"Patito patito color de café, si tú no me quieres yo ya sé por qué". Así dice una antiquísima canción que escondía entre sus líneas algunas críticas a la sociedad de la época, una época en la que había muy escasa libertad de expresión y los criticones tenían que esconderse detrás de una canción popular porque si no, les podía ir muy mal. (Cualquier parecido con la época actual es "mera coincidencia").
El pato es un ave palmípeda muy popular, aunque poco aparece en la cocina mexicana. En eso le gana el pollo por amplio margen y hasta el guajolote. Sin embargo, en nuestro lenguaje cotidiano sí aparece el pato y lo hace en muy diversas formas.
Con harta frecuencia, nos encontramos personas que llevan el apodo de nuestro plumífero amigo por variadas razones. A alguno le dicen pato porque al hablar emite un sonido parecido al parpar, que es como se llama la voz del animalito cuando hace "cuá cuá".
A otro amigo le dicen Pato, porque tiene cara de pato o simplemente porque se llama Patricio, pero también se le llama pato a un orinal, un recipiente metálico que sirve para recoger los excrementos de enfermos y ancianos que no se pueden levantar a hacerlo en el baño, y se le llama así (al orinal, no al enfermo) porque tiene esa forma, la de un pato nadando plácidamente en un lago.
Pato también se denomina a una especie de sirena ronca que usan en México los policías de tránsito antes de ordenarle al conductor "oríllese a la orilla".
Una expresión también muy común entre nosotros es "pagar el pato", que usa uno cuando se queja porque se siente víctima de una injusticia. Por ejemplo, si hubo un error colectivo y sólo uno de los elementos componentes sufre la sanción consecuente, probablemente se quejará diciendo: ¿Por qué tengo que ser yo el que pague el pato?
Aunque ya sabemos que la expresión se dice en sentido figurado, automáticamente surge la pregunta: ¿Por qué aludimos siempre a un pato y no a alguna otra ave? Recurrimos como lo hacemos con frecuencia a las prolijas investigaciones de nuestro amigo Arturo Ortega Morán y nos encontramos que originalmente el pato no era un pato, sino un pacto.
Ortega Morán nos ilustra diciendo que en la Edad Media se consideraba que los judíos tenían un pacto con Dios, y para justificar las acciones contra ellos, se decía que era una forma en que tenían que pagar por tenerlo y que los sufrimientos que les infligían los cristianos de la época eran una forma de hacerse justicia.
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PREGUNTA DEL PÚBLICO:
Carlos Campero: Cuando está uno sentado sobre las piernas dobladas, se dice que está "en cuclillas" o "en cunclillas".
RESPUESTA:
Lo correcto es "en cuclillas".
Nos vamos con esta reflexión. De nada se debe tener tanto miedo como de tener miedo. ¿Cómo dijo? LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA.