merece?
Analista política y activista ciudadana