ENTRADA.- Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española se entiende por abatir: "derribar, derrocar, echar por tierra". Según el Diccionario Didáctico sm, abatir es: "tirar o hacer caer al suelo; a algo que estaba vertical inclinarlo, tumbarlo o ponerlo tendido, ocasionar un daño con toda la fuerza o intensidad".
Todo esto viene a colación con motivo del pronunciamiento que hizo el pasado martes la Comisión Nacional de Derechos Humanos a la Secretaría de la Defensa Nacional, para que explicara qué significa el término "abatir" a que la institución apela cuando actúa contra el crimen organizado.
SOPA.- Fue el titular de la CNDH, Luis Raúl González, que con motivo de los cuestionamientos que hizo el "Centro Agustín Pro" sobre el uso del término "abatir en horas de oscuridad" , que le solicitó a la Sedena enviara el documento para poder analizarlo.
Como se podrá ver el tema tiene mucha carnita y plantea problemas delicados que ponen entredicho las funciones que a la fecha vienen realizando las fuerzas armadas en el combate al crimen organizado en el país.
Primeramente habría que aclarar cuál es el papel que tienen las fuerzas armadas en las tareas policiacas que el gobierno panista de Felipe Calderón les impuso, sacándolas de los cuarteles y exponiéndolas a un peligroso desgaste y riesgoso desprestigio.
La impotencia de las fuerzas policiacas resultó ineficaz para enfrentar al narcotráfico, esto tuvo como consecuencia, que las policías se convirtieran en tapadera de la corrupción y socios operadores del crimen. Las policías infiltradas por los delincuentes se trocaron en sus mejores socios, mientras los mexicanos se revolvían en la indignación, la impotencia y rabia ante el cuadro de inseguridad que sufría y sigue padeciendo el país.
PLATO FUERTE.- La realidad es que los ejércitos en todo el mundo tienen señaladas sus funciones y manera de operar de manera muy específicas y muy distintas a las policiacas. El haber sacado a las calles, a los caminos, a las sierras y al campo a nuestro ejército tiene sus consecuencias. El comportamiento de cualquier ejército de cualquier país, cuando se ve en la necesidad de perseguir en la oscuridad de la noche sobre intrincadas sierras a grupos delincuenciales perfectamente pertrechados con armas de alto poder y hasta lanzagranadas, no puede actuar como una patrulla policiaca en un barrio peligroso. La adrenalina, el temor, el miedo, el propio instinto de supervivencia, la rabia y rencor por los militares abatidos, todo ello construye un cuadro muy diferente al que se podría contemplar desde el confortable y cómodo escritorio de los derechos humanos.
No se trata de justificar el asesinato cosa que jamás haríamos, pero sí es muy importante que los hechos se midan y evalúen en su justa dimensión atentos a su naturaleza, espacio, tiempo y circunstancias. De ahí que abatir sería vencer, derrotar, matar en combate o batalla real, al sujeto que se ha enfrentado armado, que dispara con intención de matar a los integrantes del poder instituido en un estado de derecho.
Cosa muy diferente sería ejecutar a los sujetos una vez que se hubiesen rendido y entregado las armas a sus captores. En este caso se trataría de verdaderos ajusticiamientos y de actos criminales inadmisibles en un estado de derecho. Pero el enfrentamiento o persecución de delincuentes armados o la reacción militar ante emboscadas en medio de fuego cruzado son otra y muy diferente cosa.
Tan tienen derechos los delincuentes a tratar de salvar sus vidas en un enfrentamiento o combate, como también lo tienen los elementos del ejército, la marina o los policías. Son derechos inalienables que no pueden ser desconocidos a ningún de los dos bandos, de ahí que el abatir en combate no tiene, ni nunca ha tenido en la historia de la humanidad, el concepto de ejecución o asesinato.
Las circunstancias los pusieron a unos frente a los otros debidamente armados. Unos al margen de la ley los otros amparados por todo el estado de derecho.
POSTRE.- De ahí que debemos tener muchísimo cuidado para no caer en confusiones o malas interpretaciones. Los soldados y las policías están amparados por las leyes y el estado de derecho. A los delincuentes únicamente les ampara sus derechos humanos.
DIGESTIVO.- Un delincuente armado y amoscado con el ánimo de matar a los representantes del poder público, no puede tener los mismos derechos, garantías o protección que los integrantes del ejército, la marina o las policías constituidas y que son la ley en un estado de derecho, así de fácil.